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Editorial

Escenarios inéditos

 


En los últimos días hemos visto a través de diversos medios de comunicación, escenarios que en realidad, jamás habíamos imaginado. En 2009, cuando el virus de la influenza H1N1 mutó en una mujer de 38 años de edad en el Hospital Civil “Aurelio Valdivieso” de la capital oaxaqueña y se convirtió en alarma mundial, el mismo personaje que hoy maneja la crisis sanitaria en el país, Hugo López-Gatell Ramírez, entonces Director General de Epidemiología, habría sido el responsable de un mal manejo. Eran los tiempos del gobierno de Felipe Calderón. Sin hacer comparaciones ociosas, se trató de un mal mortal, aunque menos extendido que el coronavirus o Covid-19, que hoy mantiene paralizados o semi-paralizados a países como Italia, Francia, España y los Estados Unidos de América. Sería difícil hacer un balance respecto al manejo de la crisis. Lo cierto es que aquella no tuvo los efectos que ha tenido la que hoy nos mantiene con miedo, expectantes y en zozobra.

Lo que ha estado en tela de juicio es la poca importancia que se le ha dado a la pandemia, pese a los escenarios que vemos a diario en Europa o Norteamérica. En casos como éste, el primer paso que se da es la formación de un comité o comisión para el manejo de la crisis, que requiere la participación de parte del gabinete, los gobiernos estatales, los organismos de seguridad e inclusive, las Fuerzas Armadas. Vemos con preocupación, sin embargo, un Congreso de la Unión, cuyos miembros, sobre todo del partido mayoritario, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), se sienten inmunes. Apáticos, renuentes a asumir su papel como representantes populares, ignorantes respecto a los efectos de un mal hasta hace poco, desconocido.

La suspensión de labores por parte de ciertos órganos y poderes autónomos, como es el caso de la Suprema Corte de Justicia de la Nación o el Consejo de la Judicatura Federal, al igual que algunos estatales, como el Tribunal Superior de Justicia o el de Justicia Administrativa, no se asumen como actos deliberados u oficiosos, sino por lo que implica evitar la diseminación del virus y evitar más contagios, habida cuenta de que la recomendación de las autoridades sanitarias es mantenerse a resguardo en casa. En esa misma tesitura se pronunció el gobierno de la capital oaxaqueña que preside Oswaldo García Jarquín, al declarar un receso a más de 1mil 500 trabajadores del ayuntamiento, a partir del pasado viernes 19 de marzo y hasta el 20 de abril.

Pandemia y sequía

La pandemia ya conocida llega justamente cuando la temporada de sequía ha iniciado en Oaxaca. El agotamiento de los mantos freáticos y la sobre-explotación de los manantiales y pozos que surten a una población creciente, muestra sus efectos más graves. En los años 2004-2005, se propuso la realización de un mega-proyecto, conocido como “Paso Ancho”. Se trataba de asegurar el suministro de agua potable para la capital y una veintena de municipios conurbados, por al menos cincuenta años, trayendo el vital líquido de una cuenca hídrica ubicada entre San Vicente Coatlán, Ejutla y Sola de Vega. En el proyecto estaba la construcción de un acueducto subterráneo que tendría aproximadamente 85 kilómetros de longitud. Hubo una notable inversión en estudios y proyecto. Es más, se construyó la cortina de lo que sería la presa, sin contar con los estudios de impacto ambiental, mucho menos la situación de una zona extremadamente violenta por los cultivos de estupefacientes.

El proyecto pues, fracasó. Además, la empresa que hacía la obra se declaró en quiebra y dejó abandonada maquinaria y vehículos, que hoy siguen ahí, según nuestras fuentes. De nueva cuenta, el Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de Oaxaca (Sapao), tuvo que volver a las fuentes primarias de abastecimiento, como es San Agustín, Etla y los pozos que hace años se perforaron en San Andrés Huayapam, San Juan Bautista La Raya, entre otros. Muchos proyectos han tenido como freno el chantaje de vecinos y colonos, como ha ocurrido por los rumbos de Pueblo Nuevo y comunidades de Etla, en donde han proliferado fraccionamientos que se conectan a los acueductos que traen agua potable de San Agustín, de manera clandestina.

La situación hoy, es más compleja, dado que el racionamiento ha empezado con singular dureza. Así, lo paradójico es que mientras las autoridades sanitarias recomiendan el constante lavado de manos y el aseo, resulta que hay escasez de agua, no sólo en colonias populares y marginales, sino en las de alta plusvalía. Cada año hemos padecido el racionamiento, del que no se puede culpar a Sapao, la dependencia responsable del suministro, sino a la situación de escasez de fuentes que hemos padecido desde hace más de una década. Esperemos que las condiciones de falta del vital líquido no resulten más perniciosas para los citadinos y quienes habitan en las más de 300 colonias del área conurbada y municipios aledaños.


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