¿Qué está pasando en Oaxaca?
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BARATARIA

¿Qué está pasando en Oaxaca?

 


Una joven madre entregada a media tarde a la policía municipal de Salina Cruz por su pareja, por presuntamente agredirlo y cometer faltas administrativas y que, 4 o 5 horas después, aparece muerta en separos municipales ahorcada con su ropa interior, presuntamente suicidio; el municipio es gobernado por el morenista Daniel Méndez Sosa.

Un migrante guatemalteco ingresado el pasado 11 de agosto a la cárcel municipal de Santa María Huatulco, región Costa detenido por escandalizar en la vía pública y que, horas después, se certifica la muerte por un golpe en la cabeza, aunque al ingresar había sido certificado totalmente sano. Aquí manda José Hernández Cárdenas, de extracción morenista.

Es el sábado 5 de agosto de 2017, un hombre, Zeferino Soriano Morales, es detenido por la policía municipal de Santa Lucía del Camino e ingresado en separos municipales, el domingo por la tarde paramédicos de la Cruz Roja acudieron a valorar a la persona pero confirmaron que ya no presentaba signos vitales. Al hombre le estallaron las vísceras producto de golpes propinados, según sus familiares, por policías de Santa Lucía del Camino, en ese entonces “gobernada” por Raúl Cruz González.

Eduardo Nabor Antonio, indígena Mixe, se encontraba en estado de ebriedad al interior de su domicilio y su mujer acudió a autoridades municipales de Santa María Alotepec para que lo detuvieran dado que Nabor era mayordomo y al día siguiente debía cumplir con el cargo encomendado por la comunidad, corría el 2 de mayo de 2017.

Los topiles de la comunidad lo trasladaron al resguardo municipal y al día siguiente, entre 6 y 8 horas Nabor Antonio apareció muerto.

En Oaxaca este tipo de acciones se han convertido en algo cíclico y recurrente: el abuso policíaco. Las instancias de vigilancia y protección ciudadana se han transformado en las principales violentadoras de los derechos ciudadanos; no solo eso, quienes deben resguardar el patrimonio y la vida, terminan quitando la vida de una mujer u hombre detenidos al institucionalizar la violencia para “mantener la paz”.

Ausentes están los protocolos de actuación ante este tipo de eventualidades. En un video se observa a Abigail señalar a su pareja “soy la madre de tus hijos” y, acto seguido, ser subida sin consideración a la batea de una patrulla. ¿Por qué la policía requirió al padre de la joven para recoger el cuerpo y no a su pareja?

El padre señala tajantemente que el cuerpo de la joven contaba con una herida profunda en el cuello, “esa herida no se la hizo con su ropa interior, como fue la versión que nos dieron los policías. […] Los policías la asesinaron, no creo que se haya suicidado como dicen ellos”, incluso señaló la intención de los policías municipales de intentar que él incriminara a la pareja de la joven madre que deja a dos niños en la orfandad.

Pero veamos. El padre señaló que la pareja, presuntamente agredida por la mujer estaba con ella en los separos, salió a comprar una torta. ¿Qué hacía el hombre en el lugar? ¿Por qué no fue él quien, en última instancia, reconoció el cuerpo? ¿Por qué no dejaron al padre ver a su hija?

En una entrevista radiofónica la hermana de la víctima indicó que Flor Abigail tenía moretones y un golpe en la cabeza. Si la damita tenía problemas sicológicos, ¿por qué no fue atendida o llevada ante un médico? ¿Es creíble la versión de un suicidio con una prenda de ropa interior? ¿soporta la prenda el peso de la mujer, reconociendo la menuda complexión de la víctima? Aceptando, sin conceder, que se “suicidó” ¿Cuánto tiempo se quedó sola para que nadie se percatara del “suicidio” y sus preparativos?.

Si el sistema penitenciario en Oaxaca es una cloaca, las cárceles municipales son un estercolero y la actuación de las policías municipales están en el escalón más bajo de confianza ciudadana. En el país solo 28% de la población confía en las policías municipales, es el penúltimo escalón en las estimaciones respecto a la cercanía ciudadana.

Dinero tirado a la basura es la certificación policíaca, sobre todo cuando cada tres años los munícipes llevan a sus amigos, compadres o familiares a esos puestos o, bien, ni la propia certificación es confiable.

Algo hay que hacer porque, además, las muertes o asesinatos de ciudadanos a manos de policías municipales han quedado impunes.

Los oaxaqueños requerimos de una investigación creíble sobre el asesinato de Flor Abigaíl. El Istmo de Tehuantepec es la zona más violenta del estado y, si sumamos a la policía y autoridades que deben de resguardarnos a este coctel de violencia, pues vamos por muy mal camino.

 

Indigenismo de oportunidad

Burda defensa para quienes realizan la apropiación cultural de las y los oaxaqueños al argumentar que las prendas plagiadas ya no se usan de manera cotidiana en las comunidades y que, al promoverlas se busca recuperar la herencia, señalan que se está promoviendo lo “inerte”, afirmación muy discutible y aventurada dado que Oaxaca, sin duda, es la reserva cultural viva de nuestro país.

Y no, no buscan rescatar o promover lo nuestro, no; pretenden apropiarse de una cultura sin el menor recato y respeto para, sencillamente, hacer negocio y venderla a turistas de ocasión e “indigenistas” de oportunidad.

Nada más.