Seguridad: Sin atención
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Editorial

Seguridad: Sin atención

 


Ya es común ver circular y compartir en redes sociales, imágenes de ladrones comunes y corrientes, a bordo de motocicletas, asaltando con arma blanca o de fuego a modestos transeúntes. Otros, que esperan afuera de los bancos o penetran en la zona de cajeros automáticos para sorprender a cuenta-habientes y quitarles in más, el producto de su trabajo y esfuerzo. Muchas de estos ilícitos se cometen a veces a pocos metros de estaciones de policía o, inclusive, frente a los mismos jenízaros que dicen proteger a la ciudadanía. Han circulado videos obtenidos de cámaras de seguridad, en donde aparece el rostro y la vestimenta de los asaltantes. Incluso cuando amagan a cajeras o propietarios de negocios. Es decir, las corporaciones tienen en ello un instrumento para poder actuar. Las redes sociales les ahorran el trabajo de investigar, indagar o mostrar retratos hablados, cuando tienen la imagen nítida del delincuente.

Pues bien, a pesar de todo ello, los ladrones siguen en las mismas, tal cual si hubiera complicidad con las autoridades. Se pasean impunemente por el Centro Histórico, operan en la Central de Abasto y hasta se desplazan por algunas agencias como San Martín Mexicapan. Nadie los detiene. Y ello se debe en parte a que el sistema de cámaras de video-vigilancia, que según la Secretaría de Seguridad Pública opera al cien por ciento en la capital oaxaqueña y la zona conurbada, simplemente no funciona. La mayor parte de las veces, las autoridades que investigan un hecho delictivo tienen que solicitar el apoyo de la ciudadanía para que preste los videos que se graban desde cámaras particulares. En otras ocasiones son ciudadanos comunes y corrientes aquellos que con sus propios teléfonos celulares graban los atracos u otros delitos.

¿Por qué se ha soslayado tanto el rubro de la seguridad? Es simple. Seguimos duro y dale con que Oaxaca es una de las entidades más seguras del país, ese mismo argumento que hace que los responsables de las áreas, simplemente entren en su nicho de confort y se desentiendan de su misión. Por supuesto que no. Siempre hemos criticado las mediciones y la metodología para calificar a los buenos y a los malos, con un vulgar maniqueísmo. La percepción de inseguridad que se percibe entre los capitalinos es preocupante. Tampoco están fuera de esta dinámica los oaxaqueños que viven en el interior del estado.

Terquedad y nula vocación

El anuncio que hace una semana hiciera la Asociación de Escuelas Privadas del país, de que empezarían las clases presenciales el pasado primero de marzo pasado, sin importar el semáforo epidemiológico, fue rebatido tanto por el ejecutivo estatal como por el titular del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO). No se trata de caprichos ni de necedades. Es la vida de alumnos y maestros lo que está en juego. La campaña de vacunación avanza con lentitud en el estado y en el país. El suministro biológico está al tenor del mercado internacional. No es responsabilidad imputable ni a la Federación ni, mucho menos, al gobierno estatal. Sin embargo, sólo es una parte de la trama. Hoy en día los contagios y decesos por Covid-19 siguen en el país de manera preocupante. 

Una y otra vez el gobernador Alejandro Murat ha insistido en que la prioridad de su administración, en materia educativa y en esta coyuntura, es proteger y salvaguardar la salud y la vida de quienes participan en el proceso educativo. Independientemente de que se cumplan con las normas sanitarias sugeridas por las autoridades, no es momento de reactivar las clases presenciales, ni siquiera las asesorías en las propias instituciones. Un solo alumno contagiado puede desatar una situación de verdadera emergencia y no hay necesidad de ello. De manera conservadora y a casi un año de haberse desatado la contingencia por la pandemia, los hechos muestran que todavía tardará algunos meses en que se pudiera volver a la normalidad. Tanto en escuelas públicas como privadas, no es un secreto que las clases en línea han generado serios descalabros para padres y alumnos. 

Se habla de que millones han desertado, justamente porque no se han habituado a los nuevos métodos de clases a distancia. Incluso en territorio oaxaqueño –y de ello debe estar enterada la Sección 22- hay maestros (as) que han tomado la pandemia como si fueran vacaciones. Ni siquiera se han aplicado para dotar a los alumnos de los cuadernillos, que son un coadyuvante al proceso enseñanza-aprendizaje. Un recorrido en zonas rurales de todas las regiones podría dar gravísimas sorpresas. Hay en el magisterio una gran irresponsabilidad para compensar su salario. El pretexto de que no hay internet o que los alumnos no tienen tableta, computadora o teléfono celular para tomar sus clases, ha servido para que se desentienden de su responsabilidad docente.