CIIT: Ya nadie sabe
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Editorial

CIIT: Ya nadie sabe

 


Desde hace meses y no precisamente por la pandemia de Covid-19 que azota el mundo y, especialmente a México, del famoso proyecto presidencial denominado Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT) ni sus luces. Ya ni el presidente López Obrador ni sus subordinados hablan del mismo. Lo mismo pasa con el gobernador Alejandro Murat Hinojosa. El citado proyecto se ha sumergido en el silencio y hasta el comisionado por el gobierno estatal y Coordinador de Asuntos Internacionales, Pedro Matar Orraca, ahora es candidato por el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), en la lista plurinominal de la Segunda Circunscripción, con sede en Monterrey, Nuevo León. Ello implica que debe renunciar al cargo y a los encargos institucionales que le ha encomendado el ejecutivo estatal.

A pesar del optimismo que el CIIT ha generado no sólo entre los istmeños sino entre los oaxaqueños en general, que al fin vemos una luz viable para el desarrollo de nuestra región y del estado, lo cierto es que también hemos reiterado en este mismo espacio editorial, nuestro pesimismo. En principio, porque el propósito de desarrollar una vía férrea para el traslado de mercancías por la vía terrestre, entre Coatzacoalcos, Veracruz y Salina Cruz, Oaxaca, es decir, entre el Golfo de México y el Océano Pacífico, ha sido un ardid de gobiernos pasados, que sólo se ha quedado en sueños y jamás se ha concretado. En efecto, no es nada nuevo. El general Porfirio Díaz lo inició en 1903 y, de hecho, las mismas vías férreas viejas se mantienen. Hoy, sólo se les ha dado “una manita de gato”, como se dice en la jerga popular. Lo que ha avanzado un poco, son las obras en Las Escolleras de Salina Cruz, pero de ahí en fuera, nada se sabe del citado CIIT.

Mucho hemos abordado en este espacio editorial la agitación social permanente que se da en la zona istmeña y su corolario en bloqueos carreteros y chantaje. La Carretera Transístmica, un paso obligado de miles de unidades de transporte que hacen justamente el recorrido que haría el tren, es constantemente bloqueado, hoy por los indígenas de San Juan Mazatlán, Mixe o por los zoques o por pobladores de agencias de Matías Romero. ¿Conclusión? Es el sitio idóneo para el cobro de peaje y demás ilícitos. Esta situación, soslayada por el gobierno estatal, que no quiere pasar a la historia como represor, no es un buen síntoma para el desarrollo de un gran proyecto. Pero no se ve así.

Una zona caliente

La semana pasada, Juchitán de Zaragoza se volvió a perfilar como una de las zonas más violentas del estado. Luego de la actividad delictiva creciente en la Cuenca del Papaloapan, la ciudad teca quedó en segundo término, pero han vuelto las ejecuciones. La semana pasada se contabilizaron al menos tres eventos. Algunas de las víctimas han estado coludidas en hechos delictivos; otros más, operan taxis o moto-taxis. Como es sabido, dichas unidades que abundan en la zona de Juchitán, son utilizadas para secuestrar, cobrar derecho de piso o extorsiones. Lo que sí es evidente es que el narcomenudeo, asaltos, robos y homicidios han generado una honda preocupación en la sociedad juchiteca. Desde hace años los sectores productivos y empresariales han puesto en alerta al gobierno federal y estatal, respecto a dicha situación.

Hay que recordar que luego del triple crimen cometido en junio de 2018, en pleno proceso electoral pasado, cuando tres personas: Pamela Terán, candidato a concejal por dicho municipio; nuestra compañera reportera, María del Sol Cruz Jarquín y el primo y chofer de la primera, se reforzaron los mecanismos de seguridad y vigilancia. Sin embargo, la paradoja fue que, estando ahí Ejército, Marina/Armada de México y Policía Preventiva Estatal, los crímenes y ejecuciones no cedieron y siguieron como siempre. Es más, algunas tiendas de conveniencia fueron víctimas de asaltos. Los cajeros automáticos de algunas sucursales bancarias no se salvaron del atraco. Es decir, el famoso refuerzo de las tareas de vigilancia y seguridad fue algo efímero. Y los crímenes siguen en la impunidad, pues como lo ha denunciado la madre de una de las víctimas, tal parece que hay un velo de misterio para proteger a los verdaderos criminales.

Sin embargo, no es sólo Juchitán en donde la acción de los grupos criminales se hace evidente. La zona de Matías Romero, Lagunas, Santa María Petapa y otras poblaciones de dicha región han sido mataderos cotidianos. Cadáveres desmembrados en bolsas negras, tiroteos en plenas poblaciones y los delitos clásicos como extorsiones a comerciantes y ganaderos, a tambor batiente. Pese a ello, no existen acciones contundentes para dar confianza a la sociedad. La ciudadanía vive permanentemente amenazada, atemorizada y en zozobra. Todo este panorama incide, aunque las autoridades lo nieguen, en cualquier gran proyecto gubernamental.