Día del trabajo
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Opinión

Editorial

Día del trabajo

 


Hoy se celebra en México y en todo el mundo, el “Día del Trabajo”. Trabajadores de diversas industrias, obreros, empleados pertenecientes a sindicatos o confederaciones, etc., tradicionalmente salen a las calles de las principales ciudades del país y a través de pancartas, consignas y arengas, exigen mejores condiciones laborales y el respeto a sus derechos como trabajadores. Durante la larga hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI), al frente del gobierno en México, esta fecha era, asimismo, la mejor oportunidad para ratificarle al presidente, de parte del movimiento obrero afiliado a la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y otros organismos como la CROC y la CROM, entre otras, su lealtad incondicional. Años después, esta fecha se convirtió en ícono de protestas, no precisamente de aliados del gobierno, sino opositores y adversarios. Uno de ellos en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), que según han manifestado sus dirigentes, se mantendrá al margen de cualquier protesta o manifestación, ante la emergencia sanitaria por el Covid-19.

La conmemoración internacional del 1 de mayo como el Día del Trabajo, tiene su origen en la represión de una manifestación obrera en Chicago, Estados Unidos, ocurrida precisamente el primer día de mayo de 1886. Por ello, las organizaciones laborales de muchos países refrendaron esa fecha como día internacional de la defensa de sus derechos y como una jornada de lucha, en la que expresaban sus demandas. Entre las principales estaban: la reducción de la jornada laboral a ocho horas, la indemnización por accidentes laborales, la desaparición del trabajo infantil, la reglamentación del trabajo femenil, así como condiciones dignas y seguras de trabajo y el descanso dominical. 

En México, durante la Revolución Mexicana, la Casa del Obrero Mundial, unificó a varias organizaciones obreras. Sus afiliados decidieron conmemorar públicamente esta fecha, como el Día Internacional del Trabajo a partir de 1913. Ese año se celebró el primer desfile obrero en el que participaron más de 25 mil trabajadores. Al paso del tiempo, la conmemoración se convirtió en una celebración tradicional, que pone de manifiesto, que la lucha por mejorar las condiciones laborales de los trabajadores sigue vigente. Seguramente hoy no veremos las marchas y protestas, ni escucharemos los discursos de cada año. Millones sólo lo recordarán en sus hogares.

Tiempos difíciles e inéditos

Los mexicanos y los oaxaqueños, sin duda alguna, hemos estado viviendo tiempos difíciles e inéditos, que tal vez jamás imaginamos siquiera hace sólo unos meses. Nadie advertía que, empezando el segundo trimestre de este año, íbamos a estar confinados en casa; que habríamos de estar temerosos y en zozobra ante el arribo y diseminación de un virus que recuerda a uno de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis: la peste, y nos remite hace un siglo, cuando la gripe española, también llamada influenza, dejó un saldo de al menos 300 mil muertos. Este mal, sin embargo, ha sido tan letal y brutal, que ha ido dejando aún en países desarrollados, con un poderío económico indiscutible, una secuela de desolación y muerte. Con más fuerza aún, en países latinoamericanos, en donde sigue su carrera mortal con saldos graves en contagios, decesos, colapso de los sistemas de salud, insuficientes para hacer frente a un fenómeno de tal magnitud. 

Hay un pleno convencimiento de que hasta que no haya una vacuna, cuya eficacia sea probada, la pandemia de Covid-19 continuará rompiendo la tranquilidad de la humanidad y será una amenaza permanente. Pese a la vuelta a la normalidad, el virus seguirá pendiendo como un hacha brutal sobre nuestras cabezas, pues trae consigo un elemento adicional: una crisis económica nunca vista en el país, a imagen y semejanza –dicen- del crack de la Bolsa de Nueva York, en 1929. Desabasto, miseria, desempleo, carestía, etc., están a la vuelta de la esquina y cuyos resultados se han estimado brutales en otros rubros: inseguridad, inflación y posibles estallidos sociales de inconformidad.

Sólo con fortaleza, solidaridad y unidad, los mexicanos habremos de remontar las dificultades. He ahí el por qué ha calado hondo en la sociedad mexicana el mensaje presidencial, que insiste en polarizar más al pueblo y no convocar a un gran Pacto Nacional. Nada más abominable en estos tiempos que seguir cuestionando al pasado o al neoliberalismo por lo que pasa en el mundo, dejando entrever, que se sigue anclado en el pasado. La situación parece que no la han entendido en el partido que hoy detenta el poder, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), sobre todo en Oaxaca, al tomar esta emergencia sanitaria, el escudo para hacer frente al mal, como plataforma política y de conveniencia, para hacer labores de proselitismo.