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Opinión

Editorial

Aniversario

 


Hoy celebra Oaxaca de Juárez su 492 aniversario y que mejor homenaje por parte de sus habitantes que cuidarla, protegerla, no dañarla con pintas ni agresiones a sus monumentos y sitios históricos. Asumir con responsabilidad el rol que a cada uno le corresponde y participar activamente en la reconstitución del tejido social, a fin de preservar la paz, el orden y la convivencia, así como cuidar nuestra ciudad capital, patrimonio de todos los oaxaqueños y de la humanidad.

Nuestra capital no es patrimonio de ningún partido o grupo, por lo que su riqueza pluricultural debe ser preservada por todos los sectores de la sociedad civil. El derecho constitucional de manifestarse y organizarse, se debe de ejercer dentro del marco de la legalidad y sin afectar los derechos de terceros.

Ante los constantes agravios que sufre, corresponde a sus habitantes asumir el papel y el rol que nos corresponde para preservar la paz, el orden, convivencia, y obviamente, cuidar el patrimonio que es de todos. Como sociedad debemos de actuar, pues no se puede seguir permitiendo su desestabilización, la irritación de la población ante actitudes de organizaciones que deben respetar el derecho de las mayorías.

Hoy deben reconocer que ante las expresiones violentas que han afectado edificios del Centro Histórico, se agrega la indiferencia de la ciudadanía para no tirar la basura en las calles, acciones que sin duda deterioran la declaratoria como patrimonio cultural de la humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Al deterioro de sus inmuebles históricos por los grafitis, daños por la mano del hombre, puestos ambulantes, hoy la basura se ha convertido en un nuevo factor.

No tiene sentido tener un patrimonio maravilloso y no poder disfrutarlo como es Oaxaca de Juárez. Lo más difícil y ese es nuestro reto, es compaginar la vida diaria de las personas con la conservación de los cascos históricos de las ciudades, de ahí el compromiso de preservar, de conservar y de fomentar el patrimonio de la humanidad.

 

Pendientes

 

La aplicación de programas sociales debe complementarse con crecimiento económico y generación de empleo, pues sin duda, la eficiencia de los programas sociales depende de tres cosas: que estos estén bien diseñados y alineados con las necesidades, que tengan la cobertura correcta y que tengan un presupuesto suficiente y consistente.

La inversión pública en programas sociales es uno de los instrumentos de la sociedad que impulsa su desarrollo y bienestar; la determinación de dónde, cuándo y en qué invertir, es fundamental para el impacto y rapidez con la que ocurran. Una inadecuada inversión puede causar efectos indeseados en la ruta trazada.

A pesar de los grandes esfuerzos, debe existir preocupación por el aumento de la pobreza en zonas urbanas, debido a que en éstas las carencias pueden derivar en resentimientos sociales y delincuencia con mayor facilidad que en las áreas rurales. Combatir esta pobreza urbana no merece dilación porque estos contrastes, esas desigualdades que se dan en las ciudades generan un clima de más violencia, causa encono y resentimiento.

Se ha identificado como consecuencia de esta creciente pobreza, el robo a transeúntes o en el transporte público, pues mantiene una relación muy estrecha la pobreza urbana y violencia social. Son zonas donde de manera reincidente no hay una presencia institucional del Estado mexicano de manera notable.

Existen los servicios urbanos pero son precarios, como también los servicios educativos pero son de mala calidad, la seguridad pública es deficiente, y entre el hacinamiento, la falta de oportunidades y las condiciones precarias de vida, genera cierto tipo de violencia.

Las carencias económicas y de oportunidades pueden hacer que las personas ejerzan la delincuencia, pues la violencia que puede derivar de la pobreza urbana no necesariamente se relaciona con los grupos del crimen organizado, sino que puede manifestarse en la formación de pandillas, agresiones entre vecinos o violencia intrafamiliar y de género.