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  • La búsqueda de la justicia

Durante el siglo XX una de las variables que estuvo presente en la historia de la humanidad fue el modelo económico del comunismo y la presencia de los grupos de historia en la conformación del socialismo que prevaleció como forma de gobierno en los países de Europa Oriental, la Unión Soviética, China, Viet Nam y Corea.

En América, finalmente se instaló en Cuba, a escasos 150 kilómetros de los Estados Unidos cuando la política norteamericana de boicots obligó a Fidel Castro a entregarse al área socialista. En América latina se hicieron diversos intentos por establecer modelos de gobiernos socialistas, algunos movimientos de izquierda que triunfaron fueron objeto de golpes de Estado como ocurrió con Chile, donde a pesar de haber llegado al gobierno por la vía democrática, los Estados Unidos y la derecha chilena no vacilaron en darle un golpe de estado al presidente Salvador Allende.

A principios del siglo XXI quedan en el continente Venezuela y Nicaragua como muestra de esos intentos para construir una vida más justa e igualitaria, aunque más que gobiernos socialistas, parecen ser dictaduras que utilizan políticas de izquierda para mantenerse en el poder.

El marxismo, como método de estudio, afirma que la historia de la humanidad y por tanto de cualquier país, es la historia de la lucha de clases, de ser así, parte de la historia del siglo XX deberá de estudiarse a partir de los movimientos comunistas nacionales, sus integrantes, sus luchas, sus triunfos y fracasos. Lamentablemente no es así, la palabra comunismo o socialismo han perdido actualidad y solo se menciona en los libros de historia, los neoliberales afirman que con la caída del Muro de Berlín se terminó la historia. Conté esto porque en un paseo por las librerías encontré un libro de Oscar de Pablo que habla de los comunistas mexicanos

Lo compré inmediatamente, porque al ver el índice comprendí que en él estaba una parte de la semilla de la vida del Partido Comunista Mexicano. Su desarrollo, sus contribuciones a la formación de este país que se ha definido en las primeras décadas como el modelo de la revolución mexicana un estado nacionalista, con una economía de libre mercado, fuertemente protector de las clases populares y del patrimonio nacional. Me preparé para encontrar también en el texto sus fracasos y mezquindades.

Mucho antes de que se inventara el termino comunismo nuestra nación había librado grandes y pequeñas luchas que lo conducirían a su emancipación, primero de la corona española y después de los imperios que trataron de utilizar a México como cabeza de playa de su expansión territorial, de manera que la historia de los hombres de izquierda que han luchado por una patria mejor, se inicia antes del siglo XX, aunque no se llamaran comunistas. En realidad, tenemos dos siglos de estar luchando por nuestra independencia y soberanía.

“La rojería” es uno de los libros más extraños que he conocido. Tiene cerca de 150 fichas o esbozos biográficos de los que a juicio del autor Oscar de Pablo, fueron o han sido los comunistas en México quienes han contribuido a modificar la historia e iniciar movimientos sociales. Ojeando el libro me da la impresión de ser a primera vista un fichero policiaco, no tiene ninguna introducción, pero no la necesita. Al leerlo descubre uno diversos claroscuros, generaciones de hombres y mujeres llenos de valentía política que no dudaron en enfrentar los retos para que la sociedad mexicana pudiera consolidarse como una forma de gobierno democrática.

Ellos son, aunque no se les reconozca, los que plantearon y lucharon por el fortalecimiento de la soberanía nacional y la solidaridad con otros pueblos, el internacionalismo proletario, los derechos de los trabajadores, la pertenencia de la tierra para el que la trabaja, las instituciones que fortalecerían al estado como brazo conductor del desarrollo. Fueron la vanguardia de la izquierda de México y de muchos otros países latinoamericanos. Los comunistas contribuyeron a orientar el rumbo y la forma al estado.

En el texto además de los nombres conocidos y publicitados ampliamente por la prensa aparecen otros no tan conocidos, al menos para mí. Junto a Diego Rivera, Luis Arenal, David Alfaro Siqueiros, Valentín Campa, Juan de la Cabada, aparecen otros como Grandizo Munis, Charles Francis Phillips, Mike Gold, y Assunta Adelaide, que conocimos como la legendaria Tina Modotti, Asunción Concha Michel, una de las más destacadas impulsoras de los derechos de las mujeres y Liiu Rosovsky, tío de mi amigo José Rosovsky, del que nunca nos había hablado. La lista de cerca de 150 personas y otros tantos, sería complicado transcribirla en una nota periodística. Es una lástima porque son todos ellos luchadores, dueños de una conciencia social, dispuestos a los sacrificios personales por el bien común. Con una cultura revolucionaria que fueron aplicando en las distintas áreas donde se desenvolvieron, desde las artes plásticas, la pintura, la educación, las tareas de gobierno hasta la agitación y las manifestaciones que encabezaron.