Sé digno de un buen funeral
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Opinión

Sé digno de un buen funeral

 


 

La doblez en la política es un recurso para asumir los procesos políticos, dejar el libre juego de las fuerzas de manera intencionada para después ser capaz de presentarse como sujeto de su control o en su caso, estudiar el fenómeno a plenitud para saber el momento exacto de mayor éxito para la intervención, en los procesos o conflictos, como cualquier obra humana, nace, se desarrolla y muere.

Intervenir antes de que nazca es una virtud, intervenir en su desarrollo es un desacierto, intervenir en su control en su momento de declive es lo oportuno. Para la solución de los problemas, de los conflictos o de los procesos es conveniente no cerrarse ninguna puerta. Alrededor de los procesos políticos levantar algún tipo de mito es saludable puesto que este legitima más que el hecho mismo.

Al iniciar cualquier proceso de gobierno es necesario marcar un propio estilo, que signifique una nueva dinámica, bajo principios sólidos, con apego a la responsabilidad necesaria, con visión estratégica, con audacia y confianza tanto para sí como la proyectada.

Si hubiese desorden asumir la compostura, por ejemplo, si es presupuestal, equilibrarlo, así como moderar las relaciones políticas. Como todo proceso de ascenso al poder, vale un período corto de tiempo de centralización de las principales decisiones, la instauración del grupo compacto de gobierno y de administración.

El partido debe ser medio de aglutinamiento del proceso político, donde no alcance el poder del gobernante el partido debe cubrir esos espacios. El partido, además de institución de fomento de la cultura cívica y organización para ganar elecciones, debe ser complemento especial para el gobierno correspondiente, los tiempos del partido doctrinario ya pasaron, hoy son tiempos de los partidos complementarios de los gobiernos y de las administraciones públicas. El partido le imprime dinámica y juicio certero a la burocracia gubernamental.

Una vez controlado el poder es necesaria la delegación de las funciones de gobierno y la distribución del poder en el territorio de acuerdo a la naturaleza de la comunidad política o del Estado y de la sociedad o en su caso de las comunidades. Centralizar el poder se corre el peligro de ser superado burdamente por los acontecimientos, naufragar en un mar de asuntos que requieren la atención del gobernante, esto multiplica los trámites burocráticos. Por lo anterior, los servidores públicos están más atentos a los deseos del gobernante centralizador que a los requerimientos de la población (Kershaw: 2023).

Si quieres gobernar a partir de la estabilidad de tu gobierno es menester que tengas el control de la propaganda, sea para legitimar al régimen, a las acciones de la administración pública o en su caso, fabricar como elemento de cohesión tu propia persona, cuidando, desde luego, no llegar al culto de tu personalidad que se constituye como negativo al régimen democrático, mucho peor cuando adquiere matices pseudoreligiosos, tu deificación sería un exceso.

El reconocimiento de tu personalidad te deberá servir para mostrar la impresión de poderío, determinación y combatividad. Al mismo tiempo para minimizar a tus opositores. La propaganda es el cemento de cohesión y de unidad del propio Estado y no solo del régimen. La propaganda te debe conducir al apogeo de tu poder en un contexto de institucionalización democrática. Desde luego, tu límite debe ser el soberano, sea el pueblo o la ley. Si rebasas estos límites estarás siguiendo la ley del despotismo del poder, jugarás con las normas y principios del poder político y te alejarás del poder de la política.

Otras maneras de perder altura en los signos del poder son a través del ejercicio arrogante del poder y de tu pretensión de trascender a tu tiempo.

Querer ser santo en la política es un desvarío de tu comportamiento racional. Por otro lado, retar a agentes políticos muy poderosos es también signo de irracionalidad, sean grupos, clases o Estados nacionales siempre será un despropósito sino se cuenta con un campo político favorable y con una correlación de fuerzas que permitan la posibilidad de salir avante.

La impaciencia, un temperamento impulsivo, dejarse arrollar por las emociones, son estados y acciones que no favorecen a la estabilidad de tu gobierno. Todo ello te puede conducir al desconocimiento del pueblo.

Recuerda, cualquier elemento, cualquier sujeto en las relaciones de poder te puede dejar fuera del tablero de los juegos del poder. Evita que tu cadáver político flote en las orillas de los ríos o lagunas, procura siempre un funeral digno y que alguien derrame una lágrima por ti. No seas la causa de la ruina de tu país, que es el mayor peligro a que se exponen los gobernantes.