Muchas promesas; cero infraestructura
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Carpe Diem

Muchas promesas; cero infraestructura

 


Hace muchos años que en Oaxaca no se concluye una gran obra de infraestructura. Nada en cuanto a carreteras, en cuanto a puertos o aeropuertos, sistemas de telecomunicaciones, redes de distribución de servicios, sistemas de gestión de basura, mucho menos hospitales.

Hay muchas promesas y las ilusiones sobran, pero ninguna sociedad puede prosperar con base en meras palabras y nada de realidades.

Desde hace por lo menos cuatro sexenios estatales se ha prometido la carretera al istmo. Es la fecha en que no se concluye y se trata apenas de una súper carretera, ni siquiera alcanza el nivel de autopista. En ese mismo lapso, desde los años 90, el bajío, el occidente y el norte del país han tenido tasas de crecimiento similares a las de países asiáticos. Sus infraestructuras se han multiplicado y su nivel de vida se ha elevado mucho más que el nuestro no solo en lo económico, sino también en algo fundamental: lo educativo.

Por cuanto al corredor transístmico también vivimos un cuento de nunca acabar. Por lo menos, en la era moderna, desde José López Portillo, han prometido la abundancia, cada presidente desde entonces ha tenido un proyecto que jamás se ha concluido. Fox propuso su plan Puebla-Panamá, Peña Nieto su plan de “zonas económicas especiales”.

El paso a través del istmo ha sido un sueño desde la llegada de los españoles en el siglo XVI. En el siglo XIX se quiso materializar aprovechando el curso del río Coatzacoalcos en la parte navegable y extenderlo con una vía de ferrocarril. La idea era buena y pudo haber sido un gran negocio para el Estado vía impuestos. Durante un tiempo se ofreció el viaje desde la costa este de los E.E.U.U.  a la costa oeste partiendo de Nueva Orleans, atravesando el istmo en carruajes para abordar un barco en Salina Cruz hacia San Francisco. Durante unos años fue realidad y buen negocio, aunque el viaje era muy difícil y muchas veces mortal. Las enfermedades tropicales acababan con propios y extraños.

Hoy pretende el presidente rehabilitar la vía existente, mejorar los puertos y construir parques industriales. El proyecto es bueno, falta que puede concluirse. Y esta es la parte difícil porque el principal enemigo de estas obras de infraestructura siempre hemos sido los propios oaxaqueños y el eterno conflicto de la modalidad social en la propiedad de la tierra: es de todos, pero de ninguno, lo que se presta al eterno chantaje social y bloqueo de las obras.

Con el caso del corredor transístmico no debemos hacernos muchas ilusiones. Es verdad que se está gastando mucho dinero, pero también es verdad que es muy difícil que las grandes navieras y la enorme competencia en el transporte marítimo hagan viable la maniobra de descargar contenedores en Salina Cruz, que carece de suficientes grúas, montarlos en un ferrocarril y volver a cargarlos en otro barco en Coatzacoalcos. La idea es descabellada.

Por lo que son los parques industriales también están en el plano de las ilusiones. Si bien están ofreciendo incentivos fiscales sigue faltando lo principal: la mano de obra calificada. Las empresas que intentan atraer al istmo son del ramo de las armadoras automotrices que necesitan ingenieros calificados para hacer funcionar tan complejas plantas y aquí, el sistema educativo encabezado por la Sección 22 es el principal enemigo. La ideología del magisterio es anti empresarial. Así ha sido y así lo exigen con la implementación de su “plan para la transformación de la educación” que no es más que un programa ideológico que les enseñará lenguas nativas en lugar de inglés, que les enseñará a trabajar la tierra con arados egipcios, pero no con equipos tecnológicos, que les hará ver a los empresarios como enemigos y explotadores y, por tanto, indignos de estar en nuestras ancestrales tierras.

Ahora, cuando nuevamente tenemos la oportunidad de atraer empresas extranjeras a invertir en Oaxaca debido al “nearshoring”, es que vemos la necesidad de tener una educación de alto nivel y de calidad. Pueden traer carreteras, gasoductos y telecomunicaciones, pero no habrá mano de obra calificada. Miles de jóvenes pagarán la irresponsabilidad de gobernantes que entregaron la educación a manos de una mafia magisterial irresponsable, y que este gobierno tiene la tentación de volver a dar más y más.

El sexenio de Murat brilló por la ausencia de obras. Las pocas que hizo son pequeñas, intranscendentes e inconclusas. Se gastó los créditos autorizados en caprichos apara su esposa, como el centro gastronómico o el santuario de la seda de San Pedro Cajonos. Demolió el teatro Álvaro Carrillo para construir un cascarón inservible, no pudo concluir ni siquiera un tramo carretero de poquitos kilómetros de aquí al aeropuerto.

Este gobierno promete concluir todo lo que los otros no concluyeron; es la obligada promesa de campaña. Hay una obra, promesa de la 4T oaxaqueña, que nunca debe hacerse: entubar el río Atoyac.

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aa

 

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