Padres omisos
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Opinión

Editorial

Padres omisos

 


Desde hace meses, un grupo de pseudo estudiantes del sistema de normales del estado, realizan una serie de movilizaciones en la capital oaxaqueña, creando una justificada crispación social. Bloqueos a cruceros y avenidas; un plantón en el Centro Histórico y el secuestro diario de autobuses urbanos. Jóvenes de ambos sexos, mochila en la espalda, son usados como carne de cañón con perversos fines políticos y económicos. Manejados por sus titiriteros, lo mismo cargan llantas viejas con la amenaza de quemarlas, que botes con gasolina. Les han dicho una y otra vez que sus plazas docentes están aseguradas. Que sin examen que acredite su formación –requisito indispensable por parte de la Secretaría de Educación Pública- ellos pueden obtenerla. Y siguen en lo mismo. Obvio, ésta ya no es su bandera. Lo es, el propósito de desestabilización de sus manejadores.

De nada han valido las mesas de diálogo. Estos jóvenes, futuros maestros, delincuentes potenciales, son movidos por hilos ocultos. Desde hace dos años, con motivo de la pandemia, están ausentes de las aulas. Su formación es, pues, deficiente. El propósito de su negativa a la solución de sus peticiones, conlleva algo más que el puro chantaje. Y el gobierno sabe quién o quiénes están detrás. Lo grave es que no los para. Desde que ocurrió el secuestro y posterior sacrificio de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, el 26 de septiembre de 2014, quienes pretenden emularlos se han investido con una coraza de inmunidad. Son sencillamente intocables. Los padres de las víctimas siguen recorriendo el país y exigiendo su presentación. Hace ocho años perdieron a sus hijos.

Y siguen su cruzada, pero cuando pudieron haberlo evitado se encogieron de hombros. Tal cual ocurre entre los estudiantes de la CENEO. ¿Saben sus padres a qué intereses están sirviendo sus hijos? ¿Por qué tienen que pagar cuando no asisten a bloqueos y acciones temerarias? ¿Quién o quiénes los utilizan y financian, sean personas del mundo político, partidos u organizaciones? Entre la sociedad oaxaqueña existe una soterrada aversión a sus acciones. El repudio social se lo han ganado a pulso, porque sus métodos y falso radicalismo sólo demuestra la manipulación de que son objeto y los intereses perversos a los que estarían sirviendo. Verlos a diario bajando a las personas de los camiones o impidiendo el paso a quienes se dirigen a su trabajo, en bola, sólo genera conmiseración hacia sus padres, que siguen solapando estas bajezas.

 

Agua: La realidad nos alcanza

 

Estamos ya en tiempos de sequía, por tanto, de racionamiento de agua potable por parte de los organismos oficiales que manejan el vital líquido. Cada año la problemática se hace más compleja. La población crece, igual que la mancha urbana y la necesidad de servicios básicos. Y gobiernos estatales y locales van y vienen, sin que se pongan diques a dicho crecimiento o al menos, perfilar un proyecto de suministro del vital líquido a largo plazo para una población en expansión. Hace tal vez una década fracasó aquel proyecto denominado “Paso Ancho”. Tenía como propósito traer agua potable desde una presa que se construyó a medias, en los límites de San Vicente Coatlán y Sola de Vega. Ello se haría a través de un acueducto de 85 kilómetros de largo, que iría paralelo a la súper carretera a la Costa. Obvio, resultó una triste ficción, pues ni fue factible, menos la citada vía ha sido concluida.

Adolecía, además, de problemas de impacto ambiental y, lo de siempre, el tema agrario entre las comunidades involucradas que, como lo hemos visto en los últimos tiempos, ahí la muerte tiene permiso. Después de “Paso Ancho” no se ha sabido de algún otro proyecto más o menos viable. El tema es a menudo soslayado por los gobiernos. Para contrarrestar los efectos de la sequía, el gobierno ha hecho inversiones. No ha contado con factores que inciden en la sequía citadina. Uno de ellos, el huachicoleo del líquido. Decenas de fraccionamientos habitacionales se han construido, sin garantizarle a los vecinos ni el suministro de agua ni, mucho menos, plantas de tratamiento. Hoy, la sequía muestra una faceta de la realidad; mañana pasado, las lluvias mostrarán la otra cara. En la capital hay factores adicionales que contribuyen a hacer más patética la temporada: el robo impune de tapas de alcantarillas y el de medidores de agua. Esto se viene realizando desde hace años, mientras las autoridades de seguridad hacen mutis.

Las alcantarillas sin tapas generan acumulación de basura. Cuando llega la temporada de lluvias, las inundaciones serán la consecuencia de este robo. El hurto de medidores y el cobre que le acompaña, genera fugas de agua. Es increíble que los responsables sigan delinquiendo impunemente. Y no sólo los que roban, sino también quienes compran los productos del hurto. Ambos actúan en complicidad, como la que se percibe en aquellas dependencias que por omisión o irresponsabilidad no actúan.