Graves efectos colaterales
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Opinión

Editorial

Graves efectos colaterales

 


De la crisis que enfrenta ya el sector turístico, ya hemos comentado en este espacio editorial. Sin embargo, con el paso de los días, el problema se acentúa mucho más. Hoy, en pleno período vacacional de Semana Santa, playas, destinos culturales y balnearios naturales lucen vacíos. Las reservaciones cayeron hasta el 5%. Cientos de hoteles no sólo en la capital sino en los destinos de playa lucen cerrados por completo. No habrá actividad en las playas oaxaqueñas, además, porque ante la amenaza de proliferación del virus, las mismas comunidades han instalado filtros, como bien lo documentamos en nuestras páginas en días anteriores. Es el caso, por ejemplo, de los vecinos de Puerto Ángel, de San Dionisio del Mar, Zipolite, Mazunte o de comunidades cercanas a Salina Cruz, que instalaron verdaderos retenes para evitar que personas extrañas, sobre todo turistas extranjeros, ingresen a sus poblaciones, previendo daños a la salud.

No obstante, la instrucción gubernamental de que pueden permanecer abiertos, los mercados de la capital se encuentran operando a su mínima capacidad. El panorama es desolador. Personas de la tercera edad que vienen de sus pueblos a vender lo poco que cultivan en sus parcelas: ejote, chayote, calabacitas, etc., permanecen todo el día sin que nadie se acerque a comprarles. Por la tarde van de regreso a sus hogares sin haber vendido un peso. Quienes venden flores, chapulines y otros productos marginales y no elementales, están peor. Sus puestos lucen fantasmales. Nuestros productores de frutas: mango, papaya, sandía y otros, no la pasan mejor. Gastan en traer el producto de cuya venta no sacan ni para el flete. Muchos han tomado una decisión: regalar o dejar que sus productos se pudran. Los tianguis, las verbenas y las ferias se prohibieron, con motivo de salud pública. 

En todo este entorno de preocupación, confusión y miedo, se dan casos en verdad dignos de encomio. Iniciativas ciudadanas, sobre todo de mercaderes, que han mostrado bolsas de verduras, carne de pollo, frutas, etc., con leyendas como: “Si puedes, dona; si no puedes, lleva”, encaminados a aliviar la difícil situación de quienes han perdido su empleo o a personas de la tercera edad, que ya no pueden valerse por sí mismas. Una lectura, sin duda alguna solidaria, dado que el llamado a la unidad es corolario de la situación de contingencia que estamos viviendo, mientras estamos a la espera de pasar a la Fase 3, que se anticipa más compleja y mortal.

Llamado urgente

Desde hace al menos una semana, el Instituto Oaxaqueño de Atención al Migrante (IOAM), ha hecho insistentes llamados para que, aquellos paisanos que pese a la situación que estamos viviendo, insisten en cruzar la frontera con los Estados Unidos e internarse en el país vecino. Puede parecer una falacia, pero hay aquellos que, por ignorancia o terquedad, no se han percatado de lo que a diario vemos en los diarios o en las pantallas de televisión, respecto a infierno que viven nuestros vecinos del Norte, con una estadística preocupante de personas infectadas y fallecidas, particularmente en Nueva York. Tampoco se han percatado del crecimiento de desempleados que han perdido su fuente de trabajo, a raíz de la emergencia sanitaria por el Covid-19. Al menos seis oaxaqueños han fallecido en estas últimas semanas por el contagio de la enfermedad que hoy mantiene al mundo en suspenso.

Gobernadores del Norte del país, como es el caso del de Coahuila y Nuevo León, han pedido al gobierno federal decretar el cierre de la frontera con los Estados Unidos. ¿A dónde quieren ir pues nuestros paisanos migrantes? Miles y miles de mexicanos están retornando al país con motivo de la Semana Santa. Cientos, seguramente, serían potenciales portadores de la enfermedad. Y otros tantos lo hacen para salvarse, habida cuenta de que a nosotros no nos ha pegado tan duro hasta el momento. Pero ello, obviamente, no es una noticia halagüeña, habida cuenta de que estamos aún en la etapa del contagio comunitario. Falta lo peor. Con justa razón comunidades del Valle de Tlacolula, han pedido a sus paisanos que retornan de la Unión Americana, a estar en un período de cuarentena, antes de convivir con sus familiares. Ello para prevenir más contagios.

Una buena medida, dolorosa para el mundo católico, fue la suspensión de los oficios religiosos de la Semana Santa, que congregaban a miles de fieles. Se han suspendido, asimismo, las calendas, convites, procesiones y misas. Los mismos ministros religiosos invitan, al tenor de lo que ha instruido la jerarquía católica, a quedarse en casa que asistir a la iglesia, desafiando los contagios masivos. Ello, por supuesto, no se opone a la doctrina de la fe. Salvar vidas y salvaguardar la salud de los fieles es también una prioridad. Esperamos pues que todos nos mantengamos en unidad, no precisamente cerca unos de otros. Las medidas instrumentadas por las autoridades son un certificado de supervivencia.