Policías buenos que después fueron malos
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Opinión

De Frente y de Perfil

Policías buenos que después fueron malos

 


A lo largo de la vida moderna en México han existido una serie de personajes policíacos considerados como superpolicías que alcanzaron grandes reconocimientos y terminaron por ser vinculados en asuntos ilícitos de todo tipo.
Y es aquí donde vale la pena cuestionarse siempre fueron así o cambiaron con los reconocimientos a lo que es parte de su labor.
Lo ocurrido con Genaro García Luna no es inédito, sino una constante dentro de la vida pública nacional, aunque en algunos casos los señalamientos vienen del exterior y no dentro del territorio nacional.
Eso sí, García Luna es el más alto funcionario de gobierno en ser acusado de crímenes y componendas en el combate a la delincuencia, por encima de aquellos que encabezaron el Instituto Nacional para el Combate a las Drogas, de efímera vida.
Jesús Gutiérrez Rebollo, Divisionario y Mariano Herrán Salvati, fueron señalados de delitos varios y sufrieron prisión después de ser reconocidos por su trabajo al frente del INCD. El general murió en prisión y Herrán pasó tres años encarcelado.
Los dos dirigieron ese Instituto creado para frenar uno de los principales flagelos de las décadas recientes en México y aunque en etapas distintas fueron recluidos en prisión.
Antes de ellos existieron muchos otros personajes calificados de superpolícias con amplios reconocimientos que fueron vituperados con o sin razón por sus actividades en ese rubro, otros más sufrieron prisión y hasta asesinados, después de amplios reconocimientos desde las esferas del poder, incluso del extranjero.
Los principales problemas que han enfrentado son los señalamientos de corrupción, torturadores y vínculos con la delincuencia organizada, especialmente con los cárteles de la droga que son considerados como sus principales enemigos.
Aquellos que participaron en la lucha contra la guerrilla en la llamada “Guerra Sucia”, alcanzaron gran notoriedad, especialmente los que procedían del Ejército y fueron parte de la extinta “Brigada Blanca”.
Casos como los de los generales Francisco Quiros Hermosillo y Mario Arturo Acosta Chaparro que del Ejército pasaron a colaborar en acciones civiles, ganando notoriedad y reconocimientos y fueron a dar prisión, indiciados por delitos contra la salud, además de ser señalados siempre como torturadores, entre otras cosas.
Jesús Miyazawa, otro ex militar surgido de la DFS fue procesado en Morelos y condenado a siete años de prisión. El había logrado amplios reconocimientos por “descubrir” al responsable de los asesinatos del reconocido político Gilberto Flores Muñoz y su esposa.
Especial es el caso de Arturo Durazo Moreno, quien con métodos nada claros había conseguido contener la delincuencia en la capital del país, durante el gobierno de José López Portillo. Al término de su gestión se convirtió en prófugo y después pasó varios años en la cárcel.
El operador de Durazo Moreno fue Francisco Sahagún Baca dueño de una leyenda negra, aunque se perdió en el anonimato y con ello no fue perseguido.
Miguel Aldana Ibarra, ex director de la Judicial Federal y de la Interpol en México, fue señalado por presuntos nexos con el narcotráfico, aunque fue exonerado y José Antonio Zorrilla Pérez, ex director de la DFS pasó años en prisión, acusado de la muerte del periodista Manuel Buendía.
Otros casos son los de Florentino Ventura, José Salomón Tanus, Miguel Nazar Haro, Rosalino Ramírez, Antonio Sam López y otros más que en su mejor momento lograron grandes reconocimientos y después fueron señalados por diversos actos ilícitos, muchos de ellos sin comprobación.