La sequía que viene
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Editorial

La sequía que viene

 


Los pronósticos respecto a la carencia del vital líquido en lo que viene de este año 2022, son preocupantes. Ha trascendido que hay centenas de municipios en los que se augura una temporada difícil por la falta de lluvias, lo que seguramente habrá de impactar de manera brutal en el suministro de agua en la capital oaxaqueña y decenas de municipios en los Valles Centrales. Es tiempo de que las dependencias responsables inicien, sin violentar las disposiciones de la veda electoral, sus campañas de concientización para cuidar el agua. Porque, así como existen ciudadanos que ahorran o dan al vital líquido un sentido de necesidad apremiante, los hay, asimismo, que lavan sus automóviles o riegan sus jardines con manguera, sin importar el racionamiento que existe o la falta en miles de hogares.

Los habitantes de la capital oaxaqueña cada año padecemos un Calvario. Y no sólo en colonias populares o asentamientos que carecen de servicios, sino aún en colonias y barrios residenciales. Es decir, la sequía agarra parejo. Si bien es cierto que este fenómeno se repite cada año para recibir el líquido del organismo responsable, el Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de Oaxaca (SAPAO), en los primeros meses, también es cierto que para muchos representa un fuerte desembolso el adquirir camiones cisterna, cuyos propietarios se abastecen de pozos en algunas comunidades del Valle de Etla o de Tlalixtac de Cabrera, generando una sobre-explotación, que más tarde que temprano mostrará sus efectos perniciosos en el medio ambiente. Los pozos que operan para el servicio de la dependencia gubernamental, en San Andrés Huayapan o San Juan Bautista La Raya, entre otros, según expertos, están mostrando los síntomas de agotamiento, precisamente por los excesos en su explotación.

Para algunos conocedores del tema la sequía que viene será más severa que las anteriores. Ojalá que no sea así y el pronóstico sea optimista. Sin embargo, como ya hemos dicho, compete a las autoridades realizar campañas de concientización para el cuidado de dicho líquido vital, sin el cual, todo mundo lo sabe, la vida es imposible. Lamentablemente gobiernos van y gobiernos vienen, sin que alguno de ellos haya presentado un proyecto viable y posible para asegurar el suministro de una población cada vez más numerosa. Hay que recordar el fracaso de aquel mega proyecto denominado “Paso Ancho”, que sólo fue un sueño.

 

Operaciones criminales

 

El Istmo de Tehuantepec –y ello no es secreto ni nada nuevo- está permeado por grupos delictivos. El fenómeno, ciertamente no es reciente. De ello se sabe hace más de dos décadas, cuando hubo ejecuciones y acciones armadas que dejaron entrever esta realidad. Es evidente, asimismo, que ni la Federación ni el gobierno estatal han tomado cartas en el asunto. Simplemente han dejado hacer y dejado pasar. Hay que recordar que, a pocos meses del inicio del sexenio de José Murat, por ahí de 1999, se dieron hechos en la capital oaxaqueña que despertaron la sospecha de que las operaciones de la delincuencia organizada y sus grupos estaba a todo vapor. Sin embargo, los hechos delictivos siguieron como si nada. No se sabe de decomisos, detenciones o consignaciones. Todo ha sido secrecía y hasta pareciera que complicidad o silencio.

Lo anterior viene a tema con un hecho que deja en claro la posible participación de ediles de la zona en temas criminales. No es una acusación, no somos fiscales ni jueces, sino que, teniendo presente la presunción de inocencia, nos compete dar a conocer los hechos que se dan. La semana anterior, la Fiscalía General del Estado dio a conocer la aprehensión de un sujeto, presunto distribuidor de droga en la zona, conocido como “El Chiquis”, a quien se acusó de una de las masacres ocurridas en Juchitán de Zaragoza, en donde fueron ejecutadas dos mujeres adultas y una pequeña de 3 años de edad. Sin embargo, según algunas fuentes, el detenido es familiar, justamente de las víctimas. En virtud de ello, aparecieron videos de un conocido grupo criminal manifestando su apoyo al detenido y en una carta difundida en redes sociales, acusan al edil de dicha ciudad istmeña, Emilio Montero, de dirigir un grupo de sicarios y pistoleros.

Sin embargo, no es lo único en cuanto a las operaciones criminales se refiere. Los cárteles –y lo han reconocido hasta los mandos castrenses- están diseminados por las ocho regiones del estado, particularmente el Istmo, la Costa, Tuxtepec y los Valles Centrales. Es decir, el narco y sus tentáculos están por todas partes. Su presencia ha contaminado todo. No es fortuito que tantos negocios hayan cerrado, pues amén del golpe económico de la pandemia de Covid-19, el cobro de derecho de piso o las extorsiones han minado todo negocio por más modesto que sea. Y no se ve por ningún lado la acción del Estado, salvo su ridícula política de “abrazos no balazos”.