¿Quién mece la cuna?
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Opinión

Editorial

¿Quién mece la cuna?

 


La protesta grotesca y descabellada que han llevado a cabo los trabajadores del servicio de limpia de la ciudad capital, afiliados al Sindicado “3 de marzo”, motivada más por protagonismo e interés político que por demandas legítimas, ha mostrado una vez más que los intereses particulares están más allá de la paz social y la gobernabilidad. Se entiende que la crisis de la basura que hemos vivido en las últimas semanas se debe, en mucho, a la torpeza con que la ha manejado el gobierno municipal de Francisco Martínez Neri. Pero ello no justifica que se tengan que arrojar toneladas de basura en sitios emblemáticos de la capital, como es el Centro Histórico, la Plaza de la Danza o el Paseo Juárez “El Llano”, sitios que han sido a lo largo de décadas, espacios de sano esparcimiento de los citadinos.

Todo mundo coincide en que el presidente municipal dejó correr el tiempo en una actitud aberrante, respecto al plazo que impusieron las llamadas Colonias Unidas para cerrar el antiguo relleno sanitario. Y que esperó a que el gobierno de Alejandro Murat le echara una tabla de salvación para resolver el problema de la adquisición de un predio. Sin embargo, los trabajadores de limpia y sus titiriteros están más empeñados en reclamar lo que ellos asumen como parte de sus derechos laborales: recolectar la basura y vender todo aquello que pueda ser reciclado o industrializado. No es un secreto que cada operador de camión y sus ayudantes recogen al día desechos en restaurantes, tiendas de autoservicio, mercados y de particulares, cartón, envases de vidrio, plástico, etc., que venden a particulares, además, claro, de la recolección que les deja buenos dividendos.

La pregunta es: ¿quién o quiénes mecen la cuna para que un problema que nos ha afectado a todos, sea botín político de partidos o grupos? Sin duda alguna, ello puede provenir de diversos entornos, incluyendo el partido del que Martínez Neri es miembro o del equipo de su antecesor, al que misteriosamente le ha tejido un manto de protección para que no responda por el desfalco millonario que hoy mismo padece el municipio de Oaxaca de Juárez. O en un intento burdo de boicotear un evento político que se llevó a cabo el pasado sábado, de una de las aspirantes favoritas del presidente de la República para sustituirla en el 2024. Esto es: “algo huele podrido en Dinamarca”, dijera el inmortal W. Shakespeare en una de sus obras.

 

Después del jolgorio

 

La temporada de los días de muertos, mostró una vez más, el gran atractivo que tiene nuestra capital para el turismo del país y extranjero. Según fuentes de los prestadores de servicios turísticos, hubo ocupación hotelera superior al 90%, además de que las calles lucieron saturadas de visitantes, así como zonas arqueológicas, sitios de interés y, particularmente, los panteones, como ya es tradicional. Lamentablemente, como mucho hemos comentado, el problema de la basura volvió a ponernos a los ojos del turismo como un pueblo desordenado y sin ley. Además de la inoportuna y aberrante protesta de los transportistas urbanos que, sin recato alguno, teniendo el propósito perverso de afectar la imagen y la economía de la capital, montaron al menos veinte bloqueos en los principales cruceros citadinos.

Una vez transcurrido el tradicional festejo, en el gobierno estatal se preparan ya para la última fase de esta administración. Ha trascendido que el gobernador Alejandro Murat prepara ya su VI y último informe de gobierno. Lo que no se hizo en seis años menos se hará en menos de un mes que falta para entregar la estafeta al régimen que entrará en funciones. Uno de los rubros que no ha sido atendido como debiera es, justamente, el asunto de la ingobernabilidad que han generado las organizaciones sociales, como es el caso del membrete denominado Frente Indígena de Pueblos Olvidados de Oaxaca (FIPOO) que, por más de una semana, con excepción de los días de muertos, mantuvieron una actitud de chantaje y presión hacia el gobierno estatal, pues es sabido que desde el mes de junio se cerró el presupuesto, exige millones de pesos, según sus dirigentes para obras.

Pese al anuncio de la adquisición de un predio para el relleno sanitario, todo apunta a que la normalización de las actividades de limpia va para largo. Lo primero se trató de una buena noticia, lo grave es que seguimos en las mismas y hasta peor, pues si durante décadas padecimos las presiones de los paracaidistas que se fueron a vivir en las inmediaciones del antiguo relleno ubicado en jurisdicción de Zaachila, lo que hemos vivido recientemente apunta a que los problemas no terminan. Con certeza el gobierno municipal llegará a cumplir su primer año de labores teniendo detrás muchos pendientes qué resolver, poniendo en entredicho la sentencia que hemos repetido en este espacio: no es lo mismo ganar elecciones que gobernar.