Pasado ya el día de los abuelitos, buena impresión despertó el interés de importantes instituciones en Oaxaca, en pugnar para que las autoridades correspondientes brinden mejores atenciones a las personas mayores de edad. Sobre este tema lleno de humanismo y elevados sentimientos haremos por ahora algunas reflexiones.
Me permito sugerir que además de esas atenciones especiales las autoridades y de manera particular las educativas y de asistencia social, deben procurar por todos los medios a su alcance, revertir el concepto errático y peyorativo que se tiene de esos ciudadanos dignos de las más solidarias consideraciones.
Se puede ser anciano y al mismo tiempo sano, no sólo físicamente, sino en su modo de vivir, lo que constituye un ejemplo para el resto de la sociedad. Se dan casos en el argot deportivo donde tanto entrenadores como los mismos deportistas venden la idea de que un hombre maduro ya está enfermo, improductivo y que debe hacerse a un lado.
Es verdad que a cierta edad todos los mayores ya no rinden lo mismo en el plano físico, pero tienen riquezas mucho más valiosas que aportan a la sociedad, y que desgraciadamente por esas ideas no se aprecian. Por lo tanto, el hombre puede ser viejo y aún anciano, y a la vez ser un hombre sano, con capacidad para aportar lo más valioso de su ser a la sociedad: su ejemplo, su sabiduría y su experiencia.
Debemos superar aquella vocación instintiva que observamos entre algunas especies animales, en la cual llegado el momento, los jóvenes echan del grupo familiar a los mayores. En resumidas cuentas, esa cruel e injusta discriminación en contra de los mayores, es cuestión de educación y de conciencia. Es la ausencia de valores en cuanto a los ancianos.
No faltará quien diga, que hay abuelitos ya viejitos que por diversas razones no merecen los cuidados de sus familiares. Esto sucede cuando algunos ancianos durante su juventud y obligado por las debilidades que su condición humana le impusieron pudieron ser desobligados, viciosos, agresivos y quizá hasta deshonestos. Afortunadamente, estos casos son la excepción y no la regla general entre nuestros queridos viejitos.
No obstante, ante esos casos excepcionales en vez de tomárseles como una desgracia, los familiares deben ver en ellos la oportunidad para ejercer el amor filial, tratando a esos abuelitos con deferencia y respeto, brindándoles las atenciones y los servicios que a pesar de sus errores del pasado ahora merecen igual que todas las persones seniles.
Recordemos siempre que: “no hay acción más noble y solidaria que apoyar en todos los sentidos a los ancianitos”. No hay que olvidar que probablemente, como los vemos nos veremos tarde o temprano. Respetar a los abuelitos, es un gesto de la más alta nobleza y distintivo de personas bien nacidas.
En otras palabras, todas las personas mayores son dignas de un trato respetuoso y deben recibir de nuestra parte lo que requieran para vivir en paz y sin carencias.
Mi comentario: Convivir con esos venerables mayores conscientes de que son depositarios de los valores familiares más elevados; valores que sustentan la unidad familiar y el sano desarrollo de la sociedad.
Más allá de las debilidades que su condición humana impone a las abuelitas y abuelitos, prevalece y brilla en esas lindas personas su amor a sus hijos, y a los hijos de sus hijos. Esa cadena virtuosa de amor para la familia existe en toda la historia de la humanidad y en todos los pueblos y culturas.
No perdamos de vista que hoy en día, cuando el mercantilismo generalizado sobrepasa a la nobleza de las personas mayores, es muy bueno reflexionar y exaltar los valores ancestrales de nuestras familias. Porque la estructura genética y social de la humanidad es el fruto de nuestros abuelos universales.
Cuando cada uno y las autoridades valoremos la riqueza espiritual y de sabiduría de nuestros abuelos, podremos regenerar el tejido social tan deteriorado por los principios perdidos y casi borrados de los programas educativos de nuestro tiempo.
Así las cosas, los abuelos son la materia prima para sanar esas heridas que tanto lastiman a la sociedad toda. El día que todos valoremos a nuestros mayores, estaremos camino a construir una sociedad más justa y sin esa violencia que a todos golpea.
Es mi opinión. Y nada más…
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