Marihuana en adolescentes
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Marihuana en adolescentes

 


La marihuana es una mezcla gris-verdosa de hojas y flores secas trituradas del cannabis sativa, la planta del cáñamo. Aparte de su consumo en forma de cigarros, la marihuana también se puede usar para preparar té y, especialmente cuando se vende o consume con fines medicinales. A menudo se mezcla en alimentos (comestibles) como brownies, galletas o dulces. Las formas más potentes de marihuana incluyen la sin semilla (proveniente de plantas femeninas de atención especial) y las resinas concentradas que contienen altas dosis de los ingredientes activos, como el aceite de hachís similar a la miel, el budder suave y ceroso y el firme (shatter), con aspecto de ámbar.

La principal sustancia, responsable de la mayor parte de los efectos embriagadores que buscan las personas es el delta-9-tetrahidrocannabinol (THC). Esta sustancia se encuentra en la resina que producen las hojas y los brotes, principalmente de la planta hembra de cannabis. La planta también contiene más de 500 sustancias químicas, incluidos más de 100 compuestos que están relacionados químicamente con el THC y se conocen como cannabinoides.

En el cerebro, para la transmisión de diferentes tipos de estimulación celular (neuronas), participan sustancias (neurotransmisores) variadas. Por sus componentes químicos en forma natural, tenemos neurotransmisores similares a los cannabinoides, que participan en las regiones del cerebro que influyen en el placer, la memoria, el pensamiento, la concentración, el movimiento, la coordinación, la percepción del tiempo y el espacio. Por su composición química parecida, el THC tiene capacidad de unirse a los receptores específicos, alterando su activación normal con efectos anormales. En el hipocampo y la corteza orbitofrontal, que son regiones del cerebro que permiten que una persona forme recuerdos nuevos y cambie su foco de atención, el consumo de marihuana disminuye la capacidad de pensar e interfiere con la capacidad de una persona para aprender y realizar tareas complicadas. El THC también altera el funcionamiento del cerebelo y los ganglios basales, que son regiones del cerebro que regulan el equilibrio, la postura, la coordinación y el tiempo de reacción. Este es el motivo por el cual, quien ha consumido marihuana podría no estar en condiciones de conducir en forma segura y podría tener problemas para realizar deportes u otras actividades físicas.

Cuando se fuma marihuana, el THC y otras sustancias químicas de la planta pasan de los pulmones al torrente sanguíneo, que rápidamente los transporta a través del cuerpo hasta el cerebro. La persona comienza a sentir los efectos en forma casi inmediata. Muchos experimentan una euforia placentera y una sensación de relajación. Otros efectos comunes, que pueden variar ampliamente de persona a persona, incluyen una mayor percepción sensorial (por ejemplo, colores más brillantes), risa, alteración de la percepción del tiempo y aumento del apetito.

Si se consume en alimentos o bebidas, los efectos demoran un poco más – después de 30 minutos a una hora- porque la droga debe pasar primero por el sistema digestivo. Al comer o beber marihuana, la cantidad de THC que ingresa al torrente sanguíneo es considerablemente menor, que cuando se fuma una cantidad equivalente de la planta. Debido a los efectos más lentos, es posible que las personas consuman inadvertidamente más THC del que tenían intención de consumir.

Un efecto que provoca que el consumidor crea que la mariguana no provoca dependencia, es que el THC es secuestrado por el tejido graso y se libera lentamente por dos y hasta tres semanas, enmascarando el síndrome de abstinencia.

Las experiencias placenteras con la marihuana no son de ningún modo universales. Hay personas que, en vez de relajación y euforia, sienten ansiedad, miedo, desconfianza o pánico. Estos efectos son más comunes cuando se consume demasiada cantidad, cuando la marihuana es más potente de lo esperado o si la persona no tiene experiencia. Quienes han consumido grandes dosis de marihuana pueden experimentar una psicosis aguda, que incluye alucinaciones, delirio y la pérdida del sentido de identidad personal. Estas reacciones desagradables -si bien temporarias- se diferencian de los trastornos psicóticos más duraderos (como la esquizofrenia) que pueden estar relacionados con el consumo de marihuana en personas vulnerables.

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