Deforestación urbana
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Opinión

Editorial

Deforestación urbana

 


El problema de la deforestación en la zona urbana de la Ciudad de Oaxaca, es un tema bastante trillado. Cada temporada de lluvias y aun cuando no lo es, árboles añejos que visten a nuestra capital se precipitan a tierra. Recordemos solamente dos de nuestros laureles de la India más emblemáticos en el Zócalo de la capital. Cayeron por las lluvias del mes de septiembre, dejando huecos difíciles de llenar. A todo ello hay que añadir la presión y el protagonismo de grupos ambientalistas, que están al alba de cualquier incidente, para demeritar al gobierno estatal o descalificar al municipal, sin proponer acciones más que superficiales para dar alternativa a la deforestación urbana. Luego de que se plantó un árbol de guaje en el Zócalo, la crítica se volcó en contra de sus promotores. Es decir, hay algunos que nada les convence. La realidad es que nos estamos quedando sin árboles y en esa disputa tonta, poco se hace para remediar la situación.

Lo anterior viene a cuento pues no se han visto más que declaraciones de parte de funcionarios del ayuntamiento de Oaxaca de Juárez, en torno al problema que nos ocupa. Hay una campaña para rescatar del abandono a los laureles del Zócalo, a la que algunos se han sumado. Existe un diagnóstico de especialistas respecto a la salud de dichas especies y lo que requieren para poder sobrevivir. No es un tema fácil, pero las autoridades locales le han escurrido al bulto, como se dice vulgarmente. Es decir, no han tomado como propia la responsabilidad que les compete como gobierno. Por ejemplo, ya hemos mencionado las palmeras que han sido derribadas. Hasta la fecha no han sido repuestas con otras especies. En pocas palabras, todo lo que compete a la conservación del entorno ecológico, les ha valido sorbete.

En días recientes, luego del anuncio del gobernador Alejandro Murat respecto a la obra que se pretende construir en la Avenida Símbolos Patrios, con al menos ocho carriles, los grupos ambientalistas ya empezaron a cuestionarla. Es evidente que no sólo comprende el municipio capitalino, sino otros como Santa Cruz Xoxocotlán y San Antonio de la Cal. Sin embargo, una obra como la que se pretende, afectaría el arbolado que se encuentra al menos en una parte de la citada avenida. Lejos de presentar alternativas viables para salvar las especies de ficus, el gobierno local y sus similares sólo se encogen de hombros. No se advierte pues un interés genuino, como representantes populares, de salvar ese patrimonio que nos sirve de pulmones a nuestros contaminados Valles Centrales.

GN: Una mala nota

Llama la atención el constante y permanente discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador, en torno a que ha tocado fondo la corrupción en el país; que los corruptos ya están a merced de la ley y muchos otros argumentos que, al confrontarlos con la realidad, dan cuenta de que son puras cortinas de humo; mensajes fatuos que se contraponen con una realidad más cruda. Y ello nos remite a la desaparición de algunas corporaciones policiales que, a decir de los nuevos íconos de la moral pública y la honestidad, estaban podridas por dentro ante tanta corrupción, en clara referencia, por ejemplo, a la Policía Federal. En efecto, desde los altos mandos hasta los elementos más modestos, nadie se salvaba de los sobornos, de la cooperación con el crimen organizado, con las bandas delictivas, cuyo mejor exponente fue, justamente, el ex titular del CISEN y la Secretaría de Seguridad Pública, Genaro García Luna, detenido en un penal de los Estados Unidos.

Con el propósito de limpiar las corporaciones, presumimos, se creó la llamada Guardia Nacional, la cual en apariencia no es un ente castrense, incorporó en sus filas a cientos de elementos de la antigua corporación, luego de decenas de protestas. Sin embargo, los viejos vicios del pasado no dejaron libre a la nueva entidad. Los sobornos, la complicidad y la corrupción siguen presentes y hasta renovadas. Es cierto, no se puede descalificar a una institución que hoy tiene un papel importante en la seguridad del país; que ha asumido una misión en la salvaguarda de la paz social, entre otras, por el mal comportamiento de algunos de sus elementos. No obstante, esta situación pone en tela de juicio que en la fase de reclutamiento se han olvidado los nuevos mandos de validar la calidad moral de sus miembros. Siempre se ha dicho que para que una corporación sea confiable, sus elementos deben haber pasado por el rasero de los controles de confianza.

Lo ocurrido el martes 6 de julio en inmediaciones de San Sebastián, Etla, que dio lugar a un enfrentamiento entre presuntos secuestradores –que resultaron ser miembros de la Guardia Nacional- y efectivos de la Agencia Estatal de Investigaciones (AEI), del Grupo Anti-secuestros, en donde resultó una persona fallecida, un detenido y dos lesionados, mancha de principio a fin la misión de una corporación que, como ya hemos dicho, representa un eje de la seguridad pública y la paz social a nivel nacional. Nada, absolutamente nada justifica el discurso de la lucha contra los corruptos, cuando éstos están adentro.