Desapariciones: Una aberrante omisión
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Editorial

Desapariciones: Una aberrante omisión

 


Cada día, medios impresos, electrónicos o redes sociales, difunden fotografías y notas sobre la desaparición constante de jóvenes mujeres que, a veces con engaños son llevadas a su sacrificio. Fátima, Casandra, Itzel, y muchas más, han desaparecido misteriosamente en la zona de Tuxtepec, para que los cuerpos inertes sean después descubiertos en fosas clandestinas. Hace poco más de una semana fue detenido un sujeto que reconoció haber asesinado al menos a dos de las jóvenes desaparecidas. Sin embargo, el catálogo de feminicidios y desapariciones es una tarea pendiente de la Fiscalía General del Estado, habida cuenta de que este ilícito continúa sin que nadie le ponga freno definitivo. En lo que lleva esta contingencia de Covid-19, los casos de asesinatos de mujeres se han disparado, teniendo a esa tierra de nadie, Tuxtepec, como eje mayor de ilícitos.

Sin embargo, el fenómeno –insistimos- se ha exacerbado. Oaxaca sigue en los primeros lugares a nivel nacional en el asesinato de mujeres y feminicidios. Las protestas se han hecho comunes. Madres de familia han realizado manifestaciones para que el presidente municipal de Tuxtepec, Fernando Bautista Dávila ponga un alto a la inseguridad que se vive en dicha ciudad, sobre todo, evitar que sigan los secuestros y las desapariciones. Es importante subrayar que, las redes sociales se han convertido en uno de los ejes para este tipo de ilícitos. Sujetos sin escrúpulos las conectan, citan para algún empleo, cuando las han contactado abusan de ellas y, posteriormente las asesinan. Ése es el modus operandi de estos delincuentes, los cuales, cuando son detenidos, deben recibir castigos ejemplares, pues no sólo abusan de la buena fe, la necesidad y la pobreza de las jóvenes, sino que, con premeditación, alevosía y ventaja, les quitan la vida.

Ya son necesarios protocolos y medidas urgentes para evitar que más mujeres en plenitud de la vida sean desaparecidas, secuestradas por bandas comunes o grupos criminales y luego asesinadas, sin que las autoridades tanto federales como estatales y municipales pongan un alto. Por el bien de las generaciones futuras deben darse mecanismos de protección, orientación o disuasión para que dichos ilícitos no se sigan cometiendo. Es urgente alertar a los padres y madres de familia sobre el uso o abuso de las redes sociales, como instrumento para que niñas y jóvenes caigan en el juego de sujetos pervertidos o criminales.

Negligencia y abandono

Desde el sábado 20 de junio, la Fiscalía General del Estado, luego de la labor de sus expertos del Instituto de Servicios Periciales concluyeran su labor de recabar pruebas y elementos de juicio, determinó que el incendio que provocó la destrucción de al menos 126 puestos de la Central de Abasto, el pasado 27 de mayo, fue ocasionado por un corto circuito derivado de una irregular y deficiente conexión eléctrica efectuada durante un trabajo de soldadura llevado a cabo el día de los hechos, en el local 102 del Mercado de Abasto. Es evidente que no se tomaron las previsiones ni mucho menos existe en dicho centro comercial, un comité o comisión de vigilancia pata supervisar ese tipo de reparaciones o remodelaciones. Según la Fiscalía, “se produjo una falla eléctrica que provocó el desprendimiento de partículas electro luminosas incandescentes (chispas eléctricas) al interior del local antes mencionado, lo cual ocasionó el incendio”.

Como en su momento lo comentamos, la Central de Abasto es un mundo aparte. Ahí, quienes parten el queso como se dice vulgarmente, son los dirigentes, que los hay de todos los partidos, confederaciones y sindicatos conocidos. Son quienes cobran derecho de piso, protección, controlan a las bandas de raterillos que roban aretes, carteras, bolsas de mandado, etc. Todo lo que se hace ahí o deja de hacerse, ellos están enterados. He ahí el por qué se llevan a cabo remodelaciones sin que se les haya tomado en cuenta, además, ahí pululan prestamistas, bandas de colombianos que prestan dinero sobre interés y, por supuesto, una plaga de narcomenudistas, con la presunta anuencia de los dirigentes. Hasta el más ingenuo sabe que de todos los movimientos ahí, los primeros que se enteran son los líderes.

Por ello, hay muchas voces que coinciden en que para que el gobierno de Alejandro Murat lleve a cabo una inversión como la que ofreció, de cien millones de pesos, dichos fondos deben ser canalizados a mejoras sustanciales de dicho centro comercial, en beneficio de los comerciantes y locatarios y no de los intereses de esas mafias que perviven explotándolos. Hacen falta pues, una limpia a fondo de tanto lastre pernicioso en el citado lugar. Son esas mafias las que debieran vigilar el estado en que se encuentra la Central de Abasto, con viejas instalaciones de luz y gas, que son un polvorín, de lo cual, esos dirigentes tienen la responsabilidad.