El día después
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Carpe Diem

El día después

 


Tal vez sea una pregunta ociosa, más cuando ya estamos cansados del coronavirus, pero ¿Qué haremos el día después de que se dé por concluida la pandemia?

En los años de la Guerra Fría, 1983, se proyectó una película llamada “El día después” que aborda la hecatombe producida por un conflicto nuclear entre los Estados Unidos y la URSS. La película provocó una amplia conversación durante mucho tiempo. Al mismo presidente de Estados Unidos en ese momento, Ronald Reagan, le provocó un cambio de opinión en algunos temas relacionados.

La crisis sanitaria derivó en una profunda crisis económica mundial que ya está cambiando las formas de hacer muchas cosas. De entrada, el sistema educativo ha recibido un golpe durísimo que nos obliga a cambiar los paradigmas para diseñar nuevas estrategias de enseñanza porque la escuela no volverá a ser igual. Las tecnologías llegaron para quedarse y los niños oaxaqueños deberán aprender a usarlas y acostumbrarse a este modelo.

Hemos visto el surgimiento de un numeroso grupo de personas opuestas al avance científico escudados en su religión, creencias o ideología que se oponen a las vacunas. A pesar de tener como nunca antes información de fácil acceso, abundante y gratuita, existen legiones de idiotas que prefieren creer en la superchería que en el avance científico.

El coronavirus nos llevó a días y meses de incertidumbre, todos nos sentimos vulnerables ante el temor ser contagiados y, eventualmente, a la probabilidad de morir. Esa incertidumbre nos provocó un estado de angustia permanente, aderezada con la cotidiana falta de efectivo suficiente.

Nos hemos dado cuenta de las carencias de nuestro sistema médico. Por un lado, esforzados médicos y por otro, irresponsables políticos. El desabasto llega al grado de no tener ni siquiera suficiente sangre disponible para nuestros hospitales. La falta de oncológicos deberá ser juzgada en el futuro cercano como un crimen de lesa humanidad. Un solo niño muerto por falta de medicamentos es una tragedia, pero son muchos más.

Estamos padeciendo el cambio climático, no importa lo que digan los negacionistas: calores intensos, lluvias devastadoras y fuera de tiempo, sequías, deshielo de los polos, incendios forestales y toda una serie de calamidades que casi parece la llegada de los jinetes del apocalipsis.

Hemos tenido que hacer un distanciamiento social obligatorio. Muchos de quienes se negaron lo pagaron con su vida o la de sus familiares. Todos conocemos algún caso en donde murieron varios miembros de una misma familia.

Nos dimos cuenta de que los empleos u oficios más sencillos son indispensables para mantener al mundo en movimiento: barrenderos, gaseros, cocineras, y los que usted guste. Qué nos hace más falta un científico que un futbolista y que, en el colmo de la estupidez humana, a unos apenas se les paga un salario decoroso y a los otros se le dan fama y millones de dólares solo por tirar patadas. ¿Quiénes nos están sacando de esta pandemia?

Viene un cambio fuerte y vertiginoso y nuestro país no se está preparando. El trabajo a distancia, la inteligencia artificial, la robótica o el desarrollo de mundos virtuales están a la vuelta de la esquina. Y nosotros tenemos un gobierno anclado a los años 70 del siglo pasado.

En nuestro pequeño mundo oaxaqueño hay cosas que ya han cambiado. Nos hemos habituado a hacer fila y tener paciencia mientras esperamos que nos atiendan, también adquirimos el hábito de respetar las entradas y las salidas, pequeñas disciplinas cívicas que ya se habían perdido, entre otras varias.

Debemos acostumbrarnos a la cada vez mayor penetración del internet en nuestras vidas. Los jóvenes no tendrán problema, hay que pensar en nuestros adultos, porque a sus vulnerabilidades cotidianas se le agrega una más: el analfabetismo digital. Y poco se hace en este campo, no hay planes ni programas para enseñar a los abuelos a entender y usar, por lo menos a nivel básico, las herramientas digitales. Van a quedar aislados, sordos y ciegos al no poder comunicarse usando las nuevas herramientas y dispositivos tecnológicos.

Las instituciones del gobierno oaxaqueño están muy rezagadas, no están preparadas para el día después del fin de la pandemia. Hoy en día se requiere la presencia de las personas en las oficinas burocráticas para casi cualquier trámite. Debe digitalizarse cuanto antes la mayor parte de la tramitología gubernamental.

Ojalá no estemos festejando por adelantado el fin de la pandemia. Ya se rompió el silencio de las calles y las bandas musicales con cuetes y cohetones ocupan el lugar del confortante silencio que tuvimos. Bares y cantinas llenas de jóvenes y música a todo volumen: volvemos a lo mismo como si nada hubiera pasado.

Es natural un rebote de alegría ante tanto dolor, pero no aprenderemos, el día después de la pandemia volveremos a nuestra crisis cotidiana.

 

Twitter @nestoryuri