Otro cascarón en Tuxtepec
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BARATARIA

Otro cascarón en Tuxtepec

 


La mañana calurosa del 20 de febrero de 2021, decenas de habitantes de la comunidad de San Bartolo, Tuxtepec, carteles en mano, exigieron al entonces gobernador Alejandro Murat Hinojosa, la construcción del Centro de Salud que había sido dañado severamente por un sismo tres años atrás, dejando sin servicio médico a cientos de familias, la mayoría de ellos reflejando en su rostro la pobreza. “Tres años de paciencia son demasiados. ¡Exigimos atención inmediata!”, rezaba uno de los carteles. Obviamente la protesta no fue de su agrado del joven gobernante, quien ya trazaba sobre las líneas de sus manos sus aspiraciones como candidato a la Presidencia de la República, luego entonces, no permitiría estos exabruptos, pero había que ser tolerantes, menos vengativo.

El 27 de noviembre de 2022, un boletín de la entonces dirección de Comunicación Social de Murat Hinojosa daba cuenta con aires triunfalistas: “Resultados positivos para la calidad de vida de las y los tuxtepecanos hasta el último día de gobierno de Alejandro Murat”. Obvio que todo el encabezado estaba escrito en mayúsculas. Las fotografías eran inmejorables: Murat saludando al presidente municipal, Irineo Molinas, al cuerpo médico, a los obreros; abrazando a los escasos pobladores que se acercaron al lugar, etc .

 

En su cuerpo, la nota precisaba:

En la agencia de San Bartolo, el gobernador Alejandro Murat Hinojosa, también entregó la obra del Centro de Salud Urbano de cuatro Núcleos Básicos (NB), que beneficiará a más de 14 mil habitantes de 22 localidades a lo largo de toda la línea de vida.

Acompañado de la secretaria de Salud de Oaxaca, Virginia Sánchez Ríos, el mandatario estatal puntualizó, que mejorar la calidad de vida de las y los oaxaqueños, así como, brindar una atención a pacientes de calidad ha sido una prioridad durante su administración. ‘Me voy entregando una obra de salud, porque no hay nada más preciado para el ser humano que la salud, por eso me obligué a poder cumplir el compromiso de terminar este centro’, subrayó junto el edil, Irineo Molina Espinoza y el agente de San Bartolo, Paulino Soto Rodríguez.

Este nosocomio está proyectado para 120 camas, el cual favorecerá a más de 480 mil personas de la Cuenca del Papaloapan.

‘Con la firma que acabamos de hacer también se compra el terreno del hospital que es un anhelo de toda la Cuenca y de Oaxaca. Se hizo hasta ahora porque nos tocaron temblores, pandemia, huracanes y sequías, pero especialmente el temblor que lastimó este centro de salud’, refirió.

Durante su intervención, Virginia Sánchez Ríos, destacó que el costo total de la obra que pasó de uno a cuatro NB, es de 17 millones 731 mil 760 pesos, a través del Fondo de Aportaciones para los Servicios de Salud (FASSA) e INSABI.

La obra cuenta con servicios de estomatología, medicina preventiva, promoción de la salud y medicina general, además de contar con las áreas de: Gobierno, residencias médicas, aula de capacitación para 50 personas y servicio de Residuo Peligroso Biológico Infecto Contagioso (RPBI).

Pues bien, amigos lectores, como es de suponer el Centro de Salud Urbano de cuatro Núcleos Básicos es sólo un cascarón al cual le faltan múltiples detalles como la energía eléctrica y tiene severos problemas de drenaje. Por supuesto que no tiene ningún equipo médico y los pobladores se han quedado con las ganas de ser asistidos mediamente. más ahora en que repunta el Cobvid-19 y los casos de influenza van al alza.

La obra rimbombante se hizo al cuarto para las doce, como la mayoría de “obras” públicas que dejó Murat Hinojosa, las cuales están incompletas, tienen graves desperfectos y sólo un experto en materia de construcción podría opinar si cuestan en lo que fue presupuestado.

Ahí está el teatro Álvaro Carrillo, el Mercado de Artesanías de San Bartolo Coyotepec o el Distribuidor Vial.

El 1 de diciembre, horas después de su toma de posesión, Salomón Jara dio a conocer en la Plaza de la Danza, las obras malhechas de su antecesor:

“Como no se puede tapar el sol con un dedo, estoy obligado a destacar algunos de los fracasos más emblemáticos. Se trata del Centro de Convenciones o Foro Huatulco, cuya primera etapa costó más de 32 millones de pesos; la Casa de Alas con un costo mayor a 160 millones de pesos y el Centro Cultural Álvaro Carrillo, con un costo superior a 527 millones de pesos”.

“Todos fueron inaugurados de manera apresurada y sin haber cumplido al cien por ciento de su avance físico. Constituyen hermosos cascarones que muestran proyectos inconclusos y mal hechos”.

En efecto. Un cascarón es el hospital el cual nos ocupa en esta columna. Y han pasado 18 días de la toma de posesión de Jara Cruz, luego entonces, surgen las preguntas obligadas: ¿Ya hay denuncias contra los funcionarios corruptos del gobierno de Murat Hinojosa? ¿Se procederá o todo quedará en la impunidad?

 

¿Y LA AUTORIDAD?

Con el inicio de esta nueva administración estatal, las autoridades de seguridad pública deberían empezar a realizar constantes rondines por el tianguis de autos Brenamiel, que cada domingo se convierte en cantinas y en un peligro para las niñas y mujeres que pasan por la zona.

Desde temprana hora, este tianguis también se convierte en un pesar para los dueños de comercios y establecimientos de la zona, porque los vendedores de autos se adueñan de las calles, cierran algunos accesos e impiden el libre estacionamiento de quienes buscan hacer compras en las tiendas comerciales.

En este tianguis que se extiende cada año, los vendedores y revendedores de autos, así como los conocidos coyotes, consumen bebidas embriagantes a plena vista de los transeúntes, sin que haya alguna autoridad que impida este tipo de hechos que en algunas ocasiones ha generado pleitos entre los mismos.

Como si fueron los dueños de la zona, aquellos que operan de manera ilícita y cobran derecho de piso a quienes buscan vender su auto, representan un dolor de cabeza para los comercios, que se hacen de la vista gorda para evitar alguna represalia.

Ojalá que el nuevo Gobierno estatal ponga un alto a la forma de operar en el tianguis Brenamiel, donde acuden decenas de familias que se exponen a conatos de bronca por el consumo de bebidas embriagantes.