DESMONTAR  EL POPULISMO
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Opinión

DESMONTAR  EL POPULISMO

 


 

 

La ruta del desarrollo democrático de México debe ser a través de las instituciones, la solidez institucional es un reflejo de una democracia madura y consolidada.

Los gobiernos personalizados, los sujetos a los humores del gobernante son un peligro para la estabilidad de los gobiernos. Son proclives más a los autoritarismos y a dictaduras que a los regímenes democráticos.

Desmontar el populismo significa recuperar la primacía de la ley, el equilibrio entre los poderes públicos, respeto a las autonomías de las instituciones del Estado, libertad de expresión, transparencia en el ejercicio del presupuesto público y rendición de cuentas a través de las instituciones públicas y de la sociedad civil. Reconocer y avalar la fuerza de la sociedad civil, la fuerza de las deliberaciones públicas, la sociedad merece la diversidad de espacios para interpelar al poder público.

Desmontar el populismo implica también elaborar un proyecto de una segunda Independencia Nacional que no puede soslayar la necesidad del establecimiento de un Proyecto de Descolonización, tanto del exterior como del interior. De una manera inexorable, el orden económico mundial ubicado en centros hegemónicos se nutre a expensas de los Estados nacionales dependientes, se apropia de grandes concentraciones de la riqueza social y humana de todos los poderes existentes y obtiene el monopolio del conocimiento producido por la humanidad.  

Este orden económico se constituye en una verdadera amenaza para la naturaleza y de sus bienes, para la democracia y para la diversidad del pensamiento. Es justo prepararse para esta nueva colonización, ser competitivos desde lo individual, en la organización empresarial, en la organización social y en el Estado para no ser avasallados por esta fuerza económica. Competir implica formación, preparación, saberes tecnológicos, conocimiento de nuestro ser desde nosotros mismos. No podemos ser espejo del reflejo de los poderosos del mundo.

Asimismo, el colonialismo interno de nuestra gente, de nuestras comunidades y pueblos originarios, de la gran masa de desindianizados, es una realidad, primero del dominio español y luego de las élites liberales. Solo el reconocimiento efectivo de su derecho a la autodeterminación y al establecimiento normativo de su autonomía como sujetos de derecho colectivo del pueblo indígena y afromexicano será posible la liberación que merecen ambos pueblos. Solo un México fuerte e independiente será posible la liberación de su comunidad política y de sus pueblos originarios. Esta es la razón de ser de todo movimiento independentista. Para todo libertario, la conciencia de los mexicanos para reconocer su estado colonial es un requerimiento fundamental, en las campañas electorales se debe de elevar el nivel de esta conciencia.   

La pérdida de rumbo de la nación, la transición democrática fracasada, el ascenso del populismo irresponsable y demagógico, obliga a recurrir a nuestras mejores luces, a lo mejor de nuestras culturas, de nuestras instituciones, de nuestros principios, de nuestros valores y de nuestras prácticas democráticas.

Los mexicanos, en el proceso de construcción de nuestra nación, hemos logrado formular ideas, teorías, filosofías de vida buena, instituciones sociales, políticas, jurídicas, estéticas y éticas del bien común, que deben renacer como experiencia acumulada para el bien de todos.

La convocatoria al Renacimiento Nacional es el medio más idóneo para lograr la plataforma del relanzamiento de México para tener un lugar universal en la historia humana.