Urge otro relleno sanitario
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Opinión

Editorial

Urge otro relleno sanitario

 


El tema del basurero municipal no es nada nuevo. Se ha escuchado mucho sobre la urgencia de un nuevo relleno sanitario, desde hace tal vez veinte años o más. El asunto se volvió, inclusive, argumento en campañas políticas para la presidencia de la capital. Los medios dieron a conocer en su momento propuestas para dicho proyecto y se mencionaron sitios en donde sería factible su construcción. Tocuela, Ocotlán y San Andrés Zautla, entre otros. Pero no han faltado los desmentidos al respecto. Hace unos días, la asamblea comunitaria de la Villa de Zaachila sostuvo que ya no se permitiría más el depósito de basura. La advertencia se asumió como una cuestión apresurada y arbitraria, dado que ahí se depositan los cientos de toneladas de desechos que se generan en una veintena de municipios conurbados y aún de otros que están fuera de la zona metropolitana.

La situación del actual tiradero municipal ha sido compleja, no sólo porque está ya al límite, sino porque ha sido motor de chantaje y presión social. Incluso, de disputas entre grupos de ciertos partidos políticos. Si se trata de exigencias hacia el gobierno estatal y no son atendidas de inmediato, se cierran los accesos. Por cualquier cuestión, así sea doméstica, el método es el mismo. Hace un par de semanas, vecinos de la agencia Vicente Guerrero, cerraron la carretera 175, paso obligado de los camiones recolectores, porque el edil de Zaachila no les había entregado las participaciones que, presumen, les correspondían. Los latigazos pegaron de lleno a los capitalinos y ciudadanos del resto de municipios conurbados. Se dejó de recolectar la basura y la ciudad se llenó de malos olores, podredumbre y fauna nociva. Por fortuna, la mesa de diálogo en la SEGEGO dio resultado.

Las colonias que se fundaron en las inmediaciones del actual tiradero, se asumen cuasi propietarias de dicho predio y lo usan a placer, para lograr los favores del gobierno. Asimismo, para que los dirigentes de las organizaciones sociales que tienen ascendiente ahí, lleven agua a su molino. Sin duda, la construcción de un nuevo relleno sanitario no es poca cosa. Seguramente tendrá que surgir de un gran proyecto, viable, concertado y con la venia de la comunidad en donde vaya a instalarse. El costo será millonario. En efecto, nadie lo quiere cerca por todo lo que implica la basura. Sin embargo, también es cierto que técnicas modernas aprovechan los desechos para generar energía y un abanico de opciones más. No todo debe provenir del gobierno. Hay también empresas privadas que se dedican a ello.

 

Los abominables bloqueos

 

En Oaxaca, el bloqueo a calles, avenidas y carreteras se ha convertido en una institución. Cualquier hijo de vecino recurre a dicho método. No importa el daño que cause a los derechos civiles de miles de ciudadanos. De hecho, nuestro estado es pionero en este tipo de bajezas. Ya es tradicional que, en lunes, los habitantes de la capital amanezcan con tres o cuatro dentro del casco urbano o fuera del mismo. Como lo comentamos la semana pasada, en el Istmo de Tehuantepec, representan el gran negocio de dirigentes y membretes. Con el motivo más simple, sea una demanda social o un tema particular, el bloqueo es la alternativa para obtener dinero contante y sonante. Se trata de un ilícito cuya vileza va aparejada de la necesidad de algunos y la ambición de otros. Sin embargo, como sociedad seguimos lamiendo la coyunda de los abusos y atropellos de grupúsculos, sin hacer nada para proteger y defender nuestro derecho a una vida libre.

Se sabe que en el Congreso del Estado existen iniciativas de algunos partidos políticos para acotar esta práctica perniciosa. No obstante, la importancia que representa, diputados y diputadas han hecho mutis al respecto. Es cierto, algunos (as) de los representantes populares provienen de esa cultura, la del chantaje, sobre todo de la bancada del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Aprobar favorablemente una iniciativa de esa naturaleza es pegarse un tiro en el pie. No les nace. Están conscientes del daño gravísimo que esta práctica genera no sólo en la salud mental de los oaxaqueños, sino un sinfín de daños colaterales en la economía, la paz social y la gobernabilidad. Pero, según ellos, es el despertar de un pueblo adormecido que protesta. Es el pueblo bueno y sabio, el que se levanta para enfrentar a los gobiernos corruptos, conservadores y neoliberales, aunque sea el mismo de la Cuarta Transformación. En pocas palabras, ninguno (a) de nuestros (as) acémilas legislativas levantará la mano para acabar con este inmundo e ilegal negocio.

Siempre hemos insistido en que la lucha deberá provenir de la sociedad civil. Ni del gobierno en sus tres niveles ni, mucho menos, del Poder Legislativo. Presidentes municipales, organizaciones del transporte, locatarios de los mercados y muchos de aquellos que son constantemente afectados por dichos bloqueos, deben tomar acciones. El papel de los presidentes o agentes municipales es determinante, como ya se ha visto en algunas situaciones.