Trastornos temporomandibulares
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Comentario Pediátrico

Trastornos temporomandibulares

 


Esta condición es un término colectivo que abarca numerosos problemas de salud, donde se incluyen los músculos de la masticación, articulaciones mandibulares y estructuras asociadas como dientes, oído y cuello.

Por su participación durante la masticación, lenguaje y gesticulación, la articulación de la mandíbula con el cráneo es de las más activas en la vida de toda persona. Para su función participan además de las estructuras óseas señaladas, otros elementos orgánicos (músculos, tendones, vainas fibrosas, líquido articular, etc.) que deben tener integridad anatómica y funcional adecuada a lo largo de la vida para cumplir su función específica.

Debido a que existen infinidad de circunstancias que pueden modificar la estabilidad y funcionamiento adecuado de esta articulación, se establece que entre el 40 al 50% de cualquier población puede presentar algún trastorno derivado de esta afección, que generalmente se atiende más en la etapa adulta, por falta de atención en la detección temprana durante la infancia por carencia de un examen clínico completo y capacidad apropiada del personal de atención primaria institucional y particular.

Como en muchas otras condiciones corporales, se asume siempre que el niño nace con un estado libre de alteraciones, que se expresan como un perfecto equilibrio entre sus estructuras y las funciones. La articulación de la mandíbula -por delante de cada oreja se identifica el extremo superior de la mandíbula, que se mueve bajo un espacio del hueso temporal del cráneo- puede tener alteraciones a partir de un nacimiento con problemas (traumático) en la función mandibular, simetría o sincronización del movimiento, con posibilidad de poder desencadenar dolor en la articulación.

Posteriormente, los cambios que ocurran en el transcurso del crecimiento y desarrollo del niño, con el brote de piezas dentales temporales y definitivas, sobre esa articulación, son mínimos. En forma contraria, pueden existir elementos del desarrollo del cráneo y/o mandíbula cuyo patrón hereditario o por influencias externas como los malos hábitos, se puede condicionar que su desarrollo se realice fuera de los límites de la normalidad.

Lamentablemente, por el grado de adaptabilidad excesivo que realiza el niño ante la alteración, las manifestaciones como síntomas anormales, no se expresan en forma tan severa para justificar la evaluación inmediata, pero cuando se sospeche y se confirme también debe incluir en su evaluación la posibilidad de adaptabilidad progresiva para sus etapas de maduración y adulta. Bajo estas circunstancias, la disminución de la capacidad adaptativa estructural durante la adolescencia y en la juventud provocará un aumento paulatino notorio de alteraciones temporomandibulares a partir de los 15 años.

Estos trastornos también pueden ser secundarios a eventos traumáticos, afecciones locales, enfermedades sistémicas, infecciones, estrés, maloclusión, pérdida de piezas dentales posteriores, malformación ósea (de elementos articulares), alteraciones neurológicas, sobrecarga funcional y medicamentos.

Existen en forma adicional otros factores que influyen como factores precipitantes, como el trauma o un exceso de uso, actividades repetitivas con la mandíbula en una posición anormal o bajo una carga anormal, como cuando se toca un instrumento de viento, la postura que se tiene con el violín o durante el sueño, que pueden precipitar episodios o incrementar el dolor de este trastorno. Los factores que pueden hacerlo más continuo o recurrente establecen las señaladas como actividades no funcionales, exceso de uso, enfermedades sistémicas, factores oclusales y estrés emocional.

Entre las actividades no funcionales se incluyen apretar, rechinar o golpear los dientes, morderse las mejillas o los labios. El bruxismo es un trastorno del movimiento caracterizado por rechinar y apretar los dientes. Es más frecuente en los varones cuando se manifiesta durante el día, ya que el producido durante el sueño es indistinto al género. Las causas del bruxismo pueden ser establecidos en tres categorías: por factores psico sociales, oclusales (entre piezas dentales) y por enfermedades neurológicas.

Las alteraciones en la oclusión dental en ocasiones se consideran como consecuencia del trastorno o bien como causa de este. En los periodos de dentición mixta pueden notarse desviación mandibular y limitación en movimientos de apertura y cierre, además de lateralidad de la boca, que pueden asociar la aparición de ruidos articulares variados que percibe el niño, con dolor en algunos músculos masticatorios. Bajo estos cambios especiales es conveniente que se tenga la evaluación por odontopediatría en forma periódica para detectar afección articular asociada y establecer su manejo temprano.

Las enfermedades sistémicas que afectan al tejido conectivo (autoinmunes), pueden generar afección también en esta región articular y deberán ser considerados en su manejo integral con valoración por odontopediatría.

Entre los traumas se señalan fracturas o golpes secundarios a vehículos en movimiento, caídas, luchas, asaltos o golpes contusos a la mejilla, que en forma primaria desarrollan chasquidos durante movimientos de apertura y cierre.

Las manifestaciones pueden ser muy variadas, pero las más frecuentes son chasquidos y ruidos articulares, sensibilidad con dolor a la palpación lateral y posterior de la articulación especialmente cuando se mastica, habla o se abre la boca para cantar o bostezar, dolor de cabeza y molestias en los músculos de la parte lateral de la carao la cabeza, sonidos de chasquidos, estallidos o chirridos cuando se abre o cierra la boca, dificultad para abrir mucho la boca y/o quedar trabada la mandíbula, sensibilidad de los músculos masticatorios al palparlos, limitación de los movimientos mandibulares, el rechinar nocturno y el apretar exagerado e involuntario de los dientes, dolores de cabeza, desgaste dental, las interferencias en poder mantener posición céntrica de las piezas dentales (al mostrar los dientes), el dolor alrededor de piezas dentales con o sin dificultad durante la masticación. Son menos comunes, aunque más representativos el dolor facial difuso, dolor de oído, zumbidos y la hipermovilidad mandibular.

Información completa en: https//alevascommx.blogspot.com