Guelaguetza ajena; auditorio vacío y hamburguesas acedas
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BARATARIA

Guelaguetza ajena; auditorio vacío y hamburguesas acedas

 


El “pueblo bueno” dictó sentencia. Sabio como es, dejó claro que la festividad de los Lunes del Cerro que año con año se realiza en la Rotonda de la Azucena está cada vez más alejada de los oaxaqueños. Ni el arribo de la “Primavera Oaxaqueña” ha podido con el estigma del manejo comercial de “la marca” Guelaguetza: los oaxaqueños ponen los bailables, las vestimentas, sus tradiciones y el escenario de algo que se ha transformado en una mercancía, alejada, mucho, pero mucho muy alejada de nuestras manoseadas tradiciones y “cultura”.

Y eso fue con Heladio Ramírez, con José Murat, con Ulises Ruiz, Gabino Cué, Alejandro Murat y también hoy, en el gobierno de la 4T. El manoseo mercantil cada vez más ajeno y alejado de los oaxaqueños. ¿Qué cambió? Los que sacan provecho son los mismos: los hotelereros, los restauranteros y…los políticos.

La crónica que hacían quienes se aventuraron al Cerro del Fortín daban cuenta por redes sociales que a las 8:30 y más allá de las 9:00 horas no había nadie esperando a ingresar a los palcos C y D; los espacios se ocuparon 35 minutos después de iniciado el espectáculo. Las y los oaxaqueños le hicieron el vacío a la primera Guelaguetza encabezada por el “gobierno del cambio” y eso encendió las luces de alarma en Palacio de Gobierno, desató el nerviosismo y la desesperación en las secretarías de Turismo, Finanzas, DIF, Cultura y medio aparato de la administración pública estatal.

“Yo las hacía en el Cerro”, fue la punzante interrogante de un comensal a la encargada de un restaurancito del mercado de Santa Cruz Amilpas. “No, ya no es lo mismo”, respondió la afable cocinera. “Antes nos íbamos todos, en familia; comprábamos tlayudas, empanadas y nos llevábamos algo de comida que vendían en el camino y por las escaleras del Fortín. Subíamos al cerro, casi a la altura de las antenas y desde ahí veíamos, gratis. Ahora cobran por todo, todo es para los turistas y los boletos están muy caros. ¡Mejor ni vamos!”

Todo ello, sin duda, lo recuerda bien usted querida lectora-lector.

Y si, el espectáculo quedó allá arriba… “en el Cerro”. Pero además desnudó la incapacidad que se percibe desde la Secretaría de Turismo, con Saymi Pineda. La funcionaria lastre, que no funciona. Apresurada, nerviosa, se le puede ver en algunas fotos de redes sociales hablando por teléfono y, acto seguido comienzan a aparecer mensajes en grupos de secretarias de estado donde demandan enviar a los trabajadores de confianza al auditorio, a llenarlo.

Tarde hizo efecto el llamado, pero, para no errar, pues desde las 14:00 horas ya había largas filas para acceder a los palcos que se quedaron vacíos por la mañana. Incluso hasta agremiados de la CTM pusieron a disposición vehículos, que no acarreados, camino al cerro. Para eso son los amigos ¿verdad Carlos Mejía? Quien puede verse aún en su perfil de redes sociales en una foto acompañado por Alejandro Murat.

“Hace años el candidato o el gobernador enviaba autobuses a las comunidades para llenar el auditorio”, recordó la inocente cocinera que desconocía las ausencias en el Guelaguetza e, incluso, ni siquiera tenía encendido el televisor para seguir “la fiesta de todos los oaxaqueños”. Y lo mismo sucedió la noche previa, durante el espectáculo de Donají, donde se observaron huecos.

En 2007, tras el conflicto, Ulises Ruiz regaló boletos a los burócratas y “les pasó lista” en el auditorio para que luciera lleno y se recuperara la “normalidad”.

Hubo quejas por entrega tardía de boletos por parte de la secretaria de Turismo, Saymi Pineda a hoteleros que ocasionaron cancelaciones. Desorganización con las delegaciones. Mal trato, hoteles de segunda pero, otra vez la secretaria de Turismo, falta de respeto a los participantes. El domingo por la noche se divulga que varios representantes de Jamiltepec resultaron con intoxicación gastrointestinal, la causa: alimentos descompuestos.

Esa columna pudo investigar que los alimentos fueron servidos en el restaurante El Mirador, en la parte media del Fortín. Se sirvieron ¡hamburguesas! y sopa aceda. ¡Por favor! ¡Qué falta de respeto!

Y Saymi, otra vez Saymi, con un boletín de prensa “Sectur-Oaxaca informa que siete integrantes de la Delegación de Santiago Jamiltepec que presentaron problemas gastrointestinales recibieron atención oportunamente en un hospital privado en la ciudad”. NO fueron hospitalizados, que quede constancia.

Además, ¿dónde está la escurridiza secretaria de Salud, Alma Lilia Velasco Hernández? Pues ¿qué no revisan instalaciones, establecimientos, calidad de alimentación y la sanidad de los alimentos que se ofrecen a las delegaciones? Baste recordar que ellos y ellas son los protagonistas, no los políticos. Por lo menos hay que tratarlos y darles bien de comer. Solo fumigó hoteles, contra el dengue, aunque el mal se esparza por la ciudad.

 

LA VESTIMENTA DE SAYMI

¿Cuánto costarán los vestidos de diseñador que la secretaria de Turismo porta en cada evento? Y nunca es el mismo. Y los presentó en los convites, en el desfile de delegaciones, la comida de la hermandad, las dos presentaciones de la Guelaguetza Con ropa entallada, intentando ocultar los kilitos de más. “Super maquillada” nos comentan lectoras que saben del asunto. ¿Cuánto tiempo invierte en el maquillaje, en su vestimenta? Que tal que mejor se ponga a trabajar dejando todo a tono en atención sana, comida saludable, buen hospedaje y mejor transporte para las delegaciones.

O revisar las condiciones de arribo hacia y desde el Auditorio Guelaguetza. Estimular a los oaxaqueños a recuperar sus tradiciones.

Nada, nada tienen que ver ninguno de sus “trajes” con el huipil tuxtepecano, la enagua costeña (de donde es originaria) los listones azul y solferino del huipil mazateco; las muselinas y encajes para el resplandor istmeño, junto con seda para el huipil y falda.

¿Qué tienen qué ver estos hermosos trajes con los vestidos de Saymi? No funcionaria, no es un desfile de modas es, se pretende, la divulgación de nuestras tradiciones y no como ordenó al personal de turismo, para que en fotos, eventos, ella fuera el centro de atención.

Nada ha cambiado. Si le apura, hasta empeoró.