TRANSPARENCIAS: Más allá del futbol
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Opinión

TRANSPARENCIAS: Más allá del futbol

 


 

Bricia Yolanda Aragón Valdivia

 

En medio de la Copa Mundial de Futbol de Qatar, son muchas las sorpresas que hemos tenido, no sólo en el ámbito deportivo, sino también sobre las políticas que rigen a ese país.

Desde antes que iniciara esta competencia deportiva, como los ojos del mundo ya estaban puestos en el país anfitrión, un escándalo sacudió el mundo no sólo futbolístico cuando se supo que había un gran abuso a los trabajadores, en su gran mayoría migrantes de otros países (ya adivinaron: mano de obra barata) y una gran explotación hacia esos trabajadores que participaron en la construcción de los estadios de futbol.

Esos abusos y excesos en su contra iban desde poco salario, nulas condiciones de seguridad en el trabajo, jornadas de trabajo muy largas, accidentes de trabajadores sin que las empresas constructoras se hicieran cargo ni del fallecimiento de algunos trabajadores mucho menos de la discapacidad de muchos otros. Tanto el gobierno de ese país, como la FIFA no se pronunciaron al respecto ni han hecho nada hasta el día de hoy, a pesar que desde mayo pasado varias organizaciones de derechos humanos, incluida Amnistía Internacional, personas aficionadas y sindicatos lanzaron #FIFAPayUP, una campaña que pide a Qatar y a la FIFA que indemnicen a trabajadores y trabajadoras migrantes por los abusos contra los derechos humanos para hacer realidad el Mundial.

Amnistía Internacional señala que, al día de hoy, trabajadoras y trabajadores de todo Qatar siguen siendo objeto de explotación. La FIFA tiene la clara responsabilidad de actuar y tomar medidas urgentes. Además de exigir públicamente a Qatar que aplique urgentemente reformas en su sistema laboral, debe ir más allá: debería destinar como mínimo 440 millones de dólares, la misma cantidad que destinará a premios para los participantes, a proporcionar reparación a los cientos de miles de trabajadores y trabajadoras migrantes que han sufrido abusos contra sus derechos humanos en Qatar durante la preparación de la Copa Mundial 2022.

En este sentido, cabe destacar que muchas asociaciones de fútbol, la afición, e incluso empresas patrocinadoras de la Copa Mundial de la FIFA han apoyado esta campaña, que cuenta con el respaldo de la gran mayoría del público, pero a pesar de ello, ni la FIFA ni Qatar han respondido.

Otro escándalo ha acompañado el desarrollo del Mundial y es que el brazalete arcoíris en apoyo a la comunidad LGBTQ+ se convirtió en motivo de discordia en el Mundial, después de que la FIFA impidiera a los capitanes de las selecciones europeas que lo llevaran en los partidos en Qatar, donde las relaciones homosexuales están prohibidas.

 

La Copa del Mundo quedó marcada por esta cuestión tras las declaraciones del presidente de la FIFA, Gianni Infantino, de “hoy me siento gay” y la decisión tomada días después de impedir a los jugadores de selecciones europeas que lleven el brazalete “One love” en apoyo a las personas LGBTQ+ (lesbianas, gays, bisexuales, trans, ‘queer’ y otros). El mensaje oficial de las autoridades qataríes es que “todo el mundo es bienvenido” en el emirato, a pesar de que sus conservadoras leyes prohíban las relaciones homosexuales y adúlteras.

A pesar de estas declaraciones, el Código Penal de Qatar tipifica las relaciones homosexuales entre hombres como un delito punible con hasta siete años de prisión. En el artículo 296 del Código Penal, los delitos de “conducir, instigar o seducir a un varón de cualquier manera para que cometa sodomía o disipación” e “inducir o seducir a un varón o a una mujer de cualquier manera para que cometa acciones ilegales o inmorales”.

Bajo el artículo 285, también las relaciones sexuales extramaritales, incluidas las relaciones homosexuales, están prohibidas y pueden se castigadas hasta con siete años de prisión, de acuerdo con Human Rights Watch. Esta organización denunció que las autoridades qataríes realizaron una serie de detenciones preventivas de personas lesbianas, gays, bisexuales y transgénero y las sometieron a un tratamiento inhumano entre 2019 y septiembre de 2022.

En 2020, Qatar dijo a sus futuros visitantes que serían libres de llevar la bandera arcoíris a los juegos del mundial. La FIFA mantiene una errática posición sobre esta cuestión, ya que afirma ser una organización “que apoya a la comunidad LGBTQ+”, pero al mismo tiempo ha amenazado a los jugadores con sancionarlos deportivamente si lucen el brazalete arcoíris.

Poco han importado las violaciones a los derechos humanos hacia las mujeres, o hacia los trabajadores migrantes o hacia la comunidad LGBTQ+, ni tampoco la censura a la libertad de expresión. Hoy sabemos que el Mundial no sólo es un evento que reúne a aficionados de todo el mundo, sino que también, en ocasiones como ésta, ayuda a hacer “un lavado de cara” a un país como Qatar.

Por un lado, se festeja al equipo de la selección alemana por taparse la boca como símbolo de protesta antes de comenzar un partido, mientras por el otro al cantante Maluma se le exige y castiga mediáticamente por aceptar presentarse en el Mundial. ¿Por qué se le pide esto a un cantante popular en lugar de hacerlo a futbolistas, países y marcas? Quizá inconscientemente sabemos que sería un sinsentido dentro del capitalismo que habitamos. El futbol es un proveedor de felicidad para muchas personas en el mundo, acalla realidades aplastantes, sean políticas, económicas o sociales, basta con mirar alrededor nuestro cuando juega la selección nacional; en este sentido ¿será que la felicidad de algunos vale más que la libertad y la dignidad de otros?