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Debates y Deslindes

Los dos México

 


Jorge Zepeda Patterson en El País  y Richard Baldwin, en el Washington Post, argumenta que hay que aplanar tanto la curva de contagio como la curva de la recesión. La idea es que si pones una cuarentena rápida, la economía recibirá un gran shock, pero puedes volver más rápido a la normalidad. Peterson y marginalmente Baldwin, también ponen el índice en la situación de México y la división interna que existen en el país entre los  distintos grupos  sociales.

México y los países emergentes o subdesarrollados han estado divididos entre ricos y muy pobres. Las inversiones y las políticas públicas que se han instrumentado no han contribuido a cerrar esa brecha, más bien la han ampliado. La división económica de ingreso determina todo, la forma de vida, el consumo de alimentos, los códigos postales donde vives y lo más importante los códigos de comunicación que se manejan. Los gobiernos anteriores que implantaron el neoliberalismo solo gobernaban, beneficiaban y se comunicaban con el 20 por ciento de la población.

Era y es un México elitista y cerrado que genera injusticias y desigualdades.

Los pobres, por llamarlos de alguna manera, entre el 60 y el ochenta por ciento de la población no existían más que para llevarlos a votar. No se instrumentaron políticas públicas para ellos, no se diseñaron estrategias destinadas a mejorar su vida, Era sólo objeto de negocios para que a través de obras públicas pudieran los elegidos del régimen robarse el dinero de la nación.

 

Ahora a ese 70 por ciento de la población que son pobres o muy pobres tienen un Presidente que les habla en su código de comunicación, planea programas de gobierno, les dedica tiempo a comunicarse, visita, convive, come donde ellos comen y hablan el mismos idioma. El otro 20 por ciento grandes industriales, comerciantes al mayoreo, corredores de negocios públicos y privados, intelectuales no entienden al Presidente, afirman que los tiene abandonados, que les cerró las puertas.  Que se dedica a favorecer a otros grupos. El  escenario que estamos viviendo y las protestas que que han dado un grupo de  comerciantes e  industriales quiere decir que verdaderamente durante años el 70 por ciento de los mexicanos estuvieron en el abandono.

Esta situación ha demostrado que vivimos dos Méxicos, y  están totalmente incomunicados. Lo que entienden los pobres, 70 millones de mexicanos no lo entiende el otro porcentaje que se han beneficiado con el resultado económico de la llamada de la revolución mexicana y de 36 años de neoliberalismo económico. Ese es el principal problema que estamos viviendo en este momento y que nos ha enfrascado en una lucha que tiene diversas manifestaciones, entre ellas la violencia hasta ahora incontrolable que maneja la prensa escrita y los medios electrónicos patrocinados por una clase empresarial parasitaria.

Los que ahora protestan miembros de la iniciativa privada han mermado la confianza ciudadana. En el año  2012, con el PAN, tomaron el poder y llegaron  los gobiernos más corruptos de nuestra historia. En ellos participaron empresarios riquísimos  aclimatados a un sistema que si bien les impedía modernizarse respecto  al desarrollo, les daba la oportunidad de hacer estupendos negocios. Si bien tienen el repudio popular que los cataloga como una de las peores clases políticas, son infinitamente ricos y aun en la crisis, quieren ver que leña sacan para su beneficio.

Este grupo  de  protestantes que se sienten abandonados, desde que vieron la fuerza  del Peje como líder popular y al  iniciar el sexenio armaron una embestida llena de violencia para crear  un clima de hostilidad,  que hasta hoy mantienen, se confrontan,  impiden obras con amparos,  crean revistas para oponerse, fundan organismos para formar cuadros, lo más fuerte tiene que ver con el mantener el aparato mediático para crear una guerra sucia brutal. El dinero viene de algún sitio y ese sitio se conoce bien, una vez que se  cerraron las arcas de la Presidencia de la República, los recursos vienen del sector  privado, no hay otro lugar.

Tiempos históricos e inéditos los que estamos viviendo. Si por primera vez en el país se manifiestan tantas contradicciones, tantas voces disímiles,  es porque existe un clima de libertad absoluta. Por primera vez tenemos una prensa libre de la mano gubernamental, que en algunos casos  se vende al mejor postor y defiende sus intereses económicos y de clase,  por primera vez hay una administración que avanza en sus programas y mantiene el rumbo a pesar de la confrontación; la prensa, el gobierno los grupos sociales tienen posibilidad de manifestarse. Vivimos como consecuencia de la cuarta transformación un clima de libertad inédito en el país. Ese clima de libertad también hay que abonarse a AMLO.

 El problema del coronavirus COVID 19 es más grave de lo que pensamos porque nadie sabe con exactitud qué va a pasar  y los resultados dependen de infinitas variables, dice el profesor Richard Baldwin, maestro en  Economía Internacional en el Instituto de Posgrado de Estudios Internacionales y de Desarrollo en Ginebra, “Si no implementas una cuarentena para ahorrar dinero, estás frente a un asunto moral y no económico”.

“Hay que actuar rápido y hacer lo que sea necesario”, dice Baldwin. Combatir y enfrentar las cuarentenas y otras medidas de contención son un imperativo moral frente a la pandemia “porque están muriendo personas que no deberían estar muriendo”, en países donde se pueden asumir los costos del confinamiento y los rescates financieros para proteger la economía. El problema es que los hospitales no son capaces de dar el tratamiento apropiado y algunas personas mueren porque no reciben el tratamiento que necesitan, aunque esta enfermedad es muy contagiosa, pero no tan letal como otras pandemias. México está haciendo lo que debe en el área de la salud pública, ahora depende de los millones de mexicanos lo que va a pasar. Realmente una situación grave.

Es poco lo que se puede añadir a lo que ya se ha dicho hasta en exceso sobre este tema. Hay una cosa que usted apreciado lector puede hacer, no salir a la calle, guardarse  en su casa.