Voces de la transición
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Carpe Diem

Voces de la transición

 


Pocas veces como ahora necesitamos voces. Corremos el peligro de que termine por imponerse una sola voz, no solo porque goza de un poder absoluto sino también porque controla un aparato propagandístico demoledor y autoritario que no tolera una voz disidente, mucho menos un pensamiento libre y crítico.

Nuestro deber cívico nos obliga a participar en política. Y no, no se trata de que salgamos en busca de un hueso. Hacer política es tan sencillo como interesarse en ella, informarse y, por lo menos tener una opinión fundada y acudir a votar.

Lo deseable no es limitarse a opinar, todo el mundo opina de todo a pesar de no saber del tema. Las leyes nos dan libertad para opinar y las redes sociales nos permiten toda clase de excesos atrincherados en el oscuro anonimato que envalentona a cualquier cobarde.

El filósofo italiano Umberto Eco lo dijo muy claro poco antes de fallecer: “Las redes sociales les dan espacio a legiones de idiotas”. Quien se sienta aludido que no responda con una opinión, que responda con un argumento, si puede. La cita textual dice: “”Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas”, comentó el Premio Príncipe de Asturias, en declaraciones tomadas por el diario italiano “La Stampa” en junio de 2015.

Dadas estas circunstancias, más que opiniones lo que debemos buscar son argumentos. Cualquiera puede lanzar una opinión, pero no cualquiera puede argumentarla. De eso se trata el ejercicio de “Voces de la transición”. No necesitamos más opiniones, necesitamos argumentos.

Tener una voz argumentada tiene beneficios. Uno de ellos es contrastar lo deseable y lo posible. En política esta diferencia es usada a conveniencia en campañas para hacer toda clase de promesas, pero sin explicar cómo cumplirlas. En Ciencias Sociales vemos la diferencia entre la filosofía política y la ciencia política. La primera es el mundo de lo deseable; la segunda es el mundo de lo posible. En el caso de los cínicos, su mundo es el de la “Realpolitik”, un mundo sin convicciones ni ideologías, solo circunstancias.

Corremos un serio peligro no solo de que se imponga una sola voz, sino de que se anule la participación de la sociedad civil, una sociedad que, literalmente, nació de los escombros. Así fue, la sociedad civil mexicana despertó de su largo letargo en 1985 como consecuencia del terremoto. A partir de ese momento, bajo el mandato de Miguel de la Madrid, ya no fue posible ignorar nuestras voces.

Tener derecho a voz crítica no fue fácil durante el régimen revolucionario que se apropió del Estado y sus instituciones. Hoy estamos en retroceso, el populismo del presidente trata de colonizar todos los aspectos de nuestras vidas y anular las instituciones democráticas que se construyeron y que lograron que la economía mexicana alcanzara el lugar once de la escala mundial. No fue gracias al autoritarismo, fue a pesar de él.

En esta ola populista las elecciones han premiado la popularidad por sobre la eficacia. Ganar una elección y gobernar un país requiere complejas habilidades, conocimientos y sabiduría. Estas habilidades han sido dejadas de lado a favor de la frívola popularidad y notoria incapacidad. 

La editorial oaxaqueña “Carteles Editores” y su director, Claudio Sánchez Islas, lanzó nuevamente el ejercicio político y democrático “Voces de la transición”, un foro que se abrió en las dos elecciones anteriores, 2010 y 2016.

Esta convocatoria tiene como finalidad darle voz a los que tienen algo que aportar mediante razones, cifras y argumentos más que en ocurrencias. La importancia de este ejercicio radica en que quien resulte electo, entre otras cosas, se convertirá en nuestro representante y hablará por nosotros y, sin una sociedad civil fuerte, informada y con acceso a los medios, no tendrá contrapeso alguno que lo modere. Andrés Molina Enríquez dijo que, al haberse apropiado de todo, “la nación había sustituido al rey”. ¿Y quién es la nación? El nuevo gobernante y sus virreyes. Y dijo más: “la nación se expresa a través del presidente (y los gobernadores)”. A nadie nos conviene aceptar tal sentencia, el gobernante no debe anularnos y apropiarse de nuestra voz, mucho menos reiniciar otra dinastía hereditaria en que “cambiaremos periódicamente de dictador, pero no de dictadura”.

El primero que aceptó fue el precandidato priista Francisco Ángel Villareal, quien ofreció su visión y propuestas para el futuro de Oaxaca. Hay otros aspirantes y todos deberían participar y demostrar que no solo deben darse baños de pueblo”, también deben darse baños de “argumentos, raciocinio, lógica, ética, moral, cultura, negociación y sabiduría”. Por el bien de Oaxaca, hagamos valer nuestras voces.

 

Twitter @nestoryuri