Una luz de esperanza
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Editorial

Una luz de esperanza

 


En verdad, nadie querrá estar en el papel del titular de los Servicios de Salud en el estado. Tener en las manos la papa caliente de realizar un despido masivo de trabajadores del sector. Médicos especialistas, generales, enfermeras, trabajadores de servicios, etc., no es tarea fácil. Fueron más de cinco mil los que fueron contratados de manera irregular, desde el gobierno pasado, sin contar con el techo financiero y presupuestal, para el pago de sus salarios. Por supuesto que se trató de una medida arbitraria y torpe. Existe en el sistema de salud –ya lo hemos mencionado- un boquete financiero, porque también -y ello hay que decirlo- ha sido como una pila de agua bendita en donde muchos han metido la mano. Las irregularidades administrativas han ido de la mano con las prácticas de corrupción. El problema pues, no es reciente. Este gobierno heredó del pasado un catálogo de adeudos, pues durante años no se pagaron conforme a la ley, las cuotas ante el ISSSTE y los impuestos al Sistema de Administración Tributaria -SAT-. De estas anomalías, por supuesto, los sindicatos y dirigentes no han sido ajenos.

El gobierno estatal, en lo que le compete, pues los Servicios de Salud son un sector federalizado, está en una encrucijada. Por un lado, evitar que la deuda que hoy se tiene siga creciendo hasta convertirse en un problema mayor y afecte las participaciones que son canalizadas al estado por la Federación y, por la otra, la imposibilidad de mantener una planta laboral necesaria para tener en buenas condiciones de funcionamiento, la estructura hospitalaria, pero sin los fondos económicos para solventar salarios y prestaciones. El tema laboral es uno más de los problemas de salud, además de la falta de insumos, medicamentos, el tema de los niños enfermos de cáncer y la crisis en la que viven algunos nosocomios, como es justamente, el Hospital de la Niñez Oaxaqueña o el Centro Oncológico y Radioterapia de Oaxaca. 

La protesta de los padres y madres de familia de menores que requieren medicina y tratamiento oncológico; de médicos especialistas que dicen que “antes fueron héroes, en la lucha contra la Covid-19; ahora son desempleados”; de profesionales de la salud que, al quedar cesantes, dejan a sus pacientes en indefensión, es por todo, un problema serio. Una luz de esperanza quedó en los trabajadores que han sido o serán cesados, con la visita del presidente Andrés Manuel López Obrador, el fin de semana pasado, con la posibilidad de que otras instituciones como el INSABI o el IMSS, pudieran contratarlos. 

Entidad segura: El mito

Si hay algo que lastima a los oaxaqueños es el sobado mensaje de que Oaxaca es una de las entidades más seguras del país. Cada que se da un hecho delictivo de alto impacto vuelven al escenario político, estadísticas y números para validar dicha tesis. Sin embargo, en el imaginario colectivo, si bien no estamos como Michoacán, Guanajuato, Guerrero o Tamaulipas, tampoco somos un remanso de paz y seguridad. Por lo que ha ocurrido en los últimos tiempos, en hechos delictivos que se cometen a plena luz del día, nada nos hace diferentes a entidades con altos índices de criminalidad. En días pasados se han dado al menos tres ejecuciones en la capital y municipios conurbados. Ello sin soslayar actos similares en el interior del estado y los abominables feminicidios, que sólo hace dos fines de semana fueron cinco. En descargo, los responsables de las áreas pueden decir que se trata de un problema nacional. No les hace falta razón. Precisamente por ello, debe evitarse echar las campanas al vuelo para repetir, una y otra vez, que somos una entidad segura. Y batir palmas.

Hay temas que han trascendido el territorio mediático estatal y han sido nota nacional. Por ejemplo, el caso de un dron que grabó el ataque al domicilio de un agente municipal de Santa Catarina Yosonotú, quien fue asesinado. Ello después que autoridades de dicho municipio y su vecina, Santa Lucía Monteverde, con quien libran un viejo lío agrario, firmaran ante la Secretaría General de Gobierno, un acuerdo de paz. Los hechos se transmitieron en un noticiario nocturno de televisión. En otro entorno, cámaras domésticas de video, han grabado en la capital oaxaqueña, asaltos a transeúntes y domicilios. Hasta los delincuentes han sido identificados.

El área de la Central de Abasto es, hoy en día, una tierra de nadie. Plagada de antros y centros de vicio, se ha convertido en rehén tanto de delincuentes de alto espectro, como de raterillos y otras especies nocivas. Y las veces que el gobierno municipal ha intervenido, le ha salido -así literal- el tiro por la culata. No existe pues, tal como lo hemos visto hoy en día, una estrategia que permita entender que, en efecto, las dependencias tanto estatales como municipales, están cumpliendo con su labor. Lo único que trasciende son declaraciones que algunos titulares repiten como loros, pero de acciones, operativos, programas de coordinación policial y con Fuerzas Federales, que den resultados, nada más no.