El hartazgo ciudadano
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Editorial

El hartazgo ciudadano

 


Hay quienes opinan que los grandes cambios en este país no habrán de provenir del gobierno, de los partidos o legisladores, sino de la sociedad civil organizada. Hoy mismo existen rubros en los cuales el gobierno federal ha doblado por completo las manos, como es el caso de la inseguridad o ha privilegiado cuestiones superficiales, como fue la famosa consulta del domingo pasado, frente a asuntos trascendentales como es la tercera ola de Covid-19, que sigue diezmando al pueblo de México. En este entorno se inscriben algunas de las protestas de los últimos tiempos en Oaxaca. Comerciantes establecidos y grupos de la sociedad civil han exigido respuestas respecto a la invasión del Centro Histórico por parte del comercio en la vía pública. El fenómeno se dejó crecer de forma burda. Han invadido hasta espacios emblemáticos para los oaxaqueños, como es frente al Ex Convento y Templo de Santo Domingo de Guzmán.

Comunidades como San Pablo Etla, hicieron valer sus derechos ante el bloqueo que montaron a la altura de Hacienda Blanca, durante cuatro días, indígenas del Movimiento de Unificación y Lucha Triqui Independiente –el MULTI-. Una actitud similar y plausible de los vecinos de San Agustín de las Juntas, cuando los cuestionados maestros/alumnos de la Escuela Normal Superior Federal de Oaxaca, amenazaban con bloquear el crucero del Aeropuerto. O la respuesta de vecinos y autoridades de la agencia de San Felipe del Agua, cuando los mismos de la Normal Superior cerraron el acceso principal, y recibieron una advertencia enérgica y contundente: “o se quitan o viene todo el pueblo a quitarlos”. O la actitud de pobladores de Sarabia, Guichicovi y Boca del Monte, de encapsular a sus rijosos y extorsionadores vecinos de San Juan Mazatlán, Mixe, que cada que se les hinchan los cojones cierran la Carretera Transístmica. 

Se trata de una lección dura e irrebatible. Es el despertar de la sociedad civil organizada; de los pueblos lacerados constantemente por intereses políticos, económicos y gremiales de dirigentes y titiriteros, que se traducen en el aberrante método del bloqueo carretero. Es la respuesta a diputados complacientes con el chantaje, que se han negado siempre a legislar para regular las protestas y a la política del diálogo y las mesas con las que el gobierno elude su responsabilidad de aplicar simple y llanamente la ley. Ojalá que otros pueblos sigan el ejemplo.

La locura sucesoria

El sociólogo alemán, Hans Magnus Enzensberger, refiere un pasaje anecdótico: cuenta Platón –dice- que cuando Tales de Mileto, fundador de la filosofía natural jónica, cayó en un pozo mientras miraba las estrellas, una gentil y graciosa sirvienta tracia se burló de él diciendo que buscaba conocer las cosas del cielo e ignoraba lo que tenía delante y a sus pies. En efecto, dicho pasaje podemos ubicarlo en nuestra realidad. Hay quienes pretenden hacer política, pero ignoran lo que se vive en el Oaxaca de carne y hueso. En los últimos meses han surgido aspirantes y más aspirantes a la gubernatura, por el partido Movimiento de Regeneración Nacional –Morena-.La pregunta es: ¿qué los mueve a promoverse como tales? ¿Tienen los méritos, el conocimiento, la capacidad de gobernar un estado tan complejo como el nuestro o sólo es la búsqueda del poder por el poder? El sentido común nos lleva a pensar que el móvil principal es lo último. 

Varios términos ha traído la modernidad para calificar la decadencia de la política. Y lo hemos estado viviendo en el país, con calficativos como aspiracionistas, conservadores o declaraciones desafortunadas de funcionarios menores, como Max Arriaga, encargado de contenidos de los Libros de Texto Gratuitos, que calificó el hábito de la lectura como “un acto de consumo capitalista”. Ello nos lleva a pensar que en México, se sigue perfilando como real, la teoría de Michelangelo Bovero, discípulo del gran politólogo italiano, Norberto Bobbio: las sociedades le apuntan cada vez más a la kakistocracia, es decir, el gobierno de los peores. De los que se perfilan para la gubernatura, los hay que tienen cuentas pendientes en gobiernos anteriores; peculado o desvío de recursos. Los hay que han sido pésimos funcionarios. También que sólo conocen el folklore y son improvisados o, en el peor de los casos, aunque sus raíces sean oaxaqueñas ni han vivido ni pertenecen a este terruño. 

Es decir, durante su periplo político, apenas están entendiendo una realidad que siempre les ha sido ajena. Y hablamos de Morena porque lo ocurrido en los últimos procesos electorales han dejado como lección que Oaxaca se volvería a pintar de color marrón para el 2022. Las pasiones están ya desatadas. Ya vendrán los tiempos de los golpes bajos y las patadas debajo de la mesa. Las campañas de descrédito y la guerra sucia. La manipulación de las redes sociales para tundir al adversario, así sea correligionario.