Súplica desoída
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Editorial

Súplica desoída

 


Desde hace años, los empresarios afiliados a diversas cámaras o asociaciones en el Istmo de Tehuantepec, se han dirigido a los tres órdenes de gobierno para pedir ayuda y solucionar las grandes pérdidas que ocasionan los bloqueos carreteros, devenidos ya como el pan de todos los días. Las pérdidas económicas son cuantiosas, imposible de resarcirse debido a que hay días en que al menos Juchitán, Salina Cruz o Santo Domingo Tehuantepec, están ahorcadas hasta por cinco o seis bloqueos. Son comuneros que exigen recursos o son agricultores que piden dinero por daños ocasionados por tormentas tropicales o ciclones. O son empleados de salud despedidos o están inconformes por tal o cual medida gubernamental. Hay lugares en donde el bloqueo es perpetuo, como es el caso de Jalapa del Marqués, una población siempre inconforme o es el puente llamado de “El Caracol”, cuyo cierre es un severo dolor de cabeza para quienes viajan a Chiapas, Veracruz, Ciudad de México, Huatulco, Puerto Escondido o Acapulco.

O es el tramo de la Carretera Transístmica, entre Matías Romero y Palomares, en donde vecinos de la región mixe-zapoteca se han cebado por completo con los mismos pobladores de comunidades, pasajeros o transportistas, o es, asimismo, el tramo entre La Ventosa y Tapanatepec. Aún por cuestiones locales, domésticas o personales, como es el caso de un muerto en accidente o trabajador despedido, ya es motivo para bloquear la carretera y dañar a miles y miles de personas. Lo vimos en la etapa difícil de la pandemia, cuando un pequeño grupo de no más de cien personas de las agencias que pertenecen a San Juan Mazatlán, Mixe, bloquearon la transístmica, inclusive, impidiendo el paso de camiones cargados de tanques de oxígeno provenientes de Veracruz, Coatzacoalcos o Minatitlán, con destino a Juchitán o Salina Cruz, en donde había cientos de pacientes intubados por la pandemia de Covid-19.

Sin embargo, no obstante, las reiteradas súplicas y llamados de auxilio al gobierno federal y al de Alejandro Murat, las mismas han topado con pared. La postura es la misma: diálogo y más diálogo que es como decir, bloqueos y más bloqueos. Es una incongruencia que el ejecutivo estatal –como ya hemos dicho- pregone por doquier que Oaxaca es un Edén para las inversiones, pero no dice que éstas están bajo fuego de grupos, organizaciones sociales o el chantaje, como mecanismo para encubrir una incierta libre expresión.

Verdades a medias

La semana pasada, con bombo y platillo, el presidente Andrés Manuel López Obrador presumió, junto con el cuestionado Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud del gobierno federal, Hugo López-Gatell Ramírez, haber llegado a la meta deseada de que, a fines de octubre, el 80% de los mexicanos habrían recibido al menos una dosis de la vacuna contra la Covid-19. En efecto, si se hace un promedio nacional, hay entidades que están por arriba de dicha expectativa, sin embargo, Oaxaca ha ido a la zaga de ese porcentaje. Tenemos un atraso considerable en comparación a la Ciudad de México. Si bien es cierto que hay un porcentaje importante de oaxaqueños -900 mil calculan algunos- reacios a recibir el biológico, también es cierto que las jornadas de vacunación han avanzado con grandes dificultades, en principio por la cerrazón de la Delegación de la Secretaría de Bienestar que no ha cambiado sus concentraciones masivas para aplicar la vacuna, lo que ha desalentado a muchos.

En diversas ocasiones también, el ejecutivo estatal ha mencionado que en Oaxaca al menos 2 millones y medio de habitantes ya recibieron el biológico. Es importante conocer a fondo la situación, habida cuenta que es visto y probado que entre una y segunda dosis puede tardar hasta dos meses. En pocas palabras, aquí el programa nacional de vacunación ha caminado a paso de cojo. Es ya común ver filas enormes últimamente en el Hospital de la XXVIII Zona Militar, en donde llegan personas que, incluso, no han recibido ni su primera dosis. En efecto, Oaxaca se mantendrá unos días más en semáforo epidemiológico verde, ello no obsta para asegurar que aquí la pandemia de Covid-19, ya aminoró. Empero, no es así. Hay al menos una decena de hospitales al 100% de cupo, justamente por la presencia de pacientes graves por el virus.

A todo ello hay que agregar la crisis que viven los Servicios de Salud en Oaxaca (SSO), no sólo por el despido de más de dos mil trabajadores eventuales, tema del que ya hemos comentado en estos espacios editoriales, sino también por la falta de insumos, recursos para cuestiones elementales y otros, en nosocomios emblemáticos como el Hospital Civil “Aurelio Valdivieso”. Es increíble que la semana anterior el titular del Centro de Transfusión Sanguínea de Oaxaca haya manifestado que sólo tenían sangre para tres días, en virtud que no tenían ni reactivos para los donadores. Ello, aunque de manera indirecta, ha influido para que la campaña de vacunación no cumpla con su propósito.