Conciliar paz y no simulación
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Opinión

Editorial

Conciliar paz y no simulación

 


Desde los últimos meses del 2020 y lo que lleva este, Tierra Blanca, Copala, ubicada en jurisdicción de Santiago Juxtlahuaca, ha sido escenario de violencia y manipulación. Nada nuevo. Organizaciones y dirigentes que se han disputado la supremacía, han vivido entre vendettas, emboscadas y secuestros. Ya lo mencionamos en estos espacios hace algunos días. No importa si son niños, ancianos o mujeres. El exterminio entre la misma etnia, debe ser motivo de estudios de etnólogos y antropólogos. Al menos cuatro organizaciones están hoy en friega violenta, entre ellas: el Movimiento de Unificación y Lucha Triqui (MULT), su escisión, el MULTI y la Unión de Bienestar Social de la Región Triqui (UBISORT). Detrás de cada una, el interés pecuniario. Es un caso típico de quienes perviven alargando la mano.

Hace dos semanas, de nueva cuenta, el gobierno estatal envió un contingente de servidores público de diversas dependencias: La Secretaría General de Gobierno, Salud y Seguridad Pública. Estuvieron también elementos de la Guardia Nacional y de las Comisiones de Derechos Humanos, como parte del despliegue del Plan Integral de Seguridad de la zona triqui. Sin embargo, tal parece que la violencia y la confrontación se convirtió en su modus vivendi. La protesta ya es un negocio. Hay que verlo con aquellos auto-calificados como desplazados. Tiene diez años que se apropiaron de los pasillos del Palacio de Gobierno y con el ardid de que cuentan medidas cautelares de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, se asumen intocables. Y convirtieron ese espacio público en negocio privado. 

Han obtenido millones de pesos del gobierno y de ese gigantesco tianguis artesanal que instalaron ahí, en el corazón de la capital. Se sabe que, las citadas medidas cautelares otorgadas en 2009 por el referido organismo internacional, estarían a punto de ser retiradas. Y ello habría despertado la ambición de los dirigentes del MULTI, que ven en ello la posibilidad de ocupar dicho espacio. Es decir, asumirse desplazados y acudir a las instancias internacionales. Emular, burdamente, a los farsantes que hoy lo ocupan. He ahí el meollo de la reciente movilización. Tocarles la campana no implica gran esfuerzo, más aún si lo que se trata es de generarles expectativas económicas, de las que sus dirigentes se llevan la mayor tajada. Lo cierto es que, ya es tiempo de ir desenmascarando esta lucha facciosa y los intereses que se esconden detrás, con la demanda de seguridad en la zona de Copala.

Tradición con restricciones

Hoy, en México, como en otros países de habla hispana se celebra el tradicional “Día de la Candelaria”, una de las tradiciones muy arraigadas en la cultura de los mexicanos, cuando en muchos hogares, oficinas, talleres, etc., se disponen a disfrutar de los infalibles tamales con una taza de atole. En el populacho se acostumbra que aquellos que fueron agraciados al partir la Rosca de Reyes, los días 5 o 6 de enero, y entre sus rebanadas encontraron al muñequito, también llamado Niño Dios, son quienes disponen hoy la compra de lo que se consume en nuestro tradicional convivio. De acuerdo a su significado, nos dice la página correspondiente en internet, que es una fiesta que celebran los cristianos en honor a la “Virgen de la Candelaria” o también conocida como “La Virgen María de La Candelaria”; que tiene origen en Tenerife una isla perteneciente a España, quien se derivó del candelero o candela que hace referencia a la luz santa que guía al buen camino, la salvación e intensifica la fe en Dios. Y también este día es cuando finaliza el periodo navideño, una vez que han pasado 40 días después de haber festejado en Navidad, el nacimiento del Niño Dios.

Sin embargo, con la emergencia sanitaria que hemos vivido desde hace al menos diez meses; cargando sobre nosotros el temor a los contagios de la gravísima pandemia, de la que a diario hemos comentado en este espacio, seguramente esta celebración, al igual que las navideñas y de fin de año, no será igual. Hay que recordar como bien dijo Octavio Paz: la fiesta subyace en el corazón de todos los mexicanos. Hacemos fiesta por todo, pero más aún, para transgredir la ley que nos obliga a la prohibición. Sin embargo, vivimos tiempos inéditos. Algo que jamás padecimos antes. Con certeza, este festejo, de llevarse a cabo, tendrá que serlo con las medidas de prevención que han dictado las autoridades sanitarias. 

No hay que soslayar que en nuestro estado hay comunidades que, para evitar más contagios y muertes, han decidido prohibir la entrada y la salida de sus ciudadanos. Están los ejemplos de Ixtlán de Juárez, en la Sierra Norte, Asunción Nochixtlán o Tlacochahuaya, materialmente fustigadas por la pandemia, pero cuyas autoridades han dado ejemplo de estar dispuestas a ejercer su autoridad. Las detenciones por violar las disposiciones están a la orden del día. Quien falte en la aplicación de las medidas sanitarias, será objeto de sanción corporal o administrativa.