Proyecto Transístmico: Primer paso
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Opinión

Editorial

Proyecto Transístmico: Primer paso

 


La semana pasada, presidentes (as) municipales de la región del Istmo de Tehuantepec, suscribieron junto con los representantes del gobierno federal y del estado, la minuta por la que se concreta el proyecto presidencial del Tren Interoceánico. Hay que recordar que dicho proyecto está por cumplir año y medio de haberse anunciado y no ha dado un solo paso. Todo se ha ido en discursos, menciones y buenos propósitos. Entre los pueblos istmeños, sobre todo aquellos que se ubican en la ruta por donde transitará el famoso tren, hay un gran optimismo por lo que puede traer consigo. Se trata de un viejo anhelo que ha ido del optimismo al pesimismo, pues desde hace más de treinta años ha sido sólo un sueño irrealizable. Dicho proyecto ha tenido varias designaciones: Puente Multimodal Transístmico, Corredor Interoceánico, Plan Alfa-Omega y otros dos al menos. 

Es más, aún en el gobierno de Enrique Peña Nieto, la región istmeña fue considerada una Zona Económica Especial con sede en la ciudad y puerto de Salina Cruz, proyecto efímero, muy publicitado, pero sin concretarse. Vale la pena recordar que en una de sus raras visitas a la región, el ex presidente hizo anuncios que despertaron un gran optimismo, como la millonaria inversión que se haría en la Refinería “Antonio Dovalí Jaime” e incrementar la producción de gasolina; la construcción de un gasoducto Salina Cruz, Oaxaca y Jaltipan, Veracruz, así como la reactivación del Astillero de la Secretaría de Marina en el citado puerto. Salvo lo último, todo lo demás fue un sueño. Nada se llevó a cabo. He ahí el por qué el anuncio hecho desde el inicio del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, alentó de nueva cuenta el optimismo ciudadano.

Sin embargo, hay un factor que puede convertirse en freno al citado proyecto: la insistencia de grupos y organizaciones sociales, cuyos dirigentes dicen defender las culturas de los pueblos originarios y el territorio de los mismos, en echar abajo el proyecto referido. La región istmeña es prolífica en grupos y dirigentes vividores que, con doble discurso, se han beneficiado del chantaje y la manipulación. Un ejemplo es la Coalición Obrero Campesino Estudiantil del Istmo (Cocei) o la Unión de Comunidades Indígenas de la Zona Norte del Istmo (Ucizoni), por mencionar sólo dos. Por ello el paso dado, que representa la anuencia de las autoridades municipales es, por el momento, un paso importante.

Homicidios al alza

El tema del alza en la criminalidad en Oaxaca ha sido recurrente en este espacio editorial. Y no es fortuito. Tener la cifra nada agradable de por lo menos 15 ejecuciones cada semana, desde hace un mes, no es para echar las campanas al vuelo. La criminalidad y los homicidios dolosos no han cedido en la entidad. Ello implica que tanto los grupos criminales ya reconocidos, como las bandas comunes de delincuentes locales, no han cedido en su desafío a las autoridades. La lógica es simple: han aprovechado la fijación del gobierno estatal en torno a la pandemia, para seguir salpicando las calles de sangre. Los sicarios han matado más gente que el Covid-19. Sólo en las tres últimas semanas los asesinatos suman más de 40, en zonas ya conocidas como Tuxtepec, el Istmo de Tehuantepec y hasta en la capital oaxaqueña.

Hace poco más de una semana en este mismo espacio nos preguntábamos ¿qué ha pasado con los operativos policiales, las Bases de Operaciones Mixtas y otros mecanismos coordinados para hacer frente a la delincuencia? La capital oaxaqueña no ha estado a salvo ni de asesinatos ni de asaltos. Ya es común que circulen en redes sociales videos de delincuentes en plena faena y asaltos a tiendas de conveniencia, farmacias, bancos o centros comerciales. Ciertamente la ocupación de las corporaciones policiales en tareas como vigilancia en filtros sanitarios u operativos con el transporte, han permitido que la delincuencia ande desatada. Ello, por supuesto ha sido una prioridad gubernamental, pero no se puede buscar la salvaguarda de la vida de la ciudadanía por un lado y por otro dejarla a merced de los delincuentes.

Es impresionante que los responsables de la seguridad, estén haciendo tareas que no les competen, como la entrega de despensas o grabando videos para difundir cuentos infantiles. Es evidente que es más tolerable la comodidad de la frivolidad que estar al frente de operativos policiales para hurgar en las madrigueras de la delincuencia organizada. El mito aquel de que los grupos criminales operan en Veracruz o en Guerrero y que penetran al territorio estatal, es viejo y ya no tiene vigencia. Los grupos criminales y los cárteles de la droga –ya lo han reconocido las autoridades- operan en las diversas regiones de la entidad. Y tras de ello, obviamente, hay una estela de muerte y violencia. Y eso no es un secreto. Lo grave es que en plena contingencia sigan asesinando gente.