Una buena iniciativa
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Opinión

Editorial

Una buena iniciativa

 


La semana pasada, el presidente municipal electo de Oaxaca de Juárez, Francisco Martínez Neri, sostuvo un encuentro amistoso con 15 ex ediles de la capital, algunos de ellos adultos mayores, que obtuvieron el cargo hace cerca de 45 años. Tal como lo publicamos en nuestras páginas, se observaron rostros sonrientes y amables con la iniciativa del edil electo. Se trata, sin duda alguna, de un hecho inédito y, a la vez, una acción de humildad, una rara avis en estos tiempos de soberbia y megalomanía política. En efecto, si todos escucharan la experiencia de quienes les antecedieron en el cargo y aprendieran algo de las vivencias así fuera de períodos de tiempo lejanos, otra cosa sería de los gobiernos. Pero son pocos, muy pocos los que han entendido que gobernar un estado o un municipio no es un acontecimiento único y excepcional, sino sólo un eslabón de la cadena que se viene engarzando desde tiempo atrás.

La mayoría de quienes por diversos motivos, simpatía, inercia electoral, la carga del factor López Obrador u otros móviles, obtienen el triunfo, llegan con un fardo de promesas, demagogia y ofrecimientos que más tarde que temprano resultan falsos. El ejemplo lo tenemos hoy mismo en el gobierno municipal. El actual edil, Oswaldo García Jarquín obtuvo el cargo con un margen considerable de votos sobre su más cercano adversario. Sin embargo, bastaron menos de dos años para que echara por la borda ese bono democrático y se enfrascara en uno y mil pretextos para no responder, como lo dispone la ley, a las necesidades de la ciudadanía que gobierna. ¿Escuchó alguna vez la opinión de sus homólogos en épocas anteriores? No. Es decir, muchos como él, asumen que saben todo; que tendrán bajo su tutela a empresarios, sociedad civil, empleados, trabajadores, etc., y gobernarán a su arbitrio. Por ello suscriben contratos millonarios de los que después no pueden responder; rentan o compran sin el sustento financiero para hacer frente a erogaciones que rebasan sus posibilidades.

Hay que aplaudir pues, la iniciativa de Martínez Neri. Es un gesto de humildad, pero también de sabios nutrirse de las experiencias de los viejos o antecesores. Escuchar, reflexionar sobre lo que ha quedado pendiente y lo que habrá qué hacer. Cada uno de los asistentes le compartió sus vivencias y se comprometió a participar en las tareas a futuro. Sin duda pues, se trató de un notable acierto.

 

Necesario Observatorio Ciudadano

 

La deplorable experiencia en la vida política oaxaqueña que representó la LXIV Legislatura del Estado, con sus prácticas amañadas, corruptelas, improductividad y dispendio, sigue permeando en la conciencia colectiva de los oaxaqueños. Haber erogado la nada despreciable suma de más de dos mil millones de pesos en los tres años de gestión; haber dejado un catálogo de leyes que simplemente no pueden ser aplicadas por la falta de los reglamentos de las mismas o haber demostrado la permanencia de vicios, tráfico de influencias, pagos debajo de la mesa u otros, como la falta de transparencia y rendición de cuentas, requiere de parte de organismos de la sociedad civil, empresarios, profesionistas, colegios y asociaciones, de una postura enérgica. Es una desafortunada contradicción que haya sectores en la pobreza extrema o comunidades miserables que carecen de los servicios más elementales, mientras tenemos una “casta divina”, que se despacha a placer del erario.

Es urgente pues la formación de un Observatorio Ciudadano que lleve un  seguimiento puntual de las acciones que se llevan a cabo en el Congreso del Estado; que verifique el gasto y presupuesto asignado y exija que el Órgano de Transparencia, Acceso a la Información, Protección de Datos Personales y Buen Gobierno, pueda perdirle cuentas. No puede haber sitios de excepción u órganos que se nutren del presupuesto público y que estén en el supuesto de que no pueden ser auditados o supervisados. Si bien es cierto que desde la misma presidencia de la República se ha dado una embestida brutal en contra de los órganos autónomos, como es el caso de los órganos garantes de acceso a la información, es un duro revés a la democracia en este país y a las reglas de la convivencia, que haya un pueblo pobre con diputados (as) ricos, que se sirven a placer del mismo.

En 2001 inició la lucha por hacer realidad en el ejercicio de gobierno, de la transparencia y acceso a la información. Y el “Grupo Oaxaca” fue pionero en dicha cruzada, hasta que se la ley se hizo una regla general, luego de promulgarse en 2002. Ello, por supuesto, lo ignora la mayoría de las lumbreras que hoy son huéspedes del edificio de San Raymundo Jalpan. Es decir, no lo saben. Sólo un movimiento proveniente de la sociedad civil se los puede refrescar. Pero la experiencia desagradable, ominosa y burda de la pasada legislatura, no debe repetirse.