El fin
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Debates y Deslindes

El fin

 


 

 

“No olvidemos que los israelíes están cometiendo en estos momentos un genocidio contra los árabes infinitamente superior a la agresión que cometieron los nazis en el siglo pasado”.

Empieza el fin administrativo de la presidencia de don Andrés Manuel López Obrador, según sus palabras, que no dudo cumplirá como ha cumplido casi todo lo que le ha propuesto al país, se retirará a un rancho que tiene en Tabasco, herencia de sus padres, y se dedicará a escribir y criar gallinas y becerros.  No intervendrá más en la política nacional ni en las decisiones que tome su heredera, la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, que es por lo que indican las preferencias del electorado quien va a ganar las elecciones y gobernará bajo los principios de la 4T. Hasta ahora todo parece estar en esa tesitura. Gana la izquierda nuevamente y la derecha se dedica a desprestigiar a quien nos gobierna. 

Normalmente, en nuestro país existe la sana costumbre de que los expresidentes no interfieren públicamente en la vida política una vez que dejan su cargo, guardan un sabio silencio y disminuyen su vida pública a cero. Si acaso algún entierro o una fiesta los hace volver a verse en público, pero guardan absoluto silencio sobre la “res pública”. Muchos de ellos se han ido del país, del tiroteo tan duro al que son sometidos, como Carlos Salinas de Gortari que se fue a Cuba una temporada y metieron a su hermano a la cárcel ocho años, porque unió el escándalo del poder que tuvo con decenas de atracos nacionales e internacionales a las instituciones y personas; más merecía. Pero en términos generales se lleva la fiesta en paz. A don Luis Echeverría, un gobierno de derecha lo juzgó y lo condenó por la violencia que se ejerció contra los movimientos estudiantiles de 1968. Estuvo confinado con arresto domiciliario y aunque el acto fue de una gravedad extrema, no pasó a mayores. El país aceptó el evento con resignación y gustó porque los hechos del año 1968 nos dejaron lastimados a todos. 

Ahora nos aprestamos a elegir un nuevo presidente, que por lo que vemos será una mujer, la primera en la historia de México, y que yo, como buen supermacho, veo con cierto resquemor. No sé si voy a votar por ella o voy a cancelar mi voto.  

Estoy consciente de que es un acto primitivo, brutal y degradante pensar en que una mujer pueda generar problemas en los puestos administrativos y máxime en la presidencia, es una actitud de macho primitivo. Pero así lo siento. Estoy tratando de meterle razonamiento y por eso escribí esta columna, para razonarlo y manifestar un sentimiento que creo tienen muchos mexicanos en edad de votar. El prurito del machismo, una enfermedad psicológica que nos ha dañado inmensamente como sociedad. El machismo no es sólo un sentimiento mexicano, lo tienen en grado superlativo los ingleses, los japoneses, los chinos y cientos de pueblos. Yo no sé si lo han tomado en cuenta los trabajadores electorales y los partidos aquí en México, seguramente que sí. Pero no consideran que sea un factor importante y que este solamente se quede en un sentimiento interno de algunos seres primitivos como yo.

Por lo pronto, preparemos para votar. Actualicemos nuestros documentos, saquemos nuevas identificaciones si están vencidas o los que han llegado la edad de expresar su voluntad política, esta se da cada seis años para presidentes, gobernadores y senadores y cada tres para diputados; voten, votar es un acto de inteligencia.