Topes
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Topes

 


Terminada la Semana Santa, entramos a la Pascua de Resurrección, a partir del lunes de esta semana y dura cincuenta días.

En ese contexto, volvemos a la “normalidad” en nuestra ciudad, con baches, basura y topes. Los baches y basura son aspectos materiales que se producen por la acción natural de la humanidad y la naturaleza, pero los topes abominables, son producto de la estupidez de algunos ciudadanos y autoridades, al grado que algunos visitantes nos llaman la “ciudad de los topes”.

En ese contexto, en lo personal no conozco ninguna ciudad con tantos topes, al grado que las calles en cosa de cien metros, se encuentran hasta diez de estos montículos de cemento y a veces de metal, que hacen anormal el tránsito de vehículos. Entre otros daños causados por ellos, se encuentra la disminución de la vida de la suspensión de nuestros autos y según un estudio de la UNAM de hace algunos años, se aumenta hasta en un veinte por ciento el consumo de la gasolina, ya que al disminuir la velocidad al llegar al tope, se tiene que meter la primera velocidad para seguir la marcha, ya sea automáticamente o en forma manual por el motor según nuestro carro.

Así las cosas, cuando saltemos un tope recordemos el precio de la gasolina y por favor suspendamos su construcción.

Sé que dentro de los límites de la ciudad capital, existen cosa de dos mil topes, algo inverosímil, y si usted lo duda empiece a contarlos. El tope en nuestra ciudad, sustituye a las rayas amarillas que se usan en ciudades más civilizadas, para que se disminuya la velocidad en ciertas zonas, como por ejemplo cerca de las escuelas, siendo sincero no recuerdo que existan líneas amarillas en nuestra ciudad capital en los lugares adecuados.

Yo también soy Pueblo.

Por allí nos encontraremos.