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Opinión

De Frente y de Perfil

¿Qué sigue?

 


Una nueva respuesta exitosa tuvieron los convocantes a la concentración en la Plaza de la Constitución (Zócalo) de la Ciudad de México.

La plaza lució pletórica, uniformados los y las asistentes con blusas, playeras y camisas rosas. La cantidad es lo de menos, el sitio estaba lleno, a reventar.

Misión cumplida dijeron los convocantes, aunque no dijeron que sigue.

Después de la marcha del 13 de noviembre, quienes se han convertido en los convocantes dejaron pasar una magnífica oportunidad para mostrar qué es lo que sigue y hasta donde llegarán.

Es cierto el INE y su permanencia como actor principal de las elecciones es el tema, pero detrás de ello persiste la idea de fomentar el rechazo al Presidente López Obrador.

Lo primero les salió bien, en dos ocasiones, aunque ahora el tema se encuentra en la Corte, la que analizará si es o no inconstitucional la reforma electoral, conocida como Plan B.

Las movilizaciones sirvieron para mostrar que hay poder de convocatoria, que la ciudadanía está ávida de mostrar su rechazo a la política gubernamental, aunque no se sabe a qué rumbo se dirige esa masa que quieren reencauzar hacia las preferencias electorales.

Los que se oponen a la desaparición del INE, aunque no existe tal propósito, pero si su adelgazamiento en varios rubros, no necesariamente pueden integrarse en un solo ente que dispute la Presidencia de la República.

Y es que los convocantes a las dos movilizaciones provienen de distintas corrientes, la empresarial y la política, pero no necesariamente van de la mano.

El despertar de México (en realidad de sus ciudadanos) es usado como muletilla repetida una y otra vez y catalogan como un triunfo esas amplias concentraciones.

Hay algo de razón en ello, aunque con mítines, manifestaciones, marcha o concentraciones de cada tres o cuatro meses no alcanza para formar una oposición fuerte que se enfrente en las urnas a Morena.

Por el momento el mayor triunfo que tienen es que su principal promotor sea el Presidente de la República que arremete una y otra vez contra ellos. Dándole mayor importancia de la que en realidad viene representando esa masa humana.

Como réplica a la manifestación circulan encuestas que muestran que la popularidad del Presidente continúa arriba del 60 por ciento y ese capital político lo avala.

Es cierto que López Obrador no estará en la boleta en 2024, pero sus opositores no encuentran por ningún lado una cabeza que los rientes y guíe por las rutas adecuadas para hacer de los comicios presidenciales una verdadera lucha por el voto.

Hasta el momento los convocantes no encuentran como transferir las movilizaciones hacia un sendero que pueda transformarlo en posibles votantes para 2024 y tampoco encuentran el camino para hacerlo expansivo.

Los partidos de oposición no tienen cartas fuertes para conformar una alianza seria y competitiva y los de los grupos empresariales menos. Las figuras de José Woldenberg y José Ramón Cossío han sido tentadas, pero solamente disfrutaron de su momento de esplendor como oradores principales, mientras que otros voltean hacia la figura de Beatriz Pagés, pero ella fue candidata del PRI en 2018 en la capital del país y quedó muy rezagada.

Las opciones escasean y no se advierte de donde pudiera surgir es figura emblemática y con carisma que compita con la corcholata privilegiada y mientras pueden seguir organizando marchas, concentraciones y mítines de relumbrón que solamente dejan un ligero sabor agradable en la boca.

 

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Ya no aguantó más los insultos presidenciales y Santiago Creel salió a responderle al Ejecutivo lo ingrato que es, recordándole lo favores que le hizo en el pasado. Se sabía de una relación cercana entre y otro, por la ayuda que como abogado le prestó el panista al hoy Presidente y eso que no incluyó la elección del 2000, cuando Creel decidió no impugnar el triunfo de López Obrador en el hoy desaparecido Distrito Federal, ni siquiera la forma en que obtuvo la candidatura. Esa postura asumida por Creel es la que se requiere para un candidato, aunque el panista siempre se ha mostrado como un político recatado y demasiado ortodoxo…Pareciera que las cosas en el feudo de Delfina Gómez no son tan halagüeñas como dicen. La licencia de Higinio Martínez en el Senado de la República, para irse como delegado especial a la campaña son un signo alarma

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