“… una mano está tendida…”
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Opinión

“… una mano está tendida…”

 


 

Esas palabras el presidente Gustavo Díaz Ordaz las pronunció en la casa de gobierno de Guadalajara, el primero de agosto de 1968, en su discurso para agradecer la comida que se le ofreció a él y a su esposa.

Se vivían entonces, en la capital del país manifestaciones y expresiones violentas de descontento, a pesar de que el gobierno estaba buscando el diálogo con los dirigentes de ese movimiento.

Las he recordado por la situación que ahora vivimos en México. Afortunadamente no hay como en el 68 la violencia callejera de ese tiempo; sin embargo, lo que sí hay es un ataque permanente a algunas personas e instituciones, con el resultado de una confrontación social y, lamentablemente, una división de los mexicanos, aunque lo más grave y preocupante es que ese enfrentamiento lo provoca, alienta, genera y alimenta, desde Palacio Nacional, el mismo presidente de la República.

Me dirijo a él y le menciono algunas de las ideas pronunciadas por Díaz Ordaz en ese discurso. No lo cito textualmente, pero refiero expresiones ahí dichas, diciendo que muchas y muy importantes razones nos unen a los mexicanos, y que son muy pocas las que nos separan.

Manifestó también que esta Patria se ha formado con la sangre y vida de nuestros héroes, como con el trabajo de millones de mexicanos que la han ido construyendo, sin desconocer que existen muchos y lacerantes problemas.

Y convocaba a que nos acercáramos todos, olvidando diferencias y por eso, y para eso, “una mano está tendida”, confiando que no se quedará en el aire, sino que sería acompañada por millones de manos.

Por el bien nacional, y ahora que afortunadamente a su gobierno solo le quedan 256 días, mire usted la mano tendida de los integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de los legisladores que no son de su partido, de los alumnos, profesores y directivos de la UNAM, del Instituto Nacional Electoral, de los expresidentes de nuestro país y de los servidores públicos de gobiernos anteriores, de los mexicanos que no pensamos como usted, incluso de los acapulqueños a los que ni siquiera ha visitado, de los destacados comunicadores, a los que ataca casi todos los días. Todos ellos le tienden su mano, no las deje en el aire, estréchelas con la suya.

Deje de decir que la Corte es corrupta e ineficaz, porque no lo es, es de excelencia, debemos estar orgullosos de ella; respete a sus opositores, y como un demócrata que dice ser, pero no lo demuestra, respételos; a la Universidad de la que egresó abstengase de afirmar que no es popular, entérese que la mayoría de su población escolar es de pocos recursos, y que esa Universidad, en la que estuvo como alumno muchos años, es de las mejores del mundo.

Reconozca que el INE es garante de nuestro progreso y respeto a la votación popular; del pasado político olvídese, estoy seguro que en aras de la unidad nacional también nuestros expresidentes le dan la mano, como los acapulqueños a los que no ha visto y, hablando de manos, ni la mano les ha dado después de su tragedia. También los comunicadores le tienden la mano. Por el bien de nuestro gran país deje de arrojar hiel en sus participaciones públicas; después de luchar muchos años por llegar, debería sentirse alegre, satisfecho y agradecido con la vida, pero no es así, salvo a los delincuentes que abraza, destila en su comportamiento una inexplicable amargura, es por eso que le digo que debe corresponder ahora que su gobierno está terminando, la mano tendida de muchos de sus compatriotas.