Régimen político y cultura
Oaxaca
La Capital Los Municipios
El Imparcial del Istmo El Imparcial de la Costa El Imparcial de la Cuenca
Nacional Internacional Súper Deportivo Especiales Economía Estilo Arte y Cultura En Escena Salud Ecología Ciencia Tecnología Viral Policiaca Opinión

Opinión

Régimen político y cultura

 


 

Algunos sostienen que los regímenes políticos deberán de concordar con valores universales, otros opinan que no se les puede desvincular con los valores de la cultura imperante, sin descuidar que la formación de una cultura universal es un hecho que está en proceso, existe, por lo tanto, una lucha cultural por lo que alguna de ellas saldrá avante. Me pronuncio por la variedad de culturas, hace del mundo más rico e interesante.  A partir de ello, es importante y vale la pena indagar de la relación régimen político y cultura.  

Lo primero que salta a la vista es la contradicción entre los avances de la organización social, de la ciencia y de la tecnología, que no tiene la misma velocidad con el desarrollo de la mentalidad de las personas, que tiene que ver con la cultura, y de su relación con los regímenes políticos.

La mentalidad de las personas es la más resistente al cambio, a su adecuación con los nuevos tiempos. La mentalidad suele desligarse de la realidad material, regularmente se rezaga en el proceso del caminar de la historia humana. Por ejemplo, ante la posible destrucción de nuestro planeta, la creencia del valor de la individualidad supera los valores colectivos que implican abrir los caminos para salvar a nuestro mundo, que necesita mucha humanidad.

El individuo sigue siendo el punto de partida de nuestra civilización y no la humanidad. Los prejuicios, creencias y credos  dominan nuestra existencia a pesar de los intentos de otorgarle racionalidad a nuestra vivencia, a partir de los valores individuales se hace imposible construir regímenes políticos que privilegien los común, lo colectivo sobre lo individual, a pesar de que lo colectivo se monta sobre las personas y no sobre los individuos, la persona es un grado superior al individuo. La persistencia del individualismo es un rasgo cultural, de esto no tenemos duda alguna. 

Cultura y régimen político son construcción humana, por eso es importante señalar que en nuestras vidas existen mitos, historias, tradiciones, normas, valores y principios, que nos diferencian desde lo individual hasta en lo colectivo, nuestro mundo es de múltiples divergencias, de intereses, de percepciones, que parece imposible plantear un mundo en común.

Sin embargo, el régimen político es capaz de aglutinar estas divergencias mediante el arte de la conciliación y de señalar rutas de convergencia. Tenemos, por tanto, el principio de que el régimen debe corresponder a la dinámica de esas historias y de esos valores. La divergencia de los regímenes políticos de sus culturas ha traído consecuencias graves para las personas pertenecientes a esas culturas. Esto lo reconoció Montesquieu de una forma primaria pero muy acertada. Es  verdad que la buena convergencia entre cultura y régimen producen gobiernos rectos. 

Los valores de la democracia es una construcción social, se va anidando en la práctica de las relaciones sociales, no es algo que se va adoptando sino que   va creciendo en el ser de la sociedad. La Ciencia Política de los Estados Unidos acuñó el concepto de Cultura Política para relacionar los conceptos de cultura y el concepto de política. Esta relación es específica en cada uno de los Estados y puede significar un grado de desarrollo que se mide en relación a la democracia. La relación más óptima entre cultura y política es la cultura política democrática. 

Los valores de la política y de la cultura responden a las circunstancias históricas de cada nación o Estado, no pueden existir de espaldas a la realidad concreta, más bien responden a esta. Cuando los actores políticos quieren implantar valores políticos fuera de esta realidad, la estabilidad del régimen político se cuestiona. La historicidad de los valores, tanto los políticos como los culturales son hechos que habría que considerar siempre cuando se trata de construir un régimen político. 

Los valores forman parte sustancial de todo dinamismo cultural, son el sustrato vital de la mentalidad de los sujetos culturales. El valor forma parte del sentido fundamental de una cultura, se manifiesta, regularmente, a partir de los usos, hábitos y costumbres, que denotan un estilo de ser, desde luego, no forman parte de una programación ni de una planeación, sino forman parte de un proceso en el devenir de los sujetos. Por eso, el logro de toda democracia efectiva depende mucho de los sustratos culturales. 

Llama la atención, por otro lado, que valores finales como verdad, justicia, bondad, han sido sustituidos por los valores instrumentales, que son actitudes, principios que constituyen valores, que se quedan en la realidad práctica, pero no alcanzan el significado simbólico como valores  de naturaleza universales, es decir, de valores como fines.