Invasión silenciosa y brutal
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Opinión

Editorial

Invasión silenciosa y brutal

 


La apatía y desinterés de las autoridades tanto estatales como municipales para resolver el tema del comercio en la vía pública, se está convirtiendo en un peligroso instrumento que se habrá de traducir, mañana o pasado, en una plaga perniciosa que se engulle todo el Centro Histórico. Es impresionante cómo ha crecido el comercio en la vía pública, regenteado por dirigentes de organizaciones, algunas de ellas que trabajan en complicidad con partidos políticos y funcionarios, como es “Sol Rojo” o la Unión de Artesanos y Comerciantes Oaxaqueños en Lucha (UACOL) que, junto con la plaga que comanda Carmela Luján y otros pillos que se han apropiado de nuestras calles, se sigue diseminando por algunas calles como Bustamante, Miguel Cabrera, Las Casas, Trujano y otras.

Para el oaxaqueño común, que antes solía pasear con la familia por el zócalo o la Alameda de León, eso ya no es posible. Los pasillos para ingresar están copados por puestos de toda naturaleza. Además, nuestros sitios emblemáticos están total o parcialmente destruidos por la apatía y la abulia de las autoridades. Aquellos prados que antes lucían las flores de temporada, ahora son nidos de fauna nociva y en total abandono. No lo justificamos, aunque entendemos que ello va en consonancia del gravísimo deterioro que tienen dichos sitios. Las fuentes vacías, que hasta hace poco tiempo servían al menos para que un grupo de alcohólicos y viciosos que se apropiaron del Zócalo, pudieran lavarse las manos o la ropa. No hay un solo lugar en nuestro Centro Histórico, que permita afirmar que Oaxaca es una de las ciudades más bellas de México y Latinoamérica. El daño que se le ha hecho no tiene nombre. Lo peor: es que con el ardid de que no se quiere pasar a la historia como “represor”, el gobierno estatal en su ámbito de competencia y el municipal en el suyo, lo permitan.

Del caso de los triquis que desde hace años se apropiaron –ésa es la palabra- de los pasillos del Palacio de Gobierno, ya no vale la pena opinar ni abordarlo. Es impresionante la abulia oficial para acudir a la Corte Interamericana de Justicia, y solicitar el fin de las medidas cautelares, en virtud de que están dañando al Patrimonio Cultural de la Humanidad, aprobado por la UNESCO en 1997. Pero no se hace, porque hay miedo de que ello se convierta en un escándalo mediático y afecte la imagen de esta administración. Es increíble ver tanta apatía y desinterés.

Vía a Tuxtepec: Otro sueño

Durante la visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a comunidades de la Cuenca del Papaloapan, como San Juan Bautista Tuxtepec, Valle Nacional y Santa María Jaltianguis, volvió aparecer la necesidad de hacer más accesible al transporte y a los pasajeros, la sinuosa vía carretera que hoy comunica a la capital oaxaqueña con Tuxtepec. El presidente mencionó la posibilidad de hacer una autopista, lo cual pareciera ser algo descabellado, habida cuenta de que si las vías que están pendientes, la del Istmo y la que conduce a la Costa no se han concluido, qué podemos esperar de una a la principal ciudad de la Cuenca. No se trata de ser pesimista, sino de ubicarnos en la realidad en que vivimos. Desde hace cerca de 20 años esperamos sea concluida la súper carretera al Istmo y ello no ha sido posible y, desde el 2005-2006, la vía a la Costa. Ninguna se ha concluido y los oaxaqueños seguimos esperando las bondades del gobierno federal.

El gobernador Alejandro Murat ha insistido en que, en el tiempo que resta a su administración, que concluye el último día de noviembre de 2022, la carretera a la Costa estará concluida. Y confiamos en que así sea. La misma presenta avances notables. Pero los eternos problemas de las comunidades por donde se llevan a cabo las obras es un cuento de nunca acabar. Cada nueva autoridad pide lo que le place. En tanto más se prolongue la conclusión de la obra, más seguirá siendo instrumento de chantaje y presión por parte de autoridades comunales o grupos. Ya veremos si la citada obra se termina en el tiempo que el ejecutivo estatal ha estimado, no faltarán los bloqueos carreteros y las presiones. Alguien ha dicho que las carreteras más caras del mundo son las de Oaxaca. Y no le hace falta razón. En gobiernos municipales que se rigen por el sistema de usos y costumbres, de año o año y medio, cada concejal querrá sacar tajada de una obra de beneficio social.

Visto pues de manera crítica y sin pesimismo, la vía moderna a Tuxtepec no será más que un sueño. Realizar una obra de tal envergadura, pasando por una de las sierras montañosas más escarpadas de la entidad, ciertamente implicaría un presupuesto multimillonario, que ningún gobierno, menos el de la 4T estará dispuesto a soltar. Habrá que poner los pies sobre la tierra. Si las que tienen entre 20 y 15 años de no haberse concluido, aún están en suspenso, habrá que ver cuánto tarda ese nuevo proyecto.