Falta vocación de servicio
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Editorial

Falta vocación de servicio

 


Falta vocación de servicio
Desde hace mucho ha trascendido que el ejecutivo estatal, Alejandro Murat, tiene previsto hacer algunos cambios, enroques o aceptar renuncias en su equipo de trabajo. Algunos ya se han dado, por ejemplo, el fin de semana pasado trascendió la renuncia del Coordinador de Comunicación Social y Vocero, quien dejó el cargo para desempeñarse en la vida profesional y en un proyecto en medios de comunicación de la capital de la República. Se trata de un puesto que queda vacante, de gran relevancia, habida cuenta que es donde se maneja la imagen y las actividades del gobierno estatal, cuestión que muchas veces se ha minimizado pero que constituye un eje de la gobernanza. Una buena difusión de las actividades del ejecutivo estatal y del resto de áreas que conforman su administración, sin duda alguna contribuye a hacer realidad el derecho a la información, consagrado en nuestra Constitución, para la ciudadanía oaxaqueña.
Sin embargo, es importante subrayar que estando ya en la segunda mitad de este régimen, los funcionarios que han acompañado al gobernador en este trayecto, deben imprimirle una nueva mística de trabajo. Siempre lo hemos dicho: hace falta vocación de servicio y entender no sólo la idiosincrasia sino, sobre todo, las necesidades de los oaxaqueños más pobres y víctimas de un rezago ancestral. De ninguna manera podemos permitir que se nos vea con el rabillo del ojo, como ocurre con algunos que desempeñan cargos en el régimen actual y que, en sus conversaciones en familia o cercanos, se expresan de manera burda de los oaxaqueños que, somos en última instancia, quienes les procuramos con nuestros impuestos sus jugosos salarios.
Será solamente Murat Hinojosa, ya en su cuarto año de gobierno, quien debe convencer u obligar a sus colaboradores a cumplir con las expectativas para las que se alquilaron en su gobierno. Hace falta mística de trabajo, de lealtad institucional, de compromiso con las causas del pueblo de Oaxaca. Éste, presumimos, no es un ensayo de gobierno, sino una administración que debe cumplir medianamente con las promesas que se hicieron durante la campaña política del 2016, que contribuyeron al apoyo popular en favor de quien ahora nos gobierna. Y el ejecutivo estatal debe hacer una evaluación fría y descarnada sobre aquellos que no le han cumplido. Se entiende que los rumores de cambios y enroques en el equipo gubernamental sólo alientan el morbo mediático. Pero para muchos son necesarios y urgentes.
Hace medio siglo
Un 7 de marzo de 1970, Oaxaca fue escenario mundial de lo que entonces era, un fenómeno inédito: un eclipse total de sol. En efecto, la capital y, particularmente Miahuatlán de Porfirio Díaz se convirtieron en la Meca de la comunidad científica internacional. Aquí llegaron astrónomos de todo el mundo. En el paraje conocido como “Cerro de El Metate”, ubicado a unos diez kilómetros en la carretera 175, entre Miahuatlán y Pochutla, científicos de la NASA, la entonces Unión Soviética, Alemania, Japón, Francia, entre otros países, así como del Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Politécnico Nacional (IPN), instalaron sus campamentos, avituallados con telescopios e instrumentos para la observación del fenómeno natural. Muchos recuerdan los minutos en que hubo en buena parte del país, en Oaxaca y el sitio de observación, oscuridad total.
Desde entonces hasta el día de hoy, dicho fenómeno se convirtió en un referente importante entre los miahuatecos. El eclipse total de sol hizo que, en pocos días, dicha población se convirtiera en un ícono mundial de la observación astronómica. Las autoridades estatales y locales pudieron haber aprovechado esa situación. Lamentablemente, la violencia y la muerte, que durante décadas se enquistaron en esta cabecera de distrito, hicieron abortar todos los buenos propósitos que algunos de los científicos e instituciones participantes en las tareas de observación, tenían para Miahuatlán. Ni siquiera se pudo aprovechar la permanencia de la comunidad científica mundial, para la instalación de un observatorio astronómico o un centro de investigación.
La cantidad impresionante de científicos, periodistas, investigadores, estudiantes, observadores, grupos numerosos de hippies, con su tradicional eslogan de “amor y paz” y demás, rebasó por completo la capacidad de hospedaje tanto en la capital como en la misma comunidad aludida. Casas particulares tuvieron que ceder sus espacios para instalar en sus salas o corredores, a visitantes de decenas de países que acudieron ese 7 de marzo de 1970, a observar, cumpliendo con las recomendaciones para dicho efecto, uno de los fenómenos naturales más singulares. El día de hoy pues, se celebra los cincuenta años de dicho acontecimiento. Con certeza, será motivo de celebraciones y actos sociales o cívicos.

Hace medio siglo

Un 7 de marzo de 1970, Oaxaca fue escenario mundial de lo que entonces era, un fenómeno inédito: un eclipse total de sol. En efecto, la capital y, particularmente Miahuatlán de Porfirio Díaz se convirtieron en la Meca de la comunidad científica internacional. Aquí llegaron astrónomos de todo el mundo. En el paraje conocido como “Cerro de El Metate”, ubicado a unos diez kilómetros en la carretera 175, entre Miahuatlán y Pochutla, científicos de la NASA, la entonces Unión Soviética, Alemania, Japón, Francia, entre otros países, así como del Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Politécnico Nacional (IPN), instalaron sus campamentos, avituallados con telescopios e instrumentos para la observación del fenómeno natural. Muchos recuerdan los minutos en que hubo en buena parte del país, en Oaxaca y el sitio de observación, oscuridad total.
Desde entonces hasta el día de hoy, dicho fenómeno se convirtió en un referente importante entre los miahuatecos. El eclipse total de sol hizo que, en pocos días, dicha población se convirtiera en un ícono mundial de la observación astronómica. Las autoridades estatales y locales pudieron haber aprovechado esa situación. Lamentablemente, la violencia y la muerte, que durante décadas se enquistaron en esta cabecera de distrito, hicieron abortar todos los buenos propósitos que algunos de los científicos e instituciones participantes en las tareas de observación, tenían para Miahuatlán. Ni siquiera se pudo aprovechar la permanencia de la comunidad científica mundial, para la instalación de un observatorio astronómico o un centro de investigación.
La cantidad impresionante de científicos, periodistas, investigadores, estudiantes, observadores, grupos numerosos de hippies, con su tradicional eslogan de “amor y paz” y demás, rebasó por completo la capacidad de hospedaje tanto en la capital como en la misma comunidad aludida. Casas particulares tuvieron que ceder sus espacios para instalar en sus salas o corredores, a visitantes de decenas de países que acudieron ese 7 de marzo de 1970, a observar, cumpliendo con las recomendaciones para dicho efecto, uno de los fenómenos naturales más singulares. El día de hoy pues, se celebra los cincuenta años de dicho acontecimiento. Con certeza, será motivo de celebraciones y actos sociales o cívicos.