Vacunación: Los claroscuros
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Editorial

Vacunación: Los claroscuros

 


Sin duda alguna, vivimos tiempos difíciles; de incertidumbre y de zozobra. La famosa campaña de vacunación se ha sumergido en una espiral de confusión, verdades a medias y opacidad. Medios de comunicación y analistas de la realidad mexicana, han expresado más dudas que certezas. Y ellas vinieron en avalancha, justamente cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador, reconoció haber dado positivo a Covid-19, el domingo 24 de enero, luego de una gira por Nuevo León y San Luis Potosí. Se habla de la compra de vacunas Sputnik-V, al gobierno ruso, que la Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris) autorizó fast track. Y se puso en marcha la plataforma de registro de adultos mayores de 60 años, la cual dejó de funcionar a poco de haberse puesto en marcha, por la cantidad de solicitudes recibidas. 

Luego de que se dijo que el gobierno de México había cedido a los países pobres, ser los primeros en adquirirla, cuando no hubo una justificación para ello, pues para un gobernante, sus ciudadanos y gobernados debe ser la prioridad, el panorama se hizo más opaco, pues tampoco la Organización de las Naciones Unidas (ONU), tenía datos al respecto. El periódico español El País, sostuvo en un interesante reportaje que, aquel vuelo que se esperaba la mañana del 23 de diciembre, que se presume provenía de Bélgica con 1 millón 400 mil dosis de vacuna, fue una farsa. Aunque el canciller Marcelo Ebrard, dijo que la misión estaba cumplida, la aeronave de la empresa DHL, un Boeing 767-339, sólo realiza vuelos dentro del continente y había despegado de Cincinatti, Estados Unidos, con 3 mil dosis. Los funcionarios que las recibieron, hicieron del frenesí una decepción nacional. 

Lo más preocupante fue el reconocimiento del Instituto Nacional de Estadística y Geografía –el INEGI- de que las cifras de fallecimientos por Covid-19, aportadas por el Sector Salud del gobierno federal, son menores en un 44% de las reales. Entre enero y agosto del año pasado, dicha institución reportó 108 mil 658 decesos, en tanto que las autoridades sanitarias sólo reportaron 75 mil 017 muertes. Hace al menos diez días trascendió que, al fin, el Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, había reconocido la necesidad de un cambio de estrategia. Nunca ha escuchado a nadie. Ni han funcionado amuletos, ni el eslogan de: no mentir, no robar, no traicionar; mucho menos que la pandemia está domada u otras barbaridades. La realidad es más cruda: México es hoy, el segundo país de mayor letalidad en el mundo. La cerrazón y la soberbia, jugando con la vida de los mexicanos. ¡Qué lamentable!

Un nuevo o viejo partido

La debacle del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que lo dejó prácticamente en uno de los últimos lugares del espectro político nacional, en el proceso electoral de julio de 2018, ya ni siquiera como una fuerza política significativa, es y ha sido su recurrente afán de la cúpula de privilegiar el amiguismo, el compadrazgo y los clanes familiares, por encima de la militancia, de la disciplina y el trabajo al interior de dicho instituto político. El menosprecio de sus seguidores, sean del sector popular, campesino, obrero o femenil, es ya una tradición. Sólo unos cuantos se reparten el pastel. Aquel que aspira a un cargo de elección popular jamás podrá hacerlo, si no encuentra eco en una especie de nomenklatura, como la de aquel poderoso Partido Comunista de la desaparecida Unión Soviética, en la que sólo contaban el servilismo, las complicidades y la fidelidad sin restricciones al comunismo más obcecado y recalcitrante.

La semana pasada se difundió profusamente la lista de aspirantes ya registrados en las cinco circunscripciones plurinominales en que se ha dividido el país. Las sorpresas fueron acompañadas de indignación. Las mismas caras, los mismos rostros de siempre, el retrato fiel de la mafia del poder, así calificada por el propio presidente Andrés Manuel López Obrador. La política envilecida y las cuotas distribuidas por sectas. El histórico tricolor, el mismo que se mantuvo en el poder casi durante ochenta años, con excepción de dos sexenios en que se empoderó el Partido Acción Nacional (PAN), sigue siendo el mismo de siempre. No cambia. Quiere recuperar los espacios perdidos con las mismas armas de siempre. Los clanes y los cacicazgos más presentes que nunca. 

El proceso que viene pues, estará interesante. Sobre todo, porque la anquilosada estructura de quienes hoy están en el candelero político, es decir el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), la mayoría con ascendiente priista, se verán las caras con los mismos –o sus herederos- que siguen los pasos de papá o de los viejos caciques que se niegan a dejar sus cotos de poder. El tricolor se ha obstinado en dejar atrás su afán patrimonialista, vertical, autoritario, sectario y faccioso. Sin duda alguna, si muchos mexicanos, preocupados por el papel tan lamentable que lleva el país en estos dos años del llamado gobierno de la 4T, esperábamos un cambio, éste nunca llegará. El sistema de partidos políticos –insistimos- está desgastado y rebasado.

 


aa

 

Relacionadas: