Proyectos aletargados
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Editorial

Proyectos aletargados

 


En el año 2000, el ex gobernador José Murat anunció el inicio del proyecto de la súper carretera al Istmo de Tehuantepec. Le agregaba un ramal a Huatulco. Se anunciaba como una prioridad de su gobierno para hacer justicia a los istmeños, que habían padecido por más de ochenta años una carretera sinuosa y peligrosa. Han pasado más de veinte años sin que dicho proyecto se concluya. Durante el gobierno del ex presidente Enrique Peña Nieto, la citada obra fue entregada por partes al ex gobernador Gabino Cué: de Oaxaca a San Lorenzo Albarradas y de Santiago Lachiguiri a Tehuantepec. Pero nada del tramo intermedio, que al menos suma 90 kilómetros. El proyecto referido ha sido sólo promesa de los pasados gobiernos sin que haya llegado a concretarse como muchas obras de infraestructura en el país.

Luego del conflicto político y social del 2006, tal vez en el bienio 2007-2008, el ex gobernador Ulises Ruiz anunció el proyecto de la súpercarretera a la Costa. El mismo avanzó sólo en el pago de derecho de vía a los comuneros por donde habría de transitar la misma. La empresa Omega, S.A. de C.V., que tuvo a su cargo la obra quebró y los trabajos se suspendieron. Con Gabino Cué avanzó poco, pese a que a menudo se anunciaba como la obra más importante de su administración. Con el gobierno de Alejandro Murat las esperanzas se renovaron en torno a su conclusión. Pero rayando el quinto año de su administración, sólo se sabe de dicha obra y la del Istmo, cuando vienen funcionarios del gobierno federal y hacen recorridos. Pero sólo eso. Las citadas vías carreteras han sido sólo un sueño para los oaxaqueños, no obstante que el mismo presidente Andrés Manuel López Obrador le ha puesto fechas a la entrega.

Otro de los grandes proyectos fracasados fue el de “Paso Ancho”, en donde se invirtieron decenas o tal vez cientos de millones de pesos. Se trataba de asegurar el suministro de agua potable a la ciudad de Oaxaca de Juárez y zona conurbada, por al menos cincuenta años. Ello, a través de un acueducto que vendría a la par de la carretera a la Costa, por más de 80 kilómetros, desde la presa construida para tal fin, en terrenos de San Vicente Coatlán y Sola de Vega. Jamás se reparó en el impacto ambiental ni en la permanente problemática agraria que libran ambas comunidades, además de ser desde hace mucho, terreno fértil para el cultivo de estupefacientes, lo que ha generado decenas de muertos. El proyecto fracasó.

Vandalismo bajo la lupa

Los actos vandálicos que estudiantes de la Escuela Normal de “Mactumactzá” realizaron luego de que sus 19 compañeros retenidos en el Penal de El Amate fueran liberados, como fue el incendio de vehículos e instalaciones del Instituto Nacional Electoral (INE), debe ser una lectura para el gobierno oaxaqueño. Si bien es cierto que el presidente López Obrador de manera indirecta intervino para su liberación, dado que el ejecutivo estatal del vecino estado, Rutilio Escandón, milita en los colores del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y de que suavizó las cosas con un “no soy Díaz Ordaz”, también vale la pena reconocer que en su apertura al diálogo con los normalistas, una vez transcurrida la jornada electoral, dejó en claro que se habrá de investigar quiénes están detrás de las movilizaciones y las actitudes temerarias de los estudiantes. 

En efecto, los jóvenes son presa fácil de dirigentes y grupos radicales que los manipulan y encaminan al desafío al Estado, como hemos visto en Oaxaca. La Unión de Trabajadores de la Educación (UTE), cuyos cabecillas conocidos como los “enfermos”, han estado detrás de acciones temerarias como las de hace al menos un mes, deben ser objeto de acción penal. Hay que ver ahora, una vez que ha pasado el proceso electoral, las acciones que toman, pues tal parece que el estigma de Ayotzinapa nos sigue pegando a todos, habida cuenta de que los excesos y los atropellos se han visto como si fuera algo normal. Nadie los toca. Se asumen con una impunidad absoluta. Y eso, obviamente, sigue lacerando a la sociedad en general.

Si, como dice el presidente de México, les abrirá la puerta para el diálogo, hay que aplaudirlo. Pero siempre que se les lea la cartilla y dejen atrás sus acciones temerarias y violentas. En un Estado de Derecho no puede haber situaciones de excepción. Todos debemos ser medidos con el rasero de la ley. Aquí no debe haber medias tintas. Si los vándalos de Mactumactzá fueron liberados bajo condiciones, están obligados a cumplirlas. Hay que dejar atrás esa idea errónea de que la juventud rebelde siempre tiene la razón y por ello hay que perdonarle actos fuera de la ley. Por supuesto que no. Deben ser castigados conforme lo dispone la ley. Y en Oaxaca, el gobierno de Alejandro Murat debe actuar en consecuencia. Dejar atrás el temor de que pasará a la historia como represor. Poner en función la ética de la responsabilidad a la que se debe todo gobernante.