Diálogo sin ley: ¿Otra vez?
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Editorial

Diálogo sin ley: ¿Otra vez?

 


Mucho criticamos al anterior régimen en virtud de su debilidad para enfrentar situaciones de tensión e ingobernabilidad, con la ley en la mano. El sobado argumento de diálogo y más diálogo, sin la vigencia de las normas del orden y la legalidad tuvo como víctima permanente al pueblo oaxaqueño. Con un orgullo inexplicable el ex gobernador Alejandro Murat dijo en su VI y último informe de gobierno el 15 de noviembre de 2022, que jamás en su sexenio se acudió a la fuerza pública para poner orden o garantizar la gobernabilidad. En alguna ocasión mencionó que no quería padecer los coletazos que sufrieron sus antecesores Ulises Ruiz, llamado “El Carnicero de Antequera”, por los hechos del 2006 o Gabino Cué, estigmatizado por los acontecimientos de Asunción Nochixtlán, el 19 de junio de 2016, señalado de represor y demás calificativos.

Sin embargo, por lo visto, nos espera una política similar con Salomón Jara. Hemos visto los disturbios que han desatado los egresados de las escuelas normales en su absurda exigencia de 850 plazas docentes sin examen, como quema de llantas en pleno Centro Histórico, junto con su plantón o las pintas en edificios históricos; los bloqueos carreteros y calles de parte de organizaciones sociales, sindicatos y grupos, o inclusive, el secuestro de funcionarios, empleados y periodistas por parte de un segmento del magisterio afiliado a la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), el miércoles de la semana pasada. Pese a haber ubicado a sólo 20 organizaciones sociales que están legalmente constituidas, pues el resto sólo obedece a intereses particulares de sus dirigentes, afirmó en entrevista que seguirá el diálogo y más diálogo.

Para la sociedad oaxaqueña, harta de tanto abuso cotidiano; de años de padecer atropellos y abusos de parte de dichos grupos, ya es tiempo de cambiar esa política conciliatoria y falsa con la que el equipo gobernante sólo se quiere blindar para no llevar encima estigmas mediáticos o de comisiones de derechos humanos. Justamente por ello, debe explorarse los que disponen los viejos manuales de la praxis política en la cual el diálogo no está peleado con el uso de la fuerza. ¿Cómo se justifica el Estado si no es que como detentador del monopolio de la fuerza legítima y de los instrumentos que dispone? Lo demás es fantasía. Y Oaxaca urge no de ficciones políticas ni discursos conciliatorios sino de llevar la ley a sus últimas consecuencias.

 

La controvertida autenticidad

 

Desde hace tal vez tres décadas opera en el entorno gubernamental, aunque sean cargos honorarios, el llamado Comité de Autenticidad, conformado por personas que han dedicado su vida a la preservación del arte, la cultura y las tradiciones oaxaqueñas. En ese sentido, cada año recorren la entidad en busca de los bailes, danzas y demás, para ser presentados en nuestra fiesta máxima: La Guelaguetza. Es decir, previa su realización han seleccionado qué regiones, municipios o comunidades, serán quienes asistirán a las cuatro ediciones de la citada fiesta de los oaxaqueños. Sin embargo, sus juicios han sido calificados muchas veces de excesivos o violatorios de la originalidad y las tradiciones verdaderas de nuestra identidad originaria. Parte de ello ha convertido a la referida fiesta en una amalgama de cuestiones modernas con resabio de historia.

No faltaron en los últimos años protestas de tal o cual comunidad que habría sido segregada en la presentación de cualquiera de las cuatro presentaciones que hay cada año. Se señaló al citado Comité de parcialidad o subjetividad en sus juicios, habida cuenta de que para hacer dicha selección iban a las comunidades y calificaban. No fueron pocas ocasiones en que se les estigmatizó de ser cuasi responsables de la excesiva comercialización de nuestra Guelaguetza. Además de fomentar la presentación de bautizos, mayordomías y bodas, en detrimento de bailes y danzas más animadas y exigidas por los espectadores, lo que hacía del evento un acto aburrido, tedioso y repetitivo, además de que, una vez tomada la decisión, su fallo parecía ser inapelable y cerrado a escuchar las protestas o razones. La crítica, incluyendo la nuestra en este espacio editorial, no se ha hecho esperar, pues en muchos sentidos siempre fue calificado como parcial y sus juicios un tanto tendenciosos.

Sin embargo, por lo que ha comentado el gobernador Salomón Jara, las exequias del citado Comité están en vías de concretarse, en virtud de que será sustituido por un Consejo Comunitario Intercultural, en el que participen los principales, los consejos de ancianos, los tatamandones y personas de las 16 etnias que existen en la entidad, quienes habrán de hacer realidad aquel llamado “Encuentro Racial”, con el que La Guelaguetza nació en 1932, llamándose antes Lunes del Cerro. Esto es, revivir la tradición tal cual fue creada: una conjunción de la amalgama pluriétnica y multicultural que es Oaxaca.