El lastre capitalino
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Editorial

El lastre capitalino

 


En plenas campañas electorales para diputados federales, locales y presidencias municipales, afloran los problemas, los rezagos y la agenda pendiente en cada distrito o comunidad. En la ciudad de Oaxaca de Juárez, por ejemplo, se observa un gran abandono, pobreza, inseguridad y anarquía. Durante los más de dos años que lleva el actual edil, Oswaldo García Jarquín, la falta de obras relevantes es evidente. Hasta los últimos días parece haber despertado de su letargo, porque se han puesto en marcha dos o tres obras. Sin embargo, el deterioro del Centro Histórico es aberrante. La proliferación y falta de control del comercio informal y en la vía pública ha ido en proporción directa al deterioro de la imagen de nuestra capital. Es impresionante que hasta en la explanada del Ex convento y templo de Santo Domingo, hayan llegado los triquis y otros, con sus puestos de artesanías y mercancía de manufactura extranjera.

Los mercados del centro de la ciudad: el “20 de noviembre” y el “Juárez Maza”, están rodeados de una red de puestos, mecates y obstáculos para los transeúntes. En casi imposible caminar por las calles de Flores Magón, Aldama, Mina y otras. Otro de los factores que no se han atendido son las terminales de los taxis foráneos, que se estacionan, suben o descienden pasaje por donde les da la gana a los operadores. La doble fila es un verdadero desafío no sólo a la autoridad sino al sentido común de los citadinos. No hay control. Si a ello se agregan los bloqueos perpetuos que montan organizaciones sociales, normalistas, maestros o sindicatos universitarios, el tránsito vial se convierte en un suplicio ciudadano, habida cuenta de la inoperatividad de la Policía Vial Municipal.

Otro de los rubros que han sido desatendidos por completo por la actual administración municipal es el de la seguridad. Los asaltos, robos a transeúntes y a casas habitación siguen estando a la orden del día. Por el contrario, se han dado casos de escandaloso abuso policial que en nada contribuye a limpiar la imagen de la corporación sino a mancharla. Atrás quedaron los tiempos del capitán, enfermero, pagador, Aquileo Hermelindo Sánchez Castellanos, pero con el nuevo titular, Fredy Hernández, las cosas no han cambiado sino empeorado. Este panorama debe ser corregido por quienes hoy buscan, con tanto afán, la silla del edificio de la Plaza de la Danza.

Tiempos de prevenir

El accidente ocurrido en la línea 12 del Metro de la Ciudad de México, el pasado 3 de mayo, en donde murieron 26 personas y hubo más de 70 heridos, más allá de buscar culpables o politizar el tema de esta tragedia, es una severa llamada de atención a las autoridades de los tres órdenes de gobierno para atender con prontitud y sin burocratismos, las denuncias de mal estado o deficiencias en las carreteras, caminos, puentes o demás obras que se hayan realizado, independientemente de quién las llevó a cabo. Si bien es cierto que los demonios se soltaron -no sin justificada razón- sobre algunos (as) cercanos del presidente Andrés López Obrador, como es el caso del canciller, Marcelo Ebrard, que fue Jefe de Gobierno en la CDMX y responsable de la licitación para la construcción de la citada línea; del dirigente nacional del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Mario Delgado Carrillo, entonces Secretario de Finanzas y responsable de la renta de los trenes y de Claudia Sheimbaum, actual Jefa de Gobierno, quien ha soslayado las quejas y llamados a supervisar la citada línea, ello no obsta para que, a nivel estatal, se haga lo prudente y necesario.

Poco después de haber sido concluido el llamado Puente de Cinco Señores, por ahí de 2012, en la administración de Gabino Cué Monteagudo, hubo denuncias sobre algunas irregularidades estructurales. En el paso elevado se dieron situaciones que obligaron a suspender el tránsito. Por lo que sabemos es que pocas veces se ha realizado alguna supervisión exhaustiva para saber las condiciones en las que se encuentra a casi una década de haber sido concluida dicha obra. Otra obra, realizada años atrás, los cuatro carriles en el Cerro de “El Fortín”, también ha exhibido en los últimos años sus deficiencias. No se trata de poner en tela de juicio si fueron o no bien planeadas, si se cumplieron los requerimientos técnicos, sino de saber el estado actual de las citadas obras y si, hoy en día, no representan un grave riesgo para la población.

Pero, así como las que mencionamos, es posible que haya espacios importantes tanto en los tramos construidos de las carreteras al Istmo o la Costa que requieren supervisión y análisis técnicos para validar su viabilidad y estado físico. Esto es, poco cuesta al gobierno estatal o empresas responsables corregir desperfectos o errores para evitar tragedias como la que mencionamos al principio. No se trata de cuestiones políticas o si los responsables son de los gobiernos neoliberales o conservadores, sino de una apremiante necesidad.