Día de Muertos
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Opinión

Editorial

Día de Muertos

 


Hoy se celebra uno de los festejos más tradicionales de Oaxaca. Es día de visitar los panteones y recordar a quienes ya no están con nosotros. Pero también de degustar los bocados suculentos de esta temporada: pan de yema, chocolate, tamales, mole, dulce de calabaza, etc. Como ya es tradicional en nuestro terruño y más aún en las comunidades de los Valles Centrales, Sierra Sur, Sierra Norte y la Mixteca, este día es de convivencia familiar. Miles de paisanos nuestros que radican en otros estados o en los Estados Unidos de América, han arribado desde hace días a Oaxaca.
El mexicano, como bien lo describía Octavio Paz, es alguien que hace caricaturas y hasta se burla de la muerte, aunque hacer remembranza de los muertos nos viene de lejos. Las antiguas culturas hablaban del inframundo, aquel pasaje que llevaba a las almas después de la vida terrenal para convertirse en íconos de la inmortalidad. Creían que los muertos –y ello también es compartido por otras culturales, no precisamente de Mesoamérica- recorrían un camino en el cual tenían que comer, beber agua y hasta bebidas espirituosas. Por ello, las tumbas de nuestros ancestros lejanos, los cadáveres están acompañados de vasijas y hasta de alimentos.
El Día de Muertos es pues parte de una tradición milenaria que sigue viva en la memoria colectiva de los oaxaqueños y del mexicano en general. Es, asimismo, un gran atractivo turístico que atrae tanto a nacionales como extranjeros. Hay que recordar que las comparsas y los concursos de altares son algo único en los oaxaqueños. Tanto el gobierno estatal como el municipal han procurado festejar esta fecha con una amalgama de actividades artísticas y culturales, incluyendo obviamente, los escenarios en vivo en todos los panteones tanto de la capital como de otras comunidades.
En donde reposan los restos de quienes se han ido, habrá música y comida para recordarlos. Asimismo, cohetes y rezos. Altares decorados con el tradicional cempasúchil o flor de muerto y surtidos con comida, mezcal, cigarros, etc., para que “los muertos degusten” los manjares del altar. En la capital, como en las comunidades cercanas, cabeceras de distritos o poblaciones lejanas, cada uno habrá de recordar a sus muertos, sin mayor afán que crear en la mente de quienes hoy vivimos, que el paso por la vida es efímero y por tanto, la muerte es una realidad ineluctable.

Evitar abusos

Cada temporada vacacional o de “puente largo”, es asimismo un festín para los clásicos abusadores del visitante nacional o extranjero. Taxistas que cobran más de la tarifa que tienen autorizada; propietarios de restaurantes que hacen su agosto; artesanos o comerciantes que intentan de esa manera, “matar a la gallina de los huevos de oro”. Sin embargo, nadie los vigila y menos lo sanciona. Es común el mal servicio en los mercados y en establecimiento de prestación de servicios al turismo. Fondas que cobran como si fueran restaurantes de lujo; hoteles que exigen tarifas superiores a las que tradicionalmente cobran, sin mejorar el servicio.
Otro de los problemas que enfrentan los visitantes que desde hace días atiborran parques y el Centro Histórico es la inseguridad traducida en robo de vehículos, objetos personales, auto-partes y otras. Si bien es cierto que hay operativos para salvaguardar la seguridad y a la ciudadanía en esta temporada, no faltarán los raterillos que estarán merodeando los panteones y sitios de más afluencia y cometer sus fechorías. Es necesario que la Fiscalía General del Estado disponga del personal necesario para recibir denuncias y quejas sobre hurtos o lesiones. No hay que olvidar que ahora los asaltos a transeúntes se hacen cada vez con mayor violencia.
Las zonas arqueológicas y de monumentos históricos son, asimismo, rehenes de los abusos al turismo. Cobros excesivos, saturación, falta de mantenimiento con sus consecuencias. Afuera de Mitla y Monte Albán, por ejemplo, pululan los comerciantes que toman al visitante como tabla de salvación para venderle sus productos, con pagos excesivos. A todo ello hay que agregarle el costosísimo boleto aéreo o la sobreventa de los mismos, las demoras o las cancelaciones que afectan duramente al usuario, quien está en completa indefensión ante dichos abusos, pues no se sabe de sanciones o aplicación de la ley a las empresas.
Amén de todo ello, existe la certeza de que no faltarán las manifestaciones y movilizaciones; los bloqueos y el atraco en la autopista Oaxaca-Cuacnopalan, como lo hemos visto y denunciado durante los últimos días. Ni el gobierno estatal ni el federal han intentado siquiera, con los instrumentos que tienen en sus manos, detener este atraco infame, que no solamente deja al viajero sin la cobertura del seguro en dicha súper carretera, sino además, constituye un delito, pues está tipificado no sólo como afectación a las vías generales de comunicación sino como vil asalto.