Oaxaca, un estado sin Estado
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Oaxaca, un estado sin Estado

 


Difícilmente, se puede administrar una población donde hay tres o más protestas diarias realizadas como bloqueos, marchas, plantones, paro de labores, toma de oficinas, huelgas de hambre que hacen inconformes y que tienen como estrategia fregar la vida de sus conciudadanos. Impidiéndoles movilizarse, no entrar a sus oficinas o no poder transitar por la calle libremente. Oaxaca ha sido el estado donde tradicionalmente las inconformidades se solucionan deteniendo el libre tránsito y las actividades económicas de algunos grupos. 

En el año que terminó existieron 622 bloqueos, 112 manifestaciones, 65 marchas, 13 paros de labores, 5 plantones, 166 tomas de oficina y tres huelgas de hambre. Los administradores de este desorden se manifiestan muy contentos porque el año antepasado, 2020, las protestas ascendieron a 15 mil expresiones de descontento y ahora han disminuido. 

Hay manifestaciones que han durado seis meses como fue una huelga de maestros quienes finalmente decidieron cerrar las escuelas y que los estudiantes de primaria perdieran el año escolar. Tuvo que entrar el Ejército para retirar los plantones. Los niños de Oaxaca que terminan su primaria realmente cursan un 30 por ciento menos de clases que los alumnos de otros estados de la República Mexicana. Llegan con una enorme desventaja a las escuelas secundarias, situación que se mantiene hasta las profesionales. Porque los conocimientos que no adquirieron en la primaria difícilmente van a poder adquirirlos en otros sitios. 

Los alumnos son las primeras víctimas de esta cultura de la protesta, después sigue el comercio establecido, que una vez que los protestantes se plantan en las calles y avenidas impiden el libre tránsito de vehículos y transeúntes y la realización de cualquier actividad comercial. Después, toda la sociedad que tiene como paso esa calle o avenida. Por eso se llama bloqueo, porque impiden toda actividad.

Las personas que administran esta situación comentan que han ido disminuyendo estos paros y protestas. Afirman que se establecieron 75 mil mesas de trabajo para atender las protestas en los cinco años de gobierno que han transcurrido. 57 mil fueron por asuntos laborales, 5 mil 105 por conflictos poselectorales, 3 mil 850 por problemas municipales. Este número de conflictos demuestran que Oaxaca es un estado fallido, ineficiente y totalmente corrupto, que las leyes y la constitución del Estado y Nacional no sirven para nada y que cada uno hace lo que le viene en gana. El estado como tal está ausente.

El pacto social que tenemos escrito no es válido, la realidad supera lo que se acordó en los órganos de representación del Congreso del Estado. Nada de eso tiene vigencia salvo cobrar impuestos y que una élite defina cómo se distribuye el presupuesto y cómo pueden apropiarse del mayor porcentaje de ese dinero.

Frente a esta situación el gobierno federal ha instrumentado una serie de medidas para propiciar que el dinero llegue a manos de los habitantes y no haya intermediarios, en esa forma se ha hecho el programa de caminos en los municipios entregando el costo de la obra a sus habitantes, empleándolos como trabajadores y realizando las mismas comunidades los trabajos de pavimentación. Hasta este momento y en esa área parece que está funcionando esta medida sacando a los antiguos gestores e intermediarios de esos procesos.

Es evidente que Oaxaca, como otros estados, necesita renovar su pacto social. 

En ese sentido, son alentadoras las expresiones del nuevo presidente municipal, quien ha hecho un llamado para un nuevo pacto de los habitantes de la ciudad de Oaxaca con el objeto de lograr en el corto plazo enterrar esa negra leyenda de los plantones que identifica a Oaxaca como una ciudad injusta, llena de reclamos, ineficiente en sus órganos de gobierno, con plantones y agresiones a la sociedad civil.

¿Cuánto tiempo más podrá Oaxaca mantener esta situación? En un país que está creando mecanismos más civilizados de convivencia y donde se están disminuyendo las injusticias. Oaxaca es de los estados más beneficiados por los apoyos que entrega a la población el gobierno de la Cuarta Transformación, A pesar de ser un estado priista, el presidente ha tenido un especial empeño en dedicar tiempo y dinero para ayudar a este pueblo que, sin duda alguna, quiere y admira. Nunca habían sido tan beneficiados los oaxaqueños por un presidente. Ofreció mejorar las vías de comunicación, los hospitales y servicios de salud y, sobre todo, terminar la carretera de vía corta de Oaxaca hacia la Costa, a la cual solo le faltan 27 kilómetros, y donde nuevamente como una maldición, un grupo de oaxaqueños corruptos se niegan a vender sus tierras para que pase la carretera y se beneficien millones de personas, y si las venden, que les compren cada metro de terreno como si fuera un metro cuadrado en la Quinta Avenida de Nueva York. La corrupción como un fantasma que envuelve a este pueblo nuevamente surge para impedir el desarrollo. 

Si no fuera trágico, sería cómico que un grupúsculo de oaxaqueños ambiciosos y corruptos paren los procesos del desarrollo y lo peor es que los oaxaqueños que conforman la sociedad civil y no están involucrados con ningún grupúsculo o grupo político, no hace absolutamente nada para protestar e impedir que estos presuntos delincuentes violen sus derechos. 

Esta conducta antisocial está en todo el territorio oaxaqueño. A pocos kilómetros, la caseta de cobro de Huitzo se ha convertido en un proveedor de dinero para cualquier grupo que se atreva a tomarla y les cobre a los automovilistas o camiones la cuota de paso. Lógicamente, se quedan con ese dinero para sus gastos personales o de grupo. Auténticamente roban.  Pero ni modo, aquí nos tocó vivir.

FIN.