LA AMARGURA EN POLÍTICA
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Opinión

LA AMARGURA EN POLÍTICA

 


 

 

En política, es demasiado negativo tener un obsesivo empeño en destruir el poder de una persona o de un grupo, porque se convierte en el principal eje de tu motivación política, cuando este debe ser el proyecto para toda la sociedad o por lo menos para la mayoría. La obsesión por uno solo de los objetos de gobierno es hasta infantil, lo cierto es que ha habido gobernantes que se han perdido en ello, como Hitler con los judíos, por ejemplo.

Hacer depender la grandeza del proyecto político a partir de un solo objeto es perder la dimensión de las cosas. Hacer de ese objeto político la causa de toda la acción del gobierno es también un despropósito, es considerarlo omnipotente, en razón de ello, su centralidad única, como la luz de todos los males. No será extraño que puedas caer en esta tesitura, en razón de ello, inicies una verdadera guerra, trates a partir de esta situación reescribir la historia del régimen, cambiar el pasado o acomodarla a la problemática y pavimentar el futuro por ello. Como el caso del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador en su declaración de guerra contra los miembros de los regímenes pasados.

Es decir, ya te perdiste en tu propio laberinto, será ya muy tarde para que rectifiques. En política también, vale no tener problemas de amargura, en cambio, la alegría es un vehículo extraordinario para lograr un buen gobierno democrático. Ser amargado te conduce con suma facilidad hacia un gobierno autoritario, despótico, arbitrario. El resentimiento, que acompaña a la amargura, pierde la perspectiva de futuro y el pasado es una terrible losa imposible de soportar.

Con la amargura, las aversiones contenidas florecen a plenitud dañando cualquier intento de actuación racional y coherente de gobierno. De la misma manera, ser un amargado es carecer del sentido del humor, que en política es un recurso necesario para salir avante en situaciones complicadas. El sentido del humor va más allá de buen humor, puesto que es una salida elegante en decisiones donde no se gana todo y lo que se pierde habría que verlo con sentido del humor. Carecer de sentido del humor te acerca mucho a percepciones y concepciones dogmáticas de las cosas, que en política es carecer de valores democráticos, esto a pesar de poseer inteligencia y memoria extraordinaria.  

Recuerda que la amargura es causa de otros activos del comportamiento político, que, desde luego, son acentuados por el sentimiento de amargura, no es extraño que las convicciones se fortalezcan, la intolerancia se convierta en marca de la casa, la retórica demagógica adquiere dimensiones colosales, que permiten que el amargado obtenga las cumbres políticas, espolear los ánimos de los ciudadanos le permite el ascenso. Desde luego, el ascenso del amargado no es posible solo con las condiciones particulares sino cuenta con circunstancias externas que hacen posible el ascenso, solo quiero remarcar esto para no dar entender que es positivo ser amargado en política.

La amargura y la fuerza de la retórica que implica, además de saber transmitir en forma sencilla y comprensible los temas, pero tan directos, viscerales, con ira, con rencor y con odio, que lograban cimbrar los sentimientos del público, la lumbre interna se transformaba en fuego intenso en el exterior.

Gobernar con una idea de futuro en construcción siempre es indispensable, navegar sin rumbo es un absurdo en la vida mucho más en política. Si la idea es de resurgimiento nacional, por ejemplo, de lo más abstracto posible, para no ser objeto de reclamos concretos y específicos, debe ser inseparable de tu persona, ser identificado por él la idea es excelente, tendrás tu propio sello histórico, pero siempre dentro de los valores democráticos, es decir, ahuyéntate del culto a la personalidad. Conviértete en estadista, huye del paternalismo, del espíritu marcial y en el sustento exclusivo en tu carisma.

En este contexto, el objetivo del partido gobernante debe ser la intensa propaganda, la movilización del electorado y la lealtad del proyecto gubernamental. Esto ayudará a la consolidación de tu poder y la disminución de tus adversarios políticos. No olvides reforzar tu poder mediante una legislación que sea la base para tu proyecto de gobierno, esto seguramente, te arropará como gobernante.

El establecimiento de un marco adecuado de acción o de operación política permite la eficacia de los procesos específicos, estar atento a los pormenores de las acciones menores asegura alcanzar el proyecto mayor, estas son funciones básicas a tu cargo. Nunca olvides que de lo que se trata es alcanzar tu objetivo primordial. El gobierno tratará siempre de alcanzar los propósitos de la nación o del campo específico de acción, cuidando siempre de establecer sus propios límites, no es válido, por tanto, avasallar a los ciudadanos con tal de alcanzar tus propósitos, los derechos de los ciudadanos son tus límites.

No intentes confundirte con el Estado mismo, de tal suerte que el poder del Estado sea al mismo tiempo tu poder y que la ley no sea tu referente fundamental.