Cártel del Despojo: Una buena señal
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Editorial

Cártel del Despojo: Una buena señal

 


El pasado jueves trascendió la aprehensión por mandato judicial de Jorge A.Z.M., quien fuera director del Instituto Catastral del Estado de Oaxaca (ICEO), durante al menos tres años, como presunto responsable de haber operado en complicidad con el famoso Cártel del Despojo. De inmediato fue internado en el penal de Tanivet, Tlacolula. Se trata del primer eslabón de una banda cuasi delictiva cuyas acciones derivaron presuntamente en severos daños patrimoniales en contra de algunas familias oaxaqueñas. Si bien es cierto es que el primer caso que advierte que el gobierno de Salomón Jara va sobre pasos firmes sobre dicho grupo, en el que estarían coludidos ex funcionarios públicos, notarios y otros, veremos si la carpeta de investigación está debidamente integrada para que el juez mantenga el auto de vinculación a proceso y se dé una satisfacción al pueblo oaxaqueño.

Este hecho no es algo menor, habida cuenta de que muestra con claridad la forma tan ruin en la que sus actores fueron protegidos por el exgobernador Alejandro Murat, al tratarse de amigos y excolaboradores que participaron en banda, de manera delincuencial, para despojar a varias personas de sus bienes. Para ello, es evidente, hubo de actuarse de manera concertada pues algunos de los despojos se dieron en bienes intestados o abiertamente afectos a testamentos y hasta por medios violentos. De las operaciones del llamado Cártel del Despojo se supo prácticamente en los primeros meses de 2022. Cuando se cuestionó al ex gobernador al respecto, sólo alcanzó a decir que era inconcebible que hayan sido los funcionarios que desde dentro habían operado de esa manera. Jamás se les tocó un pelo. Y los presuntos responsables se paseaban de arriba para abajo exhibiendo su impunidad. Durante meses y a sabiendas de los hilos que se tenían en la mano, Murat Hinojosa dejó a su sucesor este delicado tema.

Con certeza, la madeja habrá de mostrar más hilos de complicidad y prácticas delictivas. Hay que reconocer que el gobernador Jara Cruz está cumpliendo su palabra ante la sociedad. Desde su campaña política afirmó que las acciones del grupo cuasi delictivo que operaba en complicidad era una ofensa a la ciudadanía, más aún por el cinismo de apropiarse de bienes que no les correspondían. Esperemos que a esta detención sigan otras y que, de una vez por todas, se dé un castigo ejemplar para que esto no vuelva a ocurrir.

 

Ante corrupción: Silencio de momias

 

Ya es común en los gobiernos emanados del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el discurso de que su prioridad será la lucha contra la corrupción. Casi al tenor de las conferencias mañaneras del presidente López Obrador, en las que, tiro por viaje, en contra de aquellos que, supone, llevaron al país al desastre. Insiste en que su lucha en contra de la inseguridad no será el baño de sangre que instrumentaron Felipe Calderón o Enrique Peña Nieto, sin embargo, tiene al país salpicado de sangre y el tráfico de fentanilo a los Estados Unidos, en plena bonanza. La cuestión es tan preocupante por la impunidad de los cárteles de la droga que, al menos 22 fiscales de entidades de nuestro vecino mayor, al igual que el Fiscal General, han insistido en declarar a dichos cárteles entes terroristas para que el Ejército de los Estados Unidos pueda ir hasta sus madrigueras y eliminarlos. Pero el presidente insiste en el tema de la soberanía.

Para Morena todos son corruptos. El pasado estuvo plagado de peculado, desvío de recursos, robo en descampado. Empero, cuando se han mostrado evidencias de los hermanos del presidente recibiendo sobres amarillos con dinero en efectivo; cuando se ha demostrado malas prácticas como el plagio de su ministra favorita, Yazmín Esquivel Mossa, ahí viene la defensa y cogerse la razón. Toda esa podredumbre se trata de ocultar con ofensas a los adversarios, a los neoliberales, a los conservadores. Ahí está el caso de Layda Sansores, que se dio vuelo denunciando la corrupción de su antecesor, cuando se difundió información de algunos de sus cercanos que fueron pillados recibiendo paquetes en efectivo. Es decir, nuestro presidente sólo ve la paja en el ojo ajeno, al igual que sus seguidores en el interior del país.

En las últimas semanas el gobierno de Oaxaca de Juárez, emanado de Morena, está en el ojo del escándalo. Es prácticamente imposible que el edil capitalino, Francisco Martínez Neri no se haya percatado de las operaciones y corruptelas de algunos de sus colaboradores, que sustrajeron de manera ilícita al menos 800 vehículos particulares que por diversos motivos, particularmente afectos a alguna carpeta de investigación, fueran vendidos como chatarra. Se trata de un delito grave. Pese a ello, se ha tratado de ocultar con el velo del misterio y la opacidad. Lo dicho pues, del discurso de buenas intenciones al hecho fraudulento, hay un gran trecho.