Obras en el olvido
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Editorial

Obras en el olvido

 


Por lo visto, los trabajos de la ampliación de la Avenida “Símbolos Patrios”, que hace pocos meses anunciara el gobernador Alejandro Murat, caminan sobre rieles. Se habla que se derribarán muchos de los árboles que nutren nuestros endebles pulmones naturales, pero serán sustituidos por algunas centenas. Ello para dar una respuesta a los grupos ambientalistas que han estado presionando para salvar las especies que serán sacrificadas. Se presume que las obras citadas ya cuentan con validación del impacto ambiental para llevarse a cabo. Caso contrario, podrían ser suspendidas y retornar a la historia de siempre, millones de pesos tirados a la basura por omisiones o apatías oficiales. Sin embargo, todo apunta a que la obra en mención ha arrancado en tiempo y forma y que será concluida antes de que termine el período gubernamental. 

Hay otras obras que avanzan a paso de cojo, como es el caso de la construcción del llamado Centro Cultural, en donde alguna vez existió el Teatro “Álvaro Carrillo”, que lleva más tiempo en operación por parte de las dependencias ejecutoras de obra del gobierno estatal. Se espera que dicha construcción no represente el símil del llamado Centro Cultural y de Convenciones de Oaxaca (CCCO), cuyas gestiones y proyecto fueron del gobierno de Gabino Cué, pero se concluyó en los primeros tiempos de la actual administración. Obras a medias pues, que ni empieza bien uno, ni termina el siguiente para poder acuñársela como propia. Es evidente que la administración de Murat Hinojosa, como ya hemos comentado en este mismo espacio, no tiene hasta el día de hoy, una obra emblemática de su sexenio. De no concluir alguna de las que ha ofrecido, sentará un mal precedente.

Es el caso del llamado Libramiento Sur, que llegó a considerarse como una obra clave de la actual administración. Su importancia es de tal magnitud que sería un detonante económico de decenas de cabeceras de distrito y municipios que rodean la capital, además de desfogar el tránsito vehicular tanto el que viene del centro del país, como el que proviene del sur. Desde hace meses, ya nadie ha vuelto a mencionar la obra citada. Incluso se argumentó la posibilidad de reactivar el Libramiento Norte, un elefante blanco, que se dejó en obras negra luego de las protestas encabezadas por el desaparecido maestro Francisco Toledo, por considerarse un ecocidio, lo que no ha sido equiparado con la invasión de dicha zona por viviendas y construcciones. 

Los otros datos

Hace un par de semanas, en un documentado reportaje de El Mejor diario de Oaxaca y con base en informes y datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), se concluye que más del 61% de los oaxaqueños vive en pobreza y que entre 2018 y 2020, la pobreza en el país se incrementó al menos un 2%. Todo lo anterior se pudo constatar, con reportajes de una cadena televisiva en el estado de Guerrero, en donde queda claro que los programas “Bienestar” están por debajo de programas anteriores, como fue el caso de “Progresa”, que tomaba en cuenta temas como becas, ubicando a cada alumno en edad escolar como una unidad y no la familia. La situación en comunidades o zonas de pobreza extrema es grave, algo que no se puede ocultar, como los más de dos millones de pobres en nuestra entidad.

Sin embargo, luego de darse a conocer los datos del Coneval, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, volvió a sus lugares comunes de tener otros datos. Es decir, ve una realidad que sólo es la suya. Hay razón de que diarios tan importantes a nivel mundial como Financial Times, le hayan dedicado un durísimo editorial, al criticarle su cerrazón y la visión del país que, insiste, sólo es la suya. Por ello desacredita a todo aquel que tenga la osadía de contradecirlo; de respetarle que está equivocado. No es fortuita su intensa campaña de descalificación y descrédito de los medios de comunicación que publican la realidad del país y no las ficciones gubernamentales. La cuestión es que la pobreza en México se ha incrementado, a pesar de los costosos programas clientelares que ha puesto en marcha, así como el soslayo a temas de gran relevancia como la vacunación contra la Covid-19 o el suministro de medicinas para niños con cáncer.

Queda claro además, que los índices de pobreza en el país se han exacerbado, aunque Oaxaca ha presentado resultados favorables, con índices modestos, a pesar del desempleo, el cierre de negocios, el confinamiento y otros, que ha traído consigo la pandemia de Covid-19. Es decir, hay más pobres en México, mucho más allá de los programas que ha emprendido el gobierno federal, que no han cubierto más que un universo limitado. Negarse a ver la realidad del país y el estado sólo puede ser concebido como una postura ideológica torcida y maniquea. Los “otros datos” se han convertido ya en la parte anecdótica de la política nacional, que nada tienen que ver con el México de carne y hueso que padece los estragos de la pobreza.