Sobre la ceguera
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

CONTRANARRATIVAS

Sobre la ceguera

 


Es imposible, al menos para quien escribe esta columna, enlistar todos los sectores, espacios, rutinas y actividades que se vieron afectados por la pandemia. Sin embargo y sin lugar a duda, el sector cultural fue uno de los más afectados ya que por cerca de un año las salas de conciertos estuvieron sin músicos ni instrumentos, los teatros cerrados sin dar ninguna de las tres llamadas y en absoluto silencio, y los museos con capas de polvo que se acrecentaban con el transcurrir de los días. Por eso con los cambios de nuestros semáforos estos recintos culturales abrieron de par en par sus puertas (eso sí siempre cuidando las medidas sanitarias necesarias) repensándose y reorganizándose en estos tiempos extraños de una acostumbrada incertidumbre.

Un ejemplo: en Ciudad de México hay un teatro muy famoso no sólo por la cantidad enorme de obras, actores y actrices que han desfilado en su escenario sino por la majestuosidad de la fachada pintada por el mismísimo Diego Rivera. Estoy hablando del teatro que está en una de las avenidas principales de la ciudad, la avenida Insurgentes, hablo del Teatro de los Insurgentes.

En estas semanas resalta en su marquesina la puesta de escena “Blindness”, palabra de lengua inglesa que traducida al español significa ceguera. Ahora el lector puede preguntarse con toda la justicia y derecho por ejercer como lector: ¿Por qué describir una puesta en escena en un contexto como el nuestro? ¿Por qué hablar de la narrativa en una marquesina de la gran ciudad capital?

Aunque importante pero no siendo el factor principal está el hecho de que la puesta en escena no cuenta con ningún actor en escena, pues respetando de manera particular los lineamientos de sana distancia, la narración se vuelve sensorial a través de sonidos, silencios y luces, espacios marcados entre cada uno de los asistentes y la voz de Marina de Tavira quién se vuelve la narradora que nos sumerge en la historia. La pandemia ha obligado, al menos en esta ocasión, a involucrarnos de manera diferentes en las historias contadas donde el narrador sin estar presente lo está, lo escuchamos y sentimos.

Sin embargo, lo que sin duda obliga a colocar esta puesta en la discusión es la historia que nos traza, el caos y la pandemia que nos dibuja, pues la obra es una adaptación de la famosísima novela del novelista portugués José Saramago “Ensayo sobre la ceguera”, historia en la cual Saramago nos describe en cada una de sus páginas una pandemia sin aparente explicación cambia la vida en un breve instante, de un día para otro. 

La pandemia que toma lugar en una ciudad que bien puede ser la nuestra, de manera más que repentina va esparciendo y contagiando a cientos y miles de personas en pocos días de una ceguera blanca e inevitable entre los habitantes volviéndolos vulnerables, rompiendo con la estructura y el orden social para dar paso a un estado caótico donde las peores pasiones humanas se hacen presentes. La ceguera de los enfermos evita ver el dolor del otro, sólo preocupados por el propio, mientras que la única persona que aún conserva la vista en una pandemia desoladora donde los muertos y enfermos se cuentan por millares es sólo quién puede sentir el dolor de los demás, empatizar e intentar humanizar de nuevo lo deshumanizado. Pese a los esfuerzos de los gobernantes y del resguardo de los enfermos en las casas la pandemia no cesa, el miedo y el caos se vuelven las únicas constantes. ¿Suena familiar?

En esta narración, trasladándonos a un escenario donde en diciembre cumplimos dos años desde el primer caso confirmado del Covid- 19 la alerta de Saramago se vuelve más que tenebrosa. ¿Nos acostumbramos a un escenario de incertidumbre donde la pandemia nos evita ver al Otro? ¿Nos hemos acostumbrado a ser quienes no miramos? ¿Somos ciegos ya ante nuestra realidad? ¿Hemos dejado de ver? Eso, en un país como el nuestro, dónde la pandemia se ve tan lejana a ser controlada, y nuestra insensibilidad y la de los gobernantes es cada vez más normal, ¿será la pandemia en la pandemia, así como la pandemia de la ceguera en la pandemia actual del coronavirus? Una pregunta válida que sale del escenario del Teatro Insurgentes y hace sentido en nuestra inmediatez, en lo cotidiano: entonces ¿hay futuro? 

 

*Politóloga- UNAM

Twitter: AValentin